Nvidia, Microsoft y HP tantean la huida parcial de China mientras Apple se lo piensa dos veces

Silicon Valley lleva años buscando una puerta de salida de China y la guerra arancelaria de 2025 ha acelerado el movimiento, tal y como ha mostrado la última decisión que la Casa Blanca ha tomado sobre los chips

Abr 21, 2025 - 07:23
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Nvidia, Microsoft y HP tantean la huida parcial de China mientras Apple se lo piensa dos veces

Silicon Valley lleva años buscando una puerta de salida de China y la actual guerra arancelaria ha acelerado el movimiento. El último golpe ha llegado esta misma semana. Estados Unidos ha prohibido a Nvidia exportar a China su nuevo chip H20, diseñado específicamente para cumplir con las restricciones previas. La compañía, líder mundial de microprocesadores, tendrá que anotarse unas pérdidas de 5.500 millones de dólares en su primer trimestre fiscal como consecuencia del veto, lo que ha provocado un fuerte desplome de sus acciones. El caso de Nvidia es un aviso para todas las tecnológicas que siguen operando en o con China.

Nvidia ya fabrica chips en Arizona, HP ha trasladado parte de su producción a México y Vietnam, Microsoft ha invertido en nuevas plantas en Estados Unidos. El objetivo ante los aranceles y el cambio geopolítico pasa por diversificar operaciones, moverse y replegarse. Pero no todas las compañías pueden permitirse ese giro estratégico con la misma facilidad.

Apple es seguramente el caso más emblemático. La empresa de Cupertino sigue atrapada en una telaraña industrial tejida a lo largo de dos décadas en China. Fabricar iPhone, iPad y MacBook fuera del gigante asiático no es solo una cuestión de voluntad o de dinero.

La denominada “iPhone City de Foxconn”, ubicada en Zhengzhou, China, es una de las mayores plantas de ensamblaje del mundo. Emplea a cientos de miles de trabajadores y concentra la fabricación de gran parte de los iPhone que Apple distribuye a nivel global. Reproducir una infraestructura similar en otro país implicaría años de trabajo, inversiones multimillonarias y una fuerza laboral difícil de replicar. La cadena industrial china opera como un ecosistema profundamente integrado, donde cualquier componente puede obtenerse a escasos kilómetros del centro de ensamblaje, lo que reduce costes y tiempos de producción.

Esa eficiencia logística y operativa no tiene equivalente en India, Vietnam o México, al menos en términos de escala, integración y coordinación. Según un estudio de Boston Consulting Group, más del 90% de las empresas manufactureras estadounidenses han trasladado parte de su producción o cadena de suministro fuera de China en los últimos cinco años. Esta dinámica revela una tendencia estructural en la industria, con países como Vietnam, México e India emergiendo como nuevos polos industriales, aunque cada uno tiene sus propias limitaciones internas.

India, a pesar de sus avances sociales y económicos, sigue teniendo graves carencias en formación técnica y en infraestructura. El absentismo laboral, las restricciones culturales al empleo femenino y una elevada presencia sindical dificultan el desarrollo de una gran industria orientada a la exportación tecnológica. Por si fuera poco, la burocracia es densa y las regulaciones pueden llegar a impedir incluso despidos sin autorización estatal en empresas de cierto tamaño. Esto complica cualquier intento de escalar operaciones a la velocidad que exigen los mercados globales.

Vietnam es otro jugador cada vez más relevante. Solo en el primer trimestre de 2025 sus exportaciones de componentes electrónicos a Estados Unidos aumentaron más de un 48%. Samsung ha consolidado allí su presencia tras décadas de inversión. Otras compañías, como HP o Dell, han seguido el mismo camino. Sin embargo, la infraestructura vietnamita aún dista mucho de igualar la capacidad instalada en China. Y lo que resulta viable para ciertas líneas de productos, como portátiles de gama media, no lo es tanto para supercomputadoras, dispositivos móviles o chips de última generación.

En paralelo, muchos de estos países carecen del acceso al mercado interno que representa China. Para compañías como Apple, Nvidia o Microsoft, el país asiático no es solo una fábrica global, sino también uno de sus grandes mercados. Una retirada precipitada supondría no solo dificultades logísticas sino también un golpe comercial significativo. La presión del gobierno chino podría traducirse en boicots encubiertos, barreras administrativas o una pérdida de cuota de mercado difícil de recuperar en otras geografías.

La industria de Estados Unidos no está lista para repatriar la producción

Estados Unidos, por su parte, tampoco está preparado para absorber de forma masiva esta capacidad productiva. La relocalización de líneas completas de ensamblaje exigiría infraestructuras nuevas, una base industrial rejuvenecida y una mano de obra especializada que hoy por hoy no existe a gran escala. En 2012, Apple intentó fabricar el Mac Pro en Texas. El resultado fue problemático desde el primer minuto. Faltaban proveedores para elementos tan básicos como los tornillos. La empresa tuvo que recurrir nuevamente a China para resolver esas carencias.

Algunas compañías han optado por mover ficha a gran velocidad. Nvidia ha anunciado su intención de invertir más de 500.000 millones de dólares en cuatro años. Lo hará en infraestructuras para la inteligencia artificial (IA) dentro de Estados Unidos, utilizando las plantas que ya se beneficiaron de la ley CHIPS (Creating Helpful Incentives to Produce Semiconductors), impulsada durante la presidencia de Joe Biden. Microsoft, por su parte, ha anunciado una inversión de 80.000 millones de dólares en centros de datos de IA durante el año fiscal 2025, con más de la mitad destinada a instalaciones en Estados Unidos. Y en el caso de HP, prevé que más del 90% de sus productos vendidos en Estados Unidos se fabriquen fuera de China antes de que finalice 2025.

Pero incluso estas iniciativas no están exentas de riesgos. Además de que la diversificación de la cadena de suministro global tiene un coste y no se puede ejecutar sin consecuencias, los precios de los productos aumentarán. Ninguna empresa ni ningún consumidor han salido indemnes de un conflicto comercial. Y cuanto mayor sea su dependencia de la industria china, mayor será su exposición.

Por otro lado, Goldman Sachs ha advertido que un desacoplamiento extremo entre Estados Unidos y China podría suponer una venta masiva de activos valorada en hasta 2,5 billones de dólares, incluidos 800.000 millones en acciones chinas y 1,3 billones en bonos del Tesoro estadounidense. Además, replicar capacidades críticas como el refinado de minerales raros usados en la fabricación de componentes implicaría una inversión de entre 15.000 y 30.000 millones de dólares.