Lo que me enseñó la Generación Z
4 de cada 10 jóvenes de entre 13 y 18 años cree haber tenido un problema de salud mental en el último año y la mitad de ellos no pide ayuda. El dato es...

4 de cada 10 jóvenes de entre 13 y 18 años creen haber tenido un problema de salud mental en el último año y la mitad de ellos no pide ayuda. El dato es del Barómetro de Opinión de la Infancia y la Adolescencia 2023-2024 de Unicef y lo suelta Marta, la nueva profesora del mítico colegio Zurbarán, en FoQ: La nueva generación. La frase se la he puesto yo en la boca, que me han dejado ser el creador de la nueva versión de la serie que lanzó al estrellato mundial a Úrsula Corberó. Este miércoles se emiten los dos primeros capítulos en abierto en Antena 3 (promo modo on), así que os voy a contar lo que he aprendido escribiendo esta serie sobre los chavales de la Generación Z, por si a algún padre despistado le sirve.
Lo de la salud mental hay quien cree que es porque se ha puesto de moda entre los chavales decir que tienen ansiedad. La realidad es que lo que debería ponerse de moda es saber cómo se sienten. Además, que lo de la angustia adolescente no es nuevo, existe desde mucho antes de que lo cantara Kurt Cobain, aunque antes el mundo era menos exigente con los chavales. Parte de la culpa la tiene el 5G, los móviles lo han cambiado todo. Ya no vale con ser lo más en tu grupo del colegio, ahora también debes tener aprobación en redes sociales. Pues los adultos tenemos una gran parte de culpa de eso. No hay plan antipantallas de Ayuso que remedie las consecuencias de haber criado a toda una generación con el móvil en la mano.
Hablando de padres, los adolescentes hacen de todo para diferenciarse de ellos, pero los de la Generación Z y los de la generación de nuestros abuelos, que llevar la contraria es un clásico. Por eso cuando a los protagonistas de la serie les sueltan una chapa sobre sexo advirtiéndoles de sus peligros, montan una fiesta petting. En esas se puede hacer de todo, con todos, en pareja, en tríos, rotando… No existen más allá de la ficción (creo), pero hablan de lo poco consciente que eres de los riesgos a una edad en la que te sientes inmortal. Cualquier peligro, más que alejarte, te atrae porque cuando eres adolescente la muerte es algo que ni hueles. Por eso las advertencias se convierten en retos.
Como medida disuasoria funciona regular dar lecciones y algo mejor entrar en su mundo. Eso no significa decir mucho ‘bro’, sino que va más de escuchar. Saber qué les preocupa y, si acaso, dar algún consejo, aunque lo que de verdad tienen que saber es que si la lían muy parda pueden contar contigo. El trabajo de los padres debe hacerse antes, cuando son pequeños, para que al llegar a la edad en la que tienen que tomar decisiones ya tengan puestos los cimientos. Pero que se van a equivocar, seguro.
La adolescencia es como un puzle en el que hay que ir colocando piezas que no terminarán de encajar hasta muchos años después. El resultado siempre responde a la misma pregunta: ¿quién soy? Y esa es justo la pregunta a la que, generación tras generación, responden diez de cada diez series adolescentes.