La sonda Parker vuelve a 'rozar' el Sol: ha sido de nuevo el objeto humano más cercano a nuestra estrella
La cápsula de la NASA ha tenido un nuevo acercamiento al Sol. Parker ha igualado su propio récord al volar a unos 6,1 millones de la superficie solar. La sonda viajaba a 692.000 km/h cuando ocurrió el evento cósmico.

La sonda Parker sigue desafiando los límites de la exploración espacial. El pasado 22 de marzo, la nave de la NASA volvió a ‘rozar’ el Sol, colocándose a solo 6,1 millones de kilómetros de su superficie mientras viajaba a una velocidad de 692.000 kilómetros por hora.
Con este nuevo perihelio —el punto más cercano al Sol en su órbita—, Parker iguala el récord que ya había alcanzado en diciembre, consolidándose como el objeto más rápido y más cercano a nuestra estrella jamás construido por el ser humano.
La confirmación del éxito de este sobrevuelo llegó dos días más tarde, cuando la sonda se comunicó con el equipo de operaciones en el Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins. La señal recibida indicaba que todos los sistemas funcionaban con normalidad y que la nave había soportado con éxito las durísimas condiciones del entorno solar.
Un laboratorio a un millón de grados
El Sol es una estrella de tipo enana amarilla situada a unos 150 millones de kilómetros de la Tierra. Compuesto principalmente de hidrógeno y helio, genera su energía mediante reacciones de fusión nuclear en su núcleo, donde las temperaturas alcanzan los 15 millones de grados. Aunque su superficie visible, la fotosfera, ronda los 5.500 grados Celsius, su atmósfera exterior —la corona solar— puede superar el millón de grados.
Comprender cómo se comporta esta gigantesca fuente de energía es clave para predecir fenómenos como las tormentas solares, que pueden afectar a satélites, comunicaciones y redes eléctricas en nuestro planeta.
Desde su lanzamiento en 2018, la sonda Parker tiene una misión clara: entender mejor el comportamiento del Sol desde una distancia sin precedentes. Para lograrlo, debe enfrentarse a altísimas temperaturas y a un bombardeo constante de partículas energéticas. Gracias a un sofisticado escudo térmico, Parker puede operar dentro de la corona solar y recoger datos únicos sobre el origen del viento solar y la dinámica del campo magnético solar.
Este nuevo sobrevuelo permitirá a los científicos analizar cómo se comporta el plasma solar a diferentes distancias y cómo se acelera el viento solar, un fenómeno clave para entender las tormentas solares.
Tocando el Sol para proteger la Tierra
Así, Parker no solo es un hito tecnológico: es una herramienta decisiva para la ciencia del clima espacial. Sus observaciones ayudan a mejorar la predicción de fenómenos solares extremos y contribuyen a reforzar la seguridad de las infraestructuras digitales que usamos a diario.
Este ha sido su perihelio número 23, pero la misión aún no ha terminado. En los próximos meses, la sonda seguirá completando nuevas órbitas, cada vez más cercanas al Sol. El siguiente acercamiento está previsto para junio de 2025 y será “aproximadamente a la misma distancia y velocidad”.
Hasta entonces, cada vuelo nos acerca un poco más a entender los secretos del astro que lo hace todo posible.
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