¿Qué sabemos de la misteriosa enfermedad que azota a la República Democrática del Congo?

En el último mes, una patología no identificada ha enfermado a más de 1300 personas y ha causado más de 50 muertes en el noroeste de la República Democrática del Congo (RDC).Aún se desconoce la causa exacta del brote, aunque la Organización Mundial de la Salud baraja la hipótesis de que podría tratarse de alguna combinación de intoxicación química, meningitis, paludismo y otras infecciones. La...

Mar 5, 2025 - 13:07
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¿Qué sabemos de la misteriosa enfermedad que azota a la República Democrática del Congo?

En el último mes, una patología no identificada ha enfermado a más de 1300 personas y ha causado más de 50 muertes en el noroeste de la República Democrática del Congo (RDC).

Aún se desconoce la causa exacta del brote, aunque la Organización Mundial de la Salud baraja la hipótesis de que podría tratarse de alguna combinación de intoxicación química, meningitis, paludismo y otras infecciones. La situación es preocupante porque, según la OMS, el número de personas afectadas casi se duplicó en el transcurso de la última semana de febrero. “Si vemos que estas cifras siguen aumentando sin cesar, será una señal de alarma importante”, afirma Lauren Sauer, experta en respuesta a brotes del Centro Nacional de Formación y Educación sobre Patógenos Emergentes Especiales, con sede en Baltimore (Estados Unidos). También le preocupa que las pruebas aún no hayan identificado un patrón coherente que explique los casos.

Sabremos más en los próximos días y semanas. Mientras tanto, los expertos reflexionan sobre la situación y piensan averiguar qué está pasando.

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La enfermedad se parece mucho a muchas otras enfermedades

Una de las grandes preguntas que se hacen tanto los expertos como el público es: ¿qué está causando esta enfermedad?

Según la OMS, los síntomas de la enfermedad pueden incluir fiebre, dolor de cabeza, escalofríos, sudoración, rigidez de cuello, dolores corporales, secreción o sangrado nasal, tos, vómitos y diarrea. Se trata de una lista amplia que puede atribuirse a muchas infecciones, como el paludismo, la meningitis e infecciones víricas como el ébola. Las personas con enfermedades relacionadas con causas no infecciosas (como las toxinas) también podrían presentar muchos de estos síntomas. Pero las pruebas realizadas hasta la fecha no han sido concluyentes.

La respuesta a “¿qué está causando la enfermedad?” determina quién está en riesgo, qué tratamiento necesita y qué medidas deben tomarse para evitar que el brote se extienda más allá de sus fronteras actuales, dice Neil Vora, médico y asesor principal de Conservation International, una organización sin ánimo de lucro centrada en la conservación de la biodiversidad mundial en la naturaleza.

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Opción 1: Podría tratarse de una fuente de agua envenenada

En una reunión informativa celebrada el 28 de febrero, el director de emergencias de la OMS, Michael Ryan, afirmó que, aunque las autoridades seguían buscando causas infecciosas, tenían un “fuerte nivel de sospecha” de que algunos casos estaban relacionados con una fuente de agua envenenada. Por ejemplo, si un brote está causado por una toxina, las autoridades se centrarían en identificar su fuente, evitar la exposición de la población a ella y asegurarse de que no vuelva a ocurrir. El riesgo para las personas fuera de la zona del brote variaría en función de su origen, pero cuando los casos están estrechamente relacionados con una fuente de agua local (como parecen estarlo muchos en este brote) contenerlo es relativamente sencillo.

Opción 2: Meningitis o malaria

También es posible que el brote esté causado por la malaria o una forma bacteriana de meningitis, una infección del tejido que rodea el cerebro y la médula espinal.

Ciertos tipos de meningitis bacteriana evolucionan muy rápidamente desde los síntomas hasta la muerte, y se contagian al toser o entrar en contacto con la saliva de otras personas. Las infecciones pueden reducirse evitando ese contacto, y también administrando a las personas expuestas un tratamiento protector con ciertos antibióticos; la vacunación también previene la propagación de esta enfermedad.

El paludismo también es uno de los principales sospechosos. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de África declararon que entre el 55% y el 78% de las muestras de pacientes implicados en el brote habían dado positivo en la prueba de la malaria. Pero estos resultados por sí solos no son prueba de una relación causal porque esa infección transmitida por mosquitos es muy común en la base de la región. Es decir: la gente podría dar positivo en la prueba de la malaria, pero seguir estando intensamente enferma por un motivo distinto.  

Si resulta ser paludismo, que se transmite a través del mosquito Anopheles, hay que seguir una serie de pautas bien establecidas, como tratar a la población local con medicamentos antipalúdicos y prevenir las picaduras con mosquiteras y otras precauciones contra los mosquitos. Por ejemplo, hace unos meses surgió en otra región de la RDC otro brote que causó casi 900 enfermos y 48 muertos, la mayoría niños pequeños. Ese brote se relacionó finalmente con una oleada de paludismo, que se vio agravada por la malnutrición aguda y una oleada de virus respiratorios. Las autoridades sanitarias frenaron ese aumento de casos enviando medicamentos y otros suministros médicos adicionales a la zona, y enviando expertos en salud pública para apoyar los primeros esfuerzos de detección de casos en la región.

Si este brote actual es atribuible en gran medida a la malaria, entonces hay menos preocupaciones de que la situación alimente una epidemia mayor, ya que la amenaza para las personas fuera de las zonas donde viven estos mosquitos es baja.

