No hay gallego que no lo haga: el truco fácil para dar más sabor a los mejillones al vapor
Aunque los mejillones se comen en cualquier lugar de la costa española, negar que es la cocina gallega la que ha convertido en tótem a este molusco sería absurdo. Allí, de hecho, se producen las mayores cantidades de este sabroso bivalvo, a veces denostado en fresco, pero que alcanza cotas de éxito altísimas cuando se lleva a las conservas. Con él, por ejemplo, podemos hacer los eternos mejillones a la marinera, una de las formas más fáciles y sabrosas de sacarles partido en cocina, aunque no es la única. Si nos liamos un poco la manta a la cabeza podemos preparar los clásicos mejillones tigres, una brava versión de mejillones rebozados con bechamel y un toque picante. De hecho, el recetario español está cargado de recetas en las que los mejillones se entienden de maravilla con el picante, como también sucede con los mejillones tiberios, típicos de los bares de Zamora. Sin embargo, cuando simplemente abrimos mejillones al vapor, hay algo que todos los gallegos hacen, ya sea en casa o en restaurantes, y que apenas exige ningún esfuerzo. Eso sí, el resultado es mejillones mucho más sabrosos. Básicamente es que añadamos unas gotas de vino albariño al agua de la cocción, la justa para que los mejillones se abran y el la cantidad suficiente de vino como para perfumar el resultado final que, con la evaporación, dotará de aroma a los moluscos y reducirá su porcentaje de alcohol. Quien dice albariño, si hablamos de Galicia, podría decir otro vino blanco como algún Ribeiro o algún blanco de la Ribeira Sacra, pero en resumidas cuentas el perfil es aprovechar un vino blanco muy aromático que permita dar un poco más de sabor sin complicarnos. Imágenes | Imagen de freepik En DAP | Recetas de mejillones En DAP | Mejillones en escabeche - La noticia No hay gallego que no lo haga: el truco fácil para dar más sabor a los mejillones al vapor fue publicada originalmente en Directo al Paladar por Jaime de las Heras .

Aunque los mejillones se comen en cualquier lugar de la costa española, negar que es la cocina gallega la que ha convertido en tótem a este molusco sería absurdo. Allí, de hecho, se producen las mayores cantidades de este sabroso bivalvo, a veces denostado en fresco, pero que alcanza cotas de éxito altísimas cuando se lleva a las conservas.
Con él, por ejemplo, podemos hacer los eternos mejillones a la marinera, una de las formas más fáciles y sabrosas de sacarles partido en cocina, aunque no es la única. Si nos liamos un poco la manta a la cabeza podemos preparar los clásicos mejillones tigres, una brava versión de mejillones rebozados con bechamel y un toque picante.
De hecho, el recetario español está cargado de recetas en las que los mejillones se entienden de maravilla con el picante, como también sucede con los mejillones tiberios, típicos de los bares de Zamora.
Sin embargo, cuando simplemente abrimos mejillones al vapor, hay algo que todos los gallegos hacen, ya sea en casa o en restaurantes, y que apenas exige ningún esfuerzo. Eso sí, el resultado es mejillones mucho más sabrosos.
Básicamente es que añadamos unas gotas de vino albariño al agua de la cocción, la justa para que los mejillones se abran y el la cantidad suficiente de vino como para perfumar el resultado final que, con la evaporación, dotará de aroma a los moluscos y reducirá su porcentaje de alcohol.
Quien dice albariño, si hablamos de Galicia, podría decir otro vino blanco como algún Ribeiro o algún blanco de la Ribeira Sacra, pero en resumidas cuentas el perfil es aprovechar un vino blanco muy aromático que permita dar un poco más de sabor sin complicarnos.
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Jaime de las Heras
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