Los 5 anfibios más extraños de México que deberías conocer hoy

México es un paraíso de biodiversidad, y sus anfibios son prueba de ello. Desde ranas que cantan en la selva hasta salamandras que sobreviven en volcanes, estas criaturas son más que curiosidades: son guardianes de ecosistemas frágiles. Con más de 400 especies de anfibios en el país, muchas están en peligro, pero pocas son tan […]

Abr 28, 2025 - 22:07
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Los 5 anfibios más extraños de México que deberías conocer hoy

México es un paraíso de biodiversidad, y sus anfibios son prueba de ello. Desde ranas que cantan en la selva hasta salamandras que sobreviven en volcanes, estas criaturas son más que curiosidades: son guardianes de ecosistemas frágiles. Con más de 400 especies de anfibios en el país, muchas están en peligro, pero pocas son tan fascinantes como estas cinco que, aunque pasan desapercibidos, tienen un impacto enorme en los ecosistemas.

Un mundo de anfibios por explorar

México es un punto global de anfibios, pero la deforestación y el cambio climático los amenazan. Conocer estas especies es el primer paso para protegerlas. Aquí te presentamos cinco anfibios mexicanos que probablemente no conocías, cada uno con una historia única. Desde los bosques nublados de Puebla hasta los suelos húmedos de Oaxaca, estos animales son un tesoro nacional.

Rana de Tláloc, la joya de los volcanes

La rana de Tláloc (Ptychohyla leonhardschultzei) brilla como una esmeralda. Habita los bosques nublados de Hidalgo y Puebla, cerca de los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl. Su piel verde con manchas doradas la hace parecer una joya viviente. Vive en arroyos cristalinos, donde sus renacuajos se aferran a las rocas. La contaminación y la pérdida de hábitat la tienen en peligro crítico. Apoya proyectos de conservación como los de la UNAM para salvar sus ríos y mantener vivos estos ecosistemas.

Anfibios mexicanos no conocidos

Cecilia mexicana, el anfibio sin patas

La cecilia mexicana (Dermophis mexicanus) parece una serpiente, pero es un anfibio sin extremidades. Este “ajolote subterráneo” se esconde en suelos húmedos de Veracruz y Oaxaca, alimentándose de lombrices. Su cuerpo viscoso y ciego está diseñado para la vida bajo tierra, pero la agricultura intensiva destruye su hábitat. Evita pesticidas en tu comunidad para proteger a estas criaturas que, al controlar plagas, mantienen los suelos saludables.

Anfibios mexicanos no conocidos

Salamandra de Xitle, la superviviente volcánica

La salamandra de Xitle (Pseudoeurycea leprosa) es una guerrera del Pedregal de San Ángel, en la CDMX. Con piel negra y manchas anaranjadas, vive entre rocas volcánicas formadas hace milenios. Se refugia bajo piedras para conservar humedad, pero la urbanización reduce su espacio. Visita el Jardín Botánico de la UNAM para aprender sobre su conservación o únete a iniciativas de reforestación en el Pedregal. Cada árbol plantado es un hogar para ella.

Anfibios mexicanos no conocidos

Sapo de crestas, el guardián de Oaxaca

El sapo de crestas (Incilius cristatus) parece un pequeño dinosaurio. Sus crestas óseas y piel rugosa lo hacen único en los bosques de Oaxaca. Canta en charcos temporales durante las lluvias, atrayendo parejas con un croar profundo. La deforestación y el cambio climático secan sus charcos, poniéndolo en riesgo. Dona a Pronatura para proteger los bosques oaxaqueños, esenciales para este y otros anfibios. Cada charco preservado es una victoria.

Anfibios mexicanos no conocidos

Rana arbórea, la cantante de la selva

La rana arbórea (Smilisca baudinii) es la voz de las selvas mexicanas. Desde Sonora hasta Chiapas, esta rana de ojos grandes y dedos pegajosos trepa árboles y canta en noches lluviosas. Su croar es un himno de la biodiversidad, pero la tala y la contaminación amenazan sus humedales. Participa en limpiezas de ríos o apoya reservas como la Selva Lacandona para salvar sus hogares. Cada humedal protegido es un escenario para su canto.

Anfibios mexicanos no conocidos

La riqueza de los anfibios mexicanos va mucho más allá de lo que imaginamos. Cada especie, con su historia y características únicas, es un recordatorio de lo extraordinario que es nuestro país en biodiversidad. Y también, una llamada de atención urgente: protegerlos es proteger la vida misma.

Así que la próxima vez que pienses en anfibios, recuerda que en algún rincón de México, una pequeña criatura está cantando, saltando o deslizándose, esperando seguir siendo parte de nuestro mundo.