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Opción 3: Una fiebre hemorrágica como el Ébola  

Si el brote está causado por una fiebre hemorrágica vírica como el ébola, que se transmite de una persona a otra por contacto con fluidos corporales infectados, para controlarlo se necesitarán muchos más recursos, como equipos que permitan a los médicos dispensar a los pacientes un tratamiento de nivel de cuidados intensivos al tiempo que se protegen a sí mismos. La respuesta también requeriría muchas personas para realizar el rastreo de contactos y, si el Ébola es el culpable, podría implicar la vacunación de los contactos cercanos de las personas infectadas. Además, como estos virus se propagan de persona a persona, habría más posibilidades de que la infección se extendiera fuera de la región donde se inicia.

El escenario de la fiebre hemorrágica sería más preocupante. Entre 2014 y 2016, el ébola mató a 11 000 personas en Guinea, Liberia y Sierra Leona en el mayor brote registrado de esa infección; otro gran brote en la RDC provocó casi 2300 muertes entre 2018 y 2020. Múltiples brotes más pequeños de virus relacionados estallan esporádicamente en todo el continente, incluidos dos brotes activos en Tanzania y Uganda, el último de los cuales se cobró recientemente la vida de un niño de cuatro años. Aun así, el conjunto de herramientas para responder a estos brotes ha avanzado mucho: las nuevas vacunas (entre las que pronto se incluirá una que se está probando en Uganda) han reducido drásticamente el riesgo de muerte por infección de ébola.  

Recopilar información sobre lo que la gente comió, bebió e hizo antes de enfermar es una buena manera de generar ideas sobre lo que está causando cualquier brote, y ese esfuerzo está en marcha en la RDC. Al parecer, las primeras personas afectadas habían comido carne de murciélagos silvestres, lo que ha suscitado cierta preocupación por la posibilidad de que el virus de la fiebre hemorrágica, endémico en algunas de estas criaturas, sea la causa del brote.

La información más definitiva procede del análisis de muestras de los pacientes afectados, junto con muestras de sus alimentos, agua y entorno. Aunque aún no está claro si la propagación causó el brote actual, momentos como éste recuerdan a Vora que la amenaza humana a la salud de los ecosistemas acaba por perjudicarnos. La deforestación y los conflictos crean más oportunidades para que las personas interactúen con animales estresados y enfermos, aumentando el riesgo de que compartamos sus enfermedades.  ”Vivimos en un mundo interconectado”, afirma Vora. “La salud de los humanos depende de la salud de los animales, y también, de la naturaleza”.

Hay muchas otras causas posibles de este brote, incluida la posibilidad de que existan múltiples problemas de salud entrecruzados agravados por la agitación social y el aislamiento geográfico. Eso tiene sus propios peligros, dice Ryan: la comunidad mundial suele estar “muy preocupada por estos sucesos” hasta que la causa resulta ser una combinación de culpables conocidos, dijo en la reunión informativa de la semana pasada. “Y una vez que establecemos que no se trata de un nuevo gran virus asesino de la Tierra, todos perdemos interés”.

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La respuesta será difícil

Independientemente de la causa, la situación podría ser difícil de resolver.

Tiene lugar en una zona remota de un país que sufre actualmente un conflicto armado activo. Es probable que esto cree obstáculos para los trabajadores humanitarios locales e internacionales que ayudan en la respuesta y también supone un reto para el Ministerio de Salud de la RDC obtener y compartir información en tiempo real con sus socios internacionales. El país se enfrenta a múltiples crisis simultáneamente, entre ellas un brote masivo de viruela símica y desplazamientos internos debidos a un recrudecimiento del conflicto armado.

El brote también coincide con los primeros días de la Administración Trump en Estados Unidos, lo que plantea algunos desafíos adicionales. En cualquier nuevo gabinete, se necesita tiempo para conseguir personal en los lugares adecuados para hacer todo el intercambio de información que es necesario para mantener todos los sistemas en funcionamiento, dice Sauer.

Pero ese reto se ve agravado por los recientes recortes en la presencia sanitaria mundial de Estados Unidos. En circunstancias normales, el personal de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) y de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) estaría en estrecho contacto con el Ministerio de Sanidad de la RDC y otros socios, y ayudaría a proporcionar suministros y otro tipo de asistencia con una investigación basada en las necesidades del país. Otros médicos y científicos también recibirían actualizaciones periódicas sobre la situación por parte de la OMS y de los ministerios de salud de la RDC.

Sin embargo, muchos miembros del personal de USAID fueron apartados de sus puestos en la RDC como parte del esfuerzo de la nueva administración por desmantelar la agencia. Y en enero, la Administración Trump emitió una orden ejecutiva que exigía a los CDC dejar de colaborar con la OMS. Eso significa que Estados Unidos no tiene ojos ni oídos en esta amenaza, y puede ser incapaz de ofrecer un apoyo significativo. 

Estos cambios dificultan la capacidad de la RDC para contener un brote, y podrían aumentar el peligro en otros países si se trata de una enfermedad transmisible. La preparación de Estados Unidos para responder a un brote que se propague en el país está directamente relacionada con la obtención de información fiable sobre lo que ocurre en el extranjero. “Tomamos decisiones sobre recursos y personal y cosas por el estilo basándonos en ese flujo de información”, dice Sauer. Disponer de datos de alta calidad y en tiempo real sobre los brotes es fundamental para garantizar que los aeropuertos cuenten con personal suficiente para examinar a los viajeros procedentes de los países afectados y que los centros médicos regionales especializados dispongan de suficientes médicos y enfermeras para atender a las personas afectadas.

Este brote debería recordarnos que a los gérmenes no les importan los cambios en la política local o internacional, y que prepararse para su posible propagación es una tarea continua, afirma Sauer. “Los patógenos son inteligentes y averiguan cómo ser brotes”, dice, “así que tenemos que permanecer vigilantes”.