Reseña: “Soy una tumba”, de Facundo Báñez
A los siete años, el protagonista y narrador de Soy una tumba es desterrado a vivir con su abuela paterna, en La Plata, por revoltoso y desobediente. “Tenía unos ojos a lo Amelia Bence y se le daba por usar toneladas de spray y unas soleras amplias y floreadas aun en pleno invierno”, la describe. El vínculo entre la mujer y “la criatura”, como llama al nieto, es el bastidor en el que se apoya la historia de dos excéntricos solitarios, fechada entre los años ochenta y mediados de los noventa.La abuela (católica, antiperonista y que detesta por igual a los “pervertidos” y a los “milicos”) es partidaria de un culto, el Círculo de la Fortuna, del que el nieto debe prometer que no dirá una sola palabra a nadie (del juramento proviene el título de la novela). “Sus líneas circulares incidían en todo tipo de cuestiones: financieras, amorosas, jurídicas, políticas o aún más graves”, explica el narrador a la distancia. Los deseos se expresan de modo asertivo: “El viaje a las Cataratas de Iguazú se concreta”, “La criatura pasa a cuarto grado”, “Argentina le gana a Corea”, “Alfonsín resiste el levantamiento militar” y “El pervertido recibe su castigo”. La concreción de algunos recados conlleva misteriosas muertes súbitas de personajes antipáticos (una directora de escuela o un matoncito).Con su cuarta novela, Facundo Báñez (La Plata, 1976) se reafirma como un autor magistral, inquietante y a la vez melancólico, a la hora de conjugar memorias, personajes y creencias de un pasado que revive a través de un raro conjuro de ternura y pasión por las fantasmagorías.Soy una tumbaFacundo Báñez(La Docta Ignorancia)128 páginas$ 17.900

A los siete años, el protagonista y narrador de Soy una tumba es desterrado a vivir con su abuela paterna, en La Plata, por revoltoso y desobediente. “Tenía unos ojos a lo Amelia Bence y se le daba por usar toneladas de spray y unas soleras amplias y floreadas aun en pleno invierno”, la describe. El vínculo entre la mujer y “la criatura”, como llama al nieto, es el bastidor en el que se apoya la historia de dos excéntricos solitarios, fechada entre los años ochenta y mediados de los noventa.
La abuela (católica, antiperonista y que detesta por igual a los “pervertidos” y a los “milicos”) es partidaria de un culto, el Círculo de la Fortuna, del que el nieto debe prometer que no dirá una sola palabra a nadie (del juramento proviene el título de la novela). “Sus líneas circulares incidían en todo tipo de cuestiones: financieras, amorosas, jurídicas, políticas o aún más graves”, explica el narrador a la distancia. Los deseos se expresan de modo asertivo: “El viaje a las Cataratas de Iguazú se concreta”, “La criatura pasa a cuarto grado”, “Argentina le gana a Corea”, “Alfonsín resiste el levantamiento militar” y “El pervertido recibe su castigo”. La concreción de algunos recados conlleva misteriosas muertes súbitas de personajes antipáticos (una directora de escuela o un matoncito).
Con su cuarta novela, Facundo Báñez (La Plata, 1976) se reafirma como un autor magistral, inquietante y a la vez melancólico, a la hora de conjugar memorias, personajes y creencias de un pasado que revive a través de un raro conjuro de ternura y pasión por las fantasmagorías.
Soy una tumba
Facundo Báñez
(La Docta Ignorancia)
128 páginas
$ 17.900