Primer mercado: los aranceles de Trump ponen a los vinos argentinos en la puerta de una dura competencia global
Según referentes del sector, si bien con Chile se emparejaron los derechos arancelarios en 10%, hay incertidumbre sobre si el nuevo escenario representará o no una oportunidad

CÓRDOBA.- La industria argentina del vino sigue minuto a minuto la situación derivada de la imposición de aranceles realizada por Donald Trump. Con el 26% de los envíos de vinos fraccionados, Estados Unidos es el principal destino de esa exportación. Que los competidores directos de la Unión Europea (Francia e Italia) afronten un arancel del 20% es un consuelo a medias, porque los actores del sector advierten que se intensificará la competencia en otros mercados. “Que se encarezca un producto nunca es motivo para celebrar”, insisten.
Distintas fuentes consultadas por LA NACION coincidieron en que Estados Unidos, principal productor y consumidor de vinos del mundo, es el mercado en el que se concentran las expectativas de crecimiento. Antes del anuncio de Trump, los espumantes ya pagaban 19 centavos de dólar por litro; seis centavos los vinos fraccionados y 14 centavos el vino a granel.
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Daniel Rada, director del Observatorio Vitivinícola Argentino, repasa que la imposición de aranceles “implica menos volumen de comercio internacional. No hay lado positivo en ese contexto. Es cierto que la UE, que representa el 60% de las importaciones de vinos de Estados Unidos paga más, pero no hay que perder de vista que habrá un golpe en la economía doméstica y eso tendrá su implicancia en la demanda de importaciones”.
Advierte que Australia y Chile, que pagaban 0% de arancel, ahora quedan con 10% igual que la Argentina: “¿Hay una oportunidad ahí? No está claro, porque todos buscarán colocar sus excedentes en otros destinos. Habrá más competencia en un mercado con restricciones”.
En Bodegas de Argentina, la cámara empresaria que nuclea a la mayoría de las principales bodegas de todo el país, analizan la situación antes de fijar una posición pública. “Todavía es muy prematura, hay que esperar la ‘letra chica’”, grafican. Recuerdan que el vino local paga barreras para arancelarias del 5% promedio en el mundo y ratifican que, desde hace tiempo, insisten en la necesidad de firmar más acuerdos de libre comercio ya que, por ejemplo, Chile tiene convenios con 65 destinos.
A fines del año pasado, la cámara terminó un estudio titulado “análisis del mercado de vinos de Estados Unidos y su atractividad importadora” al que accedió este diario. Evalúa que ese mercado experimentó un “crecimiento significativo en las últimas décadas, impulsado por el aumento del poder adquisitivo, la diversificación de los gustos y el desarrollo de una cultura del vino más sofisticada”. En los últimos años, hay una “cierta estabilización en el consumo total, aunque con un aumento en el valor promedio de las botellas para compensar inflación local y debido a la premiumización”.
Sobre los vinos argentinos en particular, indica que las exportaciones cayeron en los últimos años debido al contexto económico local (inflación, devaluación y menor competitividad), a la mayor competencia y menor inversión en promoción y a “los aranceles que han reducido la competitividad frente a países que tienen acuerdos comerciales”. Esa referencia es a las cargas ya existentes, no a las nuevas.
Contexto complejo
La evaluación de las bodegas es que el mercado estadounidense sigue siendo “muy atractivo”, aunque con “mayores niveles de rivalidad competitiva”, lo que significa la necesidad de una “promoción más intensa, innovación y una relación calidad precio que tiende a subir”.
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El pico de consumo de vino per cápita en Estados Unidos fue de 10,4 litros en 2019 y cayó a 9,9 litros después de la pandemia aunque hoy domina el producto premium. La producción local abastece el 60% del mercado; el resto se importa. Las compras afuera pasaron de representar 13% en 1995 al 37% en la actualidad, “share que puede estar ingresando en una meseta”. El análisis destaca que las mayores oportunidades se centran en las gamas altas.
Aun antes de la imposición de aranceles, el estudio enfatiza que hay una “pérdida de competitividad” de los vinos argentinos. En la última década, período en el que las importaciones estadounidenses subieron 1,9%, los ganadores fueron los vinos europeos a expensas de los del “nuevo mundo” (1,9% arriba frente a 3,5% abajo). En ese contexto, la Argentina fue el país de performance más pobre tanto en volumen como en valor, aunque por la “necesidad de generación de margen escalaron en las gamas de precios y se posicionaron en la franja más elevada de los del nuevo mundo”. Es decir, compensó parcialmente con premiumización la pérdida de volumen.
La Argentina es, junto con Australia, de los perdedores más destacados ya que de exportar 7,2 millones de cajas en 2013 pasó casi a la mitad en 2024 perdiendo casi 3 millones de cajas en ese período. El estudio refleja que, aunque el precio promedio tuvo cierta tendencia creciente, no fue suficiente para equilibrar la disminución de volumen y la facturación del año pasado fue el 62% de la que logró en 2013.