Niñez migrante: en busca de protección y el abrazo familiar
La niñez migrante también es el futuro de nuestra sociedad; por eso importante que tomemos acción como y no dejemos su bienestar únicamente en manos del Estado

La Frontera Norte de México enfrenta una dinámica migratoria particularmente compleja, marcada por dos fenómenos interrelacionados: el desplazamiento interno forzado por violencia y el tránsito de población extranjera, ambos originados en contextos de inseguridad y falta de oportunidades.
Estos movimientos afectan de manera diferenciada a mujeres, niñas, niños y adolescentes, así como a comunidades indígenas, quienes enfrentan riesgos tanto de carácter criminal, como estructurales, derivados de políticas migratorias restrictivas a nivel nacional e internacional.
Es en ese contexto que miles de niñas, niños y adolescentes emprenden cada año un trayecto a través de México, solos o acompañados, en busca de protección, reunificación familiar o mejores condiciones de vida.
A través de nuestra experiencia en campo con programas de salud, nutrición, educación y protección para la niñez migrante, desde Save the Children, hemos observado que además de los desafíos emocionales que implica abandonar su hogar, la niñez migrante suele enfrentarse a situaciones que ponen en riesgo su seguridad, incluso su vida.
Es así que, uniendo nuestra experiencia y la de Plan Internacional, realizamos el estudio “Niñez no acompañada: riesgos y violencias en la ruta migratoria por México”; una investigación creada a partir de entrevistas y grupos focales con niñas, niños y adolescentes -tanto acompañados como no acompañados- en las ciudades de Tijuana, Ciudad Juárez y Reynosa, así como con personal de organizaciones y servicios clave.
Para muchos de estas niñas, niños y adolescentes, su viaje no termina en seguridad una vez que llegan a la frontera norte de México, sino en más penurias. Las entrevistas revelan que a menudo se ven obligados a vivir en condiciones inseguras durante meses. Esta investigación explora las causas que motivan la migración de niñas, niños y adolescentes, los riesgos vividos durante el trayecto, las violencias estructurales e institucionales a las que se enfrentan, y las consecuencias emocionales, físicas y sociales de su experiencia en movilidad.
En Reynosa, por ejemplo, una de cada tres niñas entrevistadas llevaba más de seis meses viviendo en refugios para desplazados, a menudo confinadas en zonas inseguras en áreas de alto riesgo, donde incluso las libertades básicas -como salir- están restringidas por el miedo al secuestro. En Ciudad Juárez, describieron que se habían visto obligados a abandonar sus hogares para escapar de la violencia, solo para encontrarse con nuevas formas de peligro en refugios superpoblados y barrios inseguros.
La investigación también revela que el desgaste emocional de las niñas, niños y adolescentes migrantes en estas ciudades es inmenso, especialmente entre los separados de sus padres. Muchos luchan por entender por qué sus padres ya no están con ellos o por qué han estado viviendo en albergues durante largos periodos sin apenas contacto. A pesar de ello y de la angustiosa situación a la que muchos se enfrentan, el acceso a servicios de salud mental para la niñez y adolescencia migrante en estas tres ciudades es casi inexistente.
Gabriela de 16 años, forma parte de las niñas, niños y adolescentes entrevistados para la investigación, y su tránsito desde Guatemala, no solo impacta su presente, sino lo que quiere ser en un futuro: “Todos los adolescentes y niños que migran lo hacen para tener una mejor vida… Y por todo lo que yo he pasado en los albergues y mi viaje con mi hermanita, me he dado cuenta de que hay varios niños que necesitan apoyo; a mí me gustaría ser trabajadora social y dar el apoyo que a mí me brindaron, quiero trabajar en albergues ayudando a niños, dándoles fuerza y apoyo”.
Para que Gabriela logre su meta es importante una respuesta inmediata y coordinada. Esto incluye el fortalecimiento de los sistemas de protección de la niñez en las ciudades fronterizas de todo México, garantizando un acceso inclusivo y seguro a la educación y a la atención de la salud mental, y proporcionando alojamientos dignos que den prioridad a las necesidades de los niños, niñas y adolescentes -especialmente las niñas- que huyen de la violencia y la inestabilidad.
La niñez migrante también es el futuro de nuestra sociedad; por eso importante que tomemos acción como y no dejemos su bienestar únicamente en manos del Estado. Te invito a que leas la investigación, te informes y te unas a nuestra misión de mejorar el presente y potenciar el futuro de la niñez y adolescencia migrante.