Nacho Fernández, la reaparición del cerebro de River, en otro rol y con la sabiduría de los años
El experimentado volante, de 35 años, tuvo una noche de reivindicación ante Vélez
Nacho Fernández tiene 35 años. Como en todos los órdenes de la vida y más aún, en el ámbito profesional, la experiencia es una virtud indispensable. Pero no eclipsa una trampa: el inexorable paso del tiempo.
El volante, que alguna vez fue llamado el cerebro (el cerebro de River, la mente de Gallardo sobre el césped) es uno de los héroes de Madrid olvidados. Al menos, así parece en los últimos años, en los que la historia desaparece por arte de magia y el presente lo es todo.
No sólo el Bernabéu: Nacho fue parte de buena parte del exitoso primer ciclo de Gallardo, con páginas memorables, como la versión 2019, que incluye un 2 a 0 en el Monumental contra Boca de galera y bastón, la antesala de otra final de Libertadores.
Las redes sociales suelen tener una catarata de información de todo tipo y de dudoso gusto. Es libre, democrática: sirven para informar, aprender, entretenerse, opinar, ofender, denigrar. Entre tantos cuestionados en el tiempo reciente millonario (vale la pena observarlo ahora, cuando River atraviesa su mejor versión en 2025), Nacho estaba primero en la lista. O segundo, tal vez tercero.
Su futuro debía estar lejos del Monumental, escenario en el que desplegó con la simpleza de toda su vida, una bocanada de buen juego, desequilibrio y, sobre todo, la belleza de jugar en equipo. Manu Lanzini, Miguel Borja, González Pírez, Simón, Kranevitter estaban (¿lo siguen estando?) en esa nómina de la bronca cibernética, de pulso fácil en el celular.
Hay otros casos, como Gattoni y el chileno Tapia, que prácticamente no juegan nunca. Nacho, que se fue dos temporadas a Atlético Mineiro (y hasta le convirtió un gol a River en un choque de Libertadores) y volvió, tiene un registro de 291 partidos, 40 goles y 10 títulos con la banda roja sobre el pecho.
El andar irregular del equipo millonario durante 2025 que se frenó en Quito (2-2 con Independiente del Valle, luego de estar 0-2 y en la altura) y se transformó en aura a partir del superclásico (el 2-1 del genial tiro libre de Mastantuono), tuvo grajeas de Fernández. Un rato de seis partidos en el Apertura (210 minutos), 31 en la Libertadores y 69 en la Copa Argentina.
Cumplió en casi todos. Se destacó, sobre todo, en el triunfo por 4 a 1 sobre Vélez, con el diluvio de fondo, lo que provoca en el espectador una connotación mayor. El golazo que marcó sobre el sorprendido y adelantado Randall Rodríguez (21 años, a propósito de la experiencia), no fue lo único. Jugó, hizo jugar. Se sintió verdaderamente útil, luego de tanto tiempo.
Pocos pueden imaginarlo como titular. Muchos pueden considerarlo como una pieza fundamental de recambio. El símbolo silencioso, que ríe, que no levanta la voz. Que prefiere quedarse en un rol secundario.
“Nacho aprovechó muy bien los minutos en los últimos partidos que jugó, esta vez rindió muy bien, convirtió un gol y estoy feliz por eso. Eso me pone contento porque necesitamos que todos den el máximo. Cuando me demostrás que tenés el deseo de seguir compitiendo, te doy minutos y después tenés que aprovecharlos”, manifestó el Muñeco.
El zurdo desgarbado actuó en 208 partidos bajo el mando del Muñeco, solo superado por Milton Casco (252), Franco Armani (250), Enzo Pérez (215) y Leonardo Ponzio (213). “Para esos futbolistas que tal vez no tenían minutos, se requería tener la mentalidad para competir diariamente en el entrenamiento. Y para que eso suceda, debés tener una muy buena mentalidad. Estamos hablando de jugadores que han vivido un proceso muy largo conmigo, siendo exitosos en este club y quizás no han tenido muchos minutos, como los casos de Nacho Fernández o de Milton Casco: estos dos jugadores se mantuvieron durante tantos años en River por su mentalidad”, advirtió el DT.
Ignacio Fernández dejó Belo Horizonte y regresó a Núñez a fines de 2022, tuvo un brillante rendimiento en el primer semestre de 2023, cuando River fue campeón con un equipo que representó su historia, bajo el mando de Martín Demichelis.
“Tener a Nacho Fernández es una bendición”. Las palabras del anterior técnico luego de su primer partido oficial, en Santiago del Estero, fueron un presagio de lo que se vería a lo largo del semestre. El mediocampista ofensivo se hizo cargo del rol que le correspondía: ser el constructor del juego de un equipo en formación.
Capturó la camiseta número 10 que dejó Juan Fernando Quintero, tomó un rol protagónico dentro del vestuario y volvió a erigir su figura de referente. Nacho jugaba, casi siempre. Más tarde, como a casi todo el equipo, lo invadieron los vaivenes y las intermitencias.
Los olvidos.
Fue la manija del equipo de Micho, hasta el derrumbe. El regreso de Gallardo lo encontró desabrido, apagado. No era solo la edad, ni el paso del tiempo: era la cabeza, la que toda la vida le había dado lucidez. La malicia de las redes hicieron su parte.
"LA GENTE DE RIVER SIEMPRE ME HA TRATADO MUY BIEN EN LA CANCHA MÁS ALLÁ DE LAS REDES SOCIALES QUE SIEMPRE HAY ALGÚN CUESTIONAMIENTO" Nacho Fernández habló sobre su relación con el hincha Millonario.