La red de gas más antigua del mundo se construyó en China hace 2.000 años con cañas de bambú
Revolución energética - Los técnicos recurrían a válvulas hechas con bambú, paja expandida o mezclas de cal y aceite para resolver averías“El bambú es la caña”: sombra, ecología, gastronomía y mucho más en una planta a la que toca podar de tópicos Tres metros, seis metros, veinte. Y seguía bajando. El bambú, que para muchos no pasa de ser una planta alta y hueca que alimenta a los osos panda, se convirtió durante siglos en la columna vertebral de un sistema de ingeniería que no tenía nada de rudimentario. Resistía presiones, filtraba líquidos, guiaba gases bajo tierra y, lo más curioso, no se partía con facilidad. Su elasticidad y ligereza lo hacían ideal para formar una red de tuberías que recorría kilómetros sin una sola junta metálica. Una red que, con los siglos, cambió la forma de extraer energía en una región entera. Zigong, una ciudad que ya era industrial antes de tiempo En pleno siglo XIX, cuando en otros rincones del planeta apenas empezaban a perforar pozos con tecnología de hierro, la ciudad china de Zigong ya funcionaba como un gran centro industrial en torno a la sal. Pero lo más sorprendente no era solo la escala del proceso, sino los materiales con los que se había construido. Las conducciones se hacían casi enteramente de bambú. Decenas de kilómetros de cañerías transportaban salmuera y gas natural, selladas con cuerda trenzada y aceite de Tung, una mezcla que garantizaba estanqueidad durante años. En 1950 aún quedaban más de 90 kilómetros operativos. A mediados del siglo XIX, la ciudad china de Zigong ya operaba como un centro industrial de la sal con más de 90 kilómetros de cañerías de bambú La extracción no era solo cuestión de fuerza bruta. Desde el periodo de los Reinos Combatientes, los trabajadores idearon formas complejas de perforación con torres construidas también en bambú, poleas y herramientas especializadas. Durante la dinastía Tang, ya se alcanzaban los 250 metros de profundidad, y para mediados del siglo XIX el pozo Shenghai superó los 1.000 metros. Cada broca tenía una forma distinta, adaptada al tipo de roca que encontraban. En algunos casos, se utilizaban cabezales con forma de lingote de plata, en otros, similares a una cola de pez. El problema era que no siempre todo salía como se esperaba. Cuando una broca se rompía o un pozo se derrumbaba, los técnicos de la época echaban mano de soluciones igual de ingeniosas: tubos de bambú con válvulas de aleta, obturaciones con paja expandida o cementos hechos con una mezcla de aceite y cal. Para muchos de estos procesos, especialmente a partir del siglo XI, se utilizaron cables flexibles de bambú que simplificaban la operación y permitían extraer herramientas atascadas o detectar zonas comprometidas. El gas natural pasó de estorbo a fuente de energía En un momento dado, la perforación dejó de centrarse solo en la salmuera. Los trabajadores comenzaron a encontrar bolsas de gas natural que al principio eran consideradas una molestia. El cambio vino cuando se descubrió que ese gas podía utilizarse para alimentar las calderas que evaporaban la salmuera. La leña escaseaba y el gas ofrecía una fuente abundante y constante de energía. