Patricia Prado se viene abajo en directo cuando tiene que informar del fallecimiento de su compañero

Patricia Pardo: más allá de las cámaras. Patricia Pardo no es solo uno de los rostros más reconocibles de las mañanas televisivas; es también una periodista curtida, con años de trayectoria en los directos más exigentes. Desde sus inicios, ha demostrado una templanza admirable para navegar entre la inmediatez informativa y el tono humano que ... Leer más

May 5, 2025 - 20:33
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Patricia Prado se viene abajo en directo cuando tiene que informar del fallecimiento de su compañero

Patricia Pardo: más allá de las cámaras.

Patricia Pardo no es solo uno de los rostros más reconocibles de las mañanas televisivas; es también una periodista curtida, con años de trayectoria en los directos más exigentes. Desde sus inicios, ha demostrado una templanza admirable para navegar entre la inmediatez informativa y el tono humano que requieren las noticias que conectan con lo íntimo. Su labor al frente de la sección de sucesos en Vamos a ver no solo ha consolidado su perfil profesional, sino que la ha posicionado como una voz sólida, empática y cercana para el espectador.

Nacida en Galicia, Pardo combina la calidez de su tierra con una precisión quirúrgica para manejar datos y testimonios. Su habilidad para empatizar sin perder el rigor periodístico ha sido reconocida tanto por el público como por sus compañeros. Y si algo ha quedado claro esta semana en Telecinco, es que esa profesionalidad no se apaga cuando lo que toca contar traspasa la esfera laboral y afecta directamente al equipo humano del plató.

Cuando la noticia es también pérdida.

La emisión del lunes 5 de mayo quedará grabada como una de las más emotivas en la historia reciente de El programa de AR y Vamos a ver. La repentina muerte de Carlos Bañares, auxiliar de plató de ambos espacios, sacudió a toda la redacción y transformó el inicio de semana en un tributo colectivo. A los 56 años, Bañares dejó un vacío imposible de llenar entre quienes compartían cada jornada laboral con él.

Ana Rosa Quintana, al cierre de su programa, se dirigió al público con una contención emocional que solo acentúa la magnitud de la pérdida. Su mensaje, pausado y lleno de afecto, dibujó con palabras a ese compañero silencioso pero imprescindible. «Carlos llevaba trabajando en Telecinco 18 años, 15 de ellos aquí, en este programa… Siempre que podía nos traía miel de su pueblo», recordó visiblemente emocionada.

Quintana no solo dedicó sus palabras a la audiencia; también extendió su dolor hacia los familiares de Carlos, con un mensaje directo: «Queremos dar el pésame a la madre, el hermano, la hermana y los amigos de nuestro compañero… Carlos, compañero, vuela alto. Hasta siempre». Fue un momento que mostró cómo la televisión, más allá del espectáculo, también sabe guardar silencio ante la muerte.

Tributos que nacen del corazón.

La despedida continuó en Vamos a ver, donde Joaquín Prat hizo una pausa en la escaleta para lanzar un mensaje sincero, desprovisto de artificio. «Hoy no es un programa fácil para ninguno de los que participamos… Hoy nos falta una pieza maravillosa de este puzzle, que es nuestro Charlie», dijo con la voz entrecortada. El presentador quiso reivindicar el valor de quienes sostienen los programas desde el anonimato, fuera del foco mediático.

“Somos cuatro gatos los que hacemos la tele que ustedes ven. Luego hay muchos, igual o más importantes, detrás de las cámaras”, subrayó Prat, dejando claro que la televisión se construye con muchas manos que raramente salen en pantalla. Y aunque la rutina debía seguir, lo harían con la intención de honrarlo: «Se lo vamos a dedicar a él».

En ese contexto de homenaje sincero, Patricia Pardo pidió la palabra antes de iniciar su habitual sección informativa. Lo hizo sin grandilocuencia, pero con una intensidad emocional que traspasó la pantalla: «Luz y progreso para el alma de nuestro compañero», dijo, sumándose al homenaje desde la serenidad. «Formaba parte de nuestra familia. Llevaba tanto tiempo con nosotros que era uno más», añadió, visiblemente afectada.

Cuando la entereza se convierte en ejemplo.

Lo destacable en Pardo no fue solo su emotividad, sino cómo logró mantenerse firme en un día tan cargado. Pese al nudo en la garganta, su mensaje cerró con una mirada hacia quienes también sienten la ausencia: «Por supuesto, un abrazo enorme a toda la gente que lo va a echar de menos a partir de ahora. Nosotros también lo vamos a hacer». Fue un gesto íntimo y al mismo tiempo compartido, como una vela encendida para quienes se han quedado sin su amigo y compañero.

En días como este, la profesionalidad se pone a prueba de maneras que ningún manual enseña. Y Patricia Pardo volvió a mostrar que ser periodista también implica saber comunicar el dolor sin convertirlo en espectáculo. Su tributo, breve pero cargado de significado, se sumó a una mañana en la que las emociones no se podían maquillar.

Detrás del plató, una red humana.

Lo vivido este lunes en la franja matinal de Telecinco no fue solo una despedida en directo; fue una muestra del lazo invisible que une a quienes hacen televisión juntos cada día. La pérdida de Carlos Bañares reveló una verdad poco dicha: que los equipos son familias elegidas, unidas por rutinas, afectos y complicidades silenciosas. En ese ecosistema, su figura era parte del paisaje emocional.

La capilla ardiente ya está abierta y, como dijeron sus compañeros, el programa debe continuar. Pero lo hará con una ausencia que pesa, con un hueco que ningún nuevo técnico podrá llenar del todo. Carlos ya no está entre cables y focos, pero su memoria permanecerá en cada jornada.

Y hoy, por un instante, ese nombre que solía quedarse en los créditos finales, ocupó el centro de la escena. Porque hay despedidas que no necesitan titulares: bastan las miradas, las pausas, y el eco de un «hasta siempre» que aún resuena entre las cámaras apagadas.