El Feng Shui es una antigua práctica china que consiste en organizar objetos y elementos para conseguir balance, armonía y el flujo de energía positiva en un espacio. De acuerdo con esta milenaria filosofía, las plantas son poderosas herramientas para promover un ambiente armonioso. Además, representan el elemento madera, que está vinculado al crecimiento, la abundancia y la vitalidad.

Ubicarlas en lugares específicos, sobre todo si son consideradas de buena suerte, puede favorecer la prosperidad, mejorar los vínculos personales y atraer bienestar al hogar.

La ruda es una de las plantas que se destaca por sus cualidades espirituales y se vincula simbólicamente con el noreste en el Feng Shui, ya que esta dirección representa el conocimiento y la sabiduría, atributos que reflejan el uso tradicional de la planta.

Sin embargo, desde la perspectiva del Feng Shui, esto puede ser por absorber energía negativa del entorno. Según esta filosofía china, si muere es porque actuó como un filtro ante las influencias negativas.

Por otro lado, su deterioro también podría significar un bloqueo o estancamiento de la energía positiva en el hogar. Esto puede reflejar problemas con el bienestar general o indicar un desequilibrio en el flujo energético del entorno.

Para solucionar esto, se recomienda sacarlas con el fin de abrir un espacio para energía nueva, fresca y positiva.

¿Dónde ubicar la planta de ruda, según el Feng Shui?

Como ya se mencionó anteriormente, la ruda es reconocida por su valor espiritual y guarda una conexión simbólica con el noreste dentro del Feng Shui.

Esta relación surge, en parte, porque esa dirección representa la sabiduría y el conocimiento, cualidades que estuvieron ligadas al uso tradicional de la planta.

No obstante, este vínculo es sutil y etéreo, característico de las conexiones energéticas del Feng Shui, y puede entenderse de diferentes maneras según la interpretación personal.

Por lo tanto, se recomienda ubicarla en este sentido dentro de su hogar para potenciar las propiedades energéticas de la planta.

Por Sofía Arias Martínez