Placas solares, baterías de litio y Starlink: la pareja nómada que dejó su trabajo, cambió su casa por una camper y ni se enteró del apagón

El pasado verano, Belén y Juan tomaron la arriesgada decisión de dar un vuelco de 180 grados a su vida. Lo habían conseguido «todo», pero no tardaron en comprobar y convencerse de que no eran verdaderamente felices. Así, vendieron su casa de diseño con piscina, su coche de alta gama -un Mercedes GLE- y dejaron sus trabajos de la noche a la mañana para emprender el rumbo del asfalto y sumarse a la religión nómada de las campers . Ahora, casi un año después, el oasis de libertad sobre ruedas que llaman hogar les permitió esquivar el apagón que puso en jaque a toda España este pasado lunes. «Somos autosuficientes», relatan a ABC. La histórica caída masiva de la red eléctrica pilló a esta pareja de valencianos en un área de autocaravanas de Praia da Vagueira , Portugal. «Estábamos tranquilamente en la furgo, editando vídeos para Youtube y recogiendo un poco», explica Belén a este periódico. El apagón se registró a las 12.33 horas, pero ambos no se cercioraron hasta pasadas las tres de la tarde y sólo por el mensaje de un familiar por un grupo de WhatsApp. «Nos enteramos por mi hermana de que no había luz en España ni en Portugal. Nosotros seguíamos igual, ya que tenemos un depósito de agua de 140 litros, cocinamos con gas GLP, usamos una placa solar de 400w y dos baterías de litio, además de disponer de Starlink para internet. Así que no nos afectó prácticamente en nada», señala. No obstante, como ocurrió a lo largo y ancho de toda la Península Ibérica, no tenían cobertura móvil ni tampoco red si se alejaban de su camper customizada. Por ello, recurrieron a uno de los muchos elementos que forman su kit de supervivencia. Unos walkie-talkies que emplearon para comunicarse mientras ella acudía al supermercado más cercano, donde pudo comprar carne, agua y verdura. «La dependienta me hizo la cuenta con la calculadora y pude pagar por tarjeta porque el datáfono aún tenía batería, pero llevaba algo de efectivo por si acaso», recuerda. Además de este fiable dispositivo de comunicación, en su mochila de emergencia tampoco faltan pilas, radios, baterías externas cargadas, velas, pastillas de encendido, cerillas y linternas, entre otros efectos. Con todo ello, han recorrido en los últimos diez meses todo el norte de España y ahora se encontraban visitando la ciudad lusa de Aveiro cuando les abordó el apagón. Finalmente, la luz se hizo en el parking de autocaravanas por la noche, « sobre las 23.00 horas », de lo que se dieron cuenta porque se encendieron las farolas y vieron lámparas iluminadas en el interior de casas cercanas. Como valencianos, no ha sido la primera emergencia que viven desde que se subieron a la camper . El pasado mes de octubre, regresaron desde Soria hasta Valencia para ayudar a sus familiares afectados por la dana . De hecho, la hermana de Belén vive junto al barranco del Poyo, en Paiporta, donde perdieron sepultados en barro el coche y la moto que le iban a dejar a su sobrino. «Volvimos con palas, botas y muchas otras cosas para echarles una mano», expresa. Después de un par de semanas en la zona cero que asolaron las graves inundaciones donde murieron 228 personas, retomaron su viaje. «Teníamos lo que todo el mundo desearía, coches, moto, casa con piscina, buenos trabajos y lo dejamos todo para irnos a vivir viajando y haciendo urbex en seis metros cuadrados con nuestro perro Dante. Y es algo que no lo cambiamos por nada», defiende. Sin embargo, el proceso y, sobre todo, el comienzo, fueron complicados. Tanto que la camper tenía que llegar un año antes de cuando la recibieron y, encima, en un estado deplorable. «El gas fallaba, la luz se iba, goteaba, los muebles crujían, el baño no funcionaba, las claraboyas mal selladas, fue una pesadilla», recuerda Juan, al que todos conocen por Jota. «Lo que debía ser su hogar soñado sobre ruedas, era en realidad una furgoneta llena de errores. Y sin casa ni trabajo a los que volver, solo quedaba resistir», rememora. Ahora, documentan lugares abandonados repletos de historias, comparten su vida nómada sin filtros y demuestran que «los sueños no se rompen, sino que se transforman».

Abr 29, 2025 - 18:07
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Placas solares, baterías de litio y Starlink: la pareja nómada que dejó su trabajo, cambió su casa por una camper y ni se enteró del apagón
El pasado verano, Belén y Juan tomaron la arriesgada decisión de dar un vuelco de 180 grados a su vida. Lo habían conseguido «todo», pero no tardaron en comprobar y convencerse de que no eran verdaderamente felices. Así, vendieron su casa de diseño con piscina, su coche de alta gama -un Mercedes GLE- y dejaron sus trabajos de la noche a la mañana para emprender el rumbo del asfalto y sumarse a la religión nómada de las campers . Ahora, casi un año después, el oasis de libertad sobre ruedas que llaman hogar les permitió esquivar el apagón que puso en jaque a toda España este pasado lunes. «Somos autosuficientes», relatan a ABC. La histórica caída masiva de la red eléctrica pilló a esta pareja de valencianos en un área de autocaravanas de Praia da Vagueira , Portugal. «Estábamos tranquilamente en la furgo, editando vídeos para Youtube y recogiendo un poco», explica Belén a este periódico. El apagón se registró a las 12.33 horas, pero ambos no se cercioraron hasta pasadas las tres de la tarde y sólo por el mensaje de un familiar por un grupo de WhatsApp. «Nos enteramos por mi hermana de que no había luz en España ni en Portugal. Nosotros seguíamos igual, ya que tenemos un depósito de agua de 140 litros, cocinamos con gas GLP, usamos una placa solar de 400w y dos baterías de litio, además de disponer de Starlink para internet. Así que no nos afectó prácticamente en nada», señala. No obstante, como ocurrió a lo largo y ancho de toda la Península Ibérica, no tenían cobertura móvil ni tampoco red si se alejaban de su camper customizada. Por ello, recurrieron a uno de los muchos elementos que forman su kit de supervivencia. Unos walkie-talkies que emplearon para comunicarse mientras ella acudía al supermercado más cercano, donde pudo comprar carne, agua y verdura. «La dependienta me hizo la cuenta con la calculadora y pude pagar por tarjeta porque el datáfono aún tenía batería, pero llevaba algo de efectivo por si acaso», recuerda. Además de este fiable dispositivo de comunicación, en su mochila de emergencia tampoco faltan pilas, radios, baterías externas cargadas, velas, pastillas de encendido, cerillas y linternas, entre otros efectos. Con todo ello, han recorrido en los últimos diez meses todo el norte de España y ahora se encontraban visitando la ciudad lusa de Aveiro cuando les abordó el apagón. Finalmente, la luz se hizo en el parking de autocaravanas por la noche, « sobre las 23.00 horas », de lo que se dieron cuenta porque se encendieron las farolas y vieron lámparas iluminadas en el interior de casas cercanas. Como valencianos, no ha sido la primera emergencia que viven desde que se subieron a la camper . El pasado mes de octubre, regresaron desde Soria hasta Valencia para ayudar a sus familiares afectados por la dana . De hecho, la hermana de Belén vive junto al barranco del Poyo, en Paiporta, donde perdieron sepultados en barro el coche y la moto que le iban a dejar a su sobrino. «Volvimos con palas, botas y muchas otras cosas para echarles una mano», expresa. Después de un par de semanas en la zona cero que asolaron las graves inundaciones donde murieron 228 personas, retomaron su viaje. «Teníamos lo que todo el mundo desearía, coches, moto, casa con piscina, buenos trabajos y lo dejamos todo para irnos a vivir viajando y haciendo urbex en seis metros cuadrados con nuestro perro Dante. Y es algo que no lo cambiamos por nada», defiende. Sin embargo, el proceso y, sobre todo, el comienzo, fueron complicados. Tanto que la camper tenía que llegar un año antes de cuando la recibieron y, encima, en un estado deplorable. «El gas fallaba, la luz se iba, goteaba, los muebles crujían, el baño no funcionaba, las claraboyas mal selladas, fue una pesadilla», recuerda Juan, al que todos conocen por Jota. «Lo que debía ser su hogar soñado sobre ruedas, era en realidad una furgoneta llena de errores. Y sin casa ni trabajo a los que volver, solo quedaba resistir», rememora. Ahora, documentan lugares abandonados repletos de historias, comparten su vida nómada sin filtros y demuestran que «los sueños no se rompen, sino que se transforman».