Que se rearmen ellos
Lo que Europa está haciendo no nos sirve, o es un error, o no vale para nada. El consenso parece amplio por estos lares. La pregunta ahora debería ser qué queremos que haga En España se tiene mucha querencia a pensar que Europa son los otros. Lo estamos viendo una vez más en la conversación pública generada en torno a la cuestión del rearme y la seguridad. El debate parlamentario lo ha certificado en sede institucional. Es Europa quien tiene que arreglar este mundo cruel, violento y volátil que se nos está quedando y, de acuerdo con el parecer mayoritario entre nuestros representantes políticos y líderes de opinión, Europa lo está haciendo fatal así que, concluyen, más le vale acelerar y hacerlo bien de una vez. Siempre que se habla de Europa por aquí domina la tercera persona, igual que si se tratase de un tercero o un sujeto extraño al cual interpelamos como si no fuéramos nosotros y nada tuviéramos que ver en sus decisiones, que parecen siempre tomadas en algún lugar remoto por seres sin rostro manejando los hilos. Esa interpelación a Europa suele sostenerse sobre una doble evidencia que manejamos como incontrovertible: nosotros tenemos razón y Europa equivoca y además Europa nos lo debe. Sucedió durante la creación del euro cuando, al parecer, Europa también nos debía los fondos de convergencia que nos ayudaron a acelerar por décadas nuestro progreso social y económico mientras construían la Europa de los mercaderes y no la de los pueblos. Volvió a acontecer durante la Gran Recesión cuando, al parecer, Europa también nos debía mutualizar nuestra deuda mientras los hombres de negro aplicaban las políticas que serían muy buenas para Alemania, pero totalmente equivocadas para nosotros, que no teníamos responsabilidad alguna en las causas de la crisis. Se repitió en la pandemia cuando, al parecer, Europa tenía la obligación de vacunarnos a nosotros primero. Ahora volvemos por donde solemos ante la cuestión del rearme y la seguridad: Europa se equivoca y nosotros tenemos razón. Hemos encontrado además en el meme Kit de seguridad la pistola humeante que buscábamos para desenmascarar a esa Bruselas llena de funcionarios belicistas y señores de la guerra. Toda la volatilidad, complejidad, incertidumbre y ambigüedad del momento geoestratégico mundial resuelta en España con la contundente denuncia de la estupidez del kit de supervivencia; desde la enorme autoridad que nos ha conferido nuestra acreditada habilidad y capacidad para gestionar situaciones de emergencia. Lo que Europa está haciendo no nos sirve, o es un error, o no vale para nada. El consenso parece amplio por estos lares. La pregunta ahora debería ser qué queremos que haga. Visto y oído lo debatido en el parlamento nuestras propuestas van desde la exigencia de la oposición sobre convocar elecciones para ver si echamos a Sánchez de una vez, a la petición del gobierno de que lo que sea que lo pague Europa; desde el pensamiento mágico de quienes desean muy fuerte la paz y condenan muy fuerte la guerra a la frialdad de quienes sostienen que no es nuestro problema porque Ucrania o las repúblicas bálticas quedan muy lejos. Estrategias todas de indudable éxito y eficacia para asegurar una paz justa en Kiev, restaurar el orden basado en el derecho internacional y obligar a Vladímir Putin y a Donald Trump a renunciar al uso de la fuerza o las amenazas para conseguir sus objetivos. Cierto es que no son pocas las voces que reclaman una mayor integración política como prioridad, antes incluido que el aumento del gasto militar. Pero, al parecer, se trata de algo que alguien debe hacer por nosotros y nuestro gobierno; no una política que sea nuestra responsabilidad o debamos promover activamente. Llevamos varias cumbres ya acudiendo siempre con la esperanza de que alguien se anime y lo proponga. Pero hasta ahora no ha habido suerte. Se siguen equivocando a pesar de que se lo advertimos en silencio. Y es que, al parecer, Europa también nos debe arreglar esto por nosotros, que estamos a otras cosas más apremiantes y no nos gustan nada, pero nada, nada, las armas ni los conflictos bélicos. Es cosa suya, no nuestra; que solo somos uno de los cuatro países más grandes de la UE. Somos europeos para recordar que somos la economía que más crece. Pero para las cosas de la guerra y Putin y Trump, que se rearmen ellos.

Lo que Europa está haciendo no nos sirve, o es un error, o no vale para nada. El consenso parece amplio por estos lares. La pregunta ahora debería ser qué queremos que haga
En España se tiene mucha querencia a pensar que Europa son los otros. Lo estamos viendo una vez más en la conversación pública generada en torno a la cuestión del rearme y la seguridad. El debate parlamentario lo ha certificado en sede institucional. Es Europa quien tiene que arreglar este mundo cruel, violento y volátil que se nos está quedando y, de acuerdo con el parecer mayoritario entre nuestros representantes políticos y líderes de opinión, Europa lo está haciendo fatal así que, concluyen, más le vale acelerar y hacerlo bien de una vez.
Siempre que se habla de Europa por aquí domina la tercera persona, igual que si se tratase de un tercero o un sujeto extraño al cual interpelamos como si no fuéramos nosotros y nada tuviéramos que ver en sus decisiones, que parecen siempre tomadas en algún lugar remoto por seres sin rostro manejando los hilos.
Esa interpelación a Europa suele sostenerse sobre una doble evidencia que manejamos como incontrovertible: nosotros tenemos razón y Europa equivoca y además Europa nos lo debe. Sucedió durante la creación del euro cuando, al parecer, Europa también nos debía los fondos de convergencia que nos ayudaron a acelerar por décadas nuestro progreso social y económico mientras construían la Europa de los mercaderes y no la de los pueblos.
Volvió a acontecer durante la Gran Recesión cuando, al parecer, Europa también nos debía mutualizar nuestra deuda mientras los hombres de negro aplicaban las políticas que serían muy buenas para Alemania, pero totalmente equivocadas para nosotros, que no teníamos responsabilidad alguna en las causas de la crisis. Se repitió en la pandemia cuando, al parecer, Europa tenía la obligación de vacunarnos a nosotros primero.
Ahora volvemos por donde solemos ante la cuestión del rearme y la seguridad: Europa se equivoca y nosotros tenemos razón. Hemos encontrado además en el meme Kit de seguridad la pistola humeante que buscábamos para desenmascarar a esa Bruselas llena de funcionarios belicistas y señores de la guerra. Toda la volatilidad, complejidad, incertidumbre y ambigüedad del momento geoestratégico mundial resuelta en España con la contundente denuncia de la estupidez del kit de supervivencia; desde la enorme autoridad que nos ha conferido nuestra acreditada habilidad y capacidad para gestionar situaciones de emergencia.
Lo que Europa está haciendo no nos sirve, o es un error, o no vale para nada. El consenso parece amplio por estos lares. La pregunta ahora debería ser qué queremos que haga. Visto y oído lo debatido en el parlamento nuestras propuestas van desde la exigencia de la oposición sobre convocar elecciones para ver si echamos a Sánchez de una vez, a la petición del gobierno de que lo que sea que lo pague Europa; desde el pensamiento mágico de quienes desean muy fuerte la paz y condenan muy fuerte la guerra a la frialdad de quienes sostienen que no es nuestro problema porque Ucrania o las repúblicas bálticas quedan muy lejos. Estrategias todas de indudable éxito y eficacia para asegurar una paz justa en Kiev, restaurar el orden basado en el derecho internacional y obligar a Vladímir Putin y a Donald Trump a renunciar al uso de la fuerza o las amenazas para conseguir sus objetivos.
Cierto es que no son pocas las voces que reclaman una mayor integración política como prioridad, antes incluido que el aumento del gasto militar. Pero, al parecer, se trata de algo que alguien debe hacer por nosotros y nuestro gobierno; no una política que sea nuestra responsabilidad o debamos promover activamente. Llevamos varias cumbres ya acudiendo siempre con la esperanza de que alguien se anime y lo proponga. Pero hasta ahora no ha habido suerte. Se siguen equivocando a pesar de que se lo advertimos en silencio.
Y es que, al parecer, Europa también nos debe arreglar esto por nosotros, que estamos a otras cosas más apremiantes y no nos gustan nada, pero nada, nada, las armas ni los conflictos bélicos. Es cosa suya, no nuestra; que solo somos uno de los cuatro países más grandes de la UE. Somos europeos para recordar que somos la economía que más crece. Pero para las cosas de la guerra y Putin y Trump, que se rearmen ellos.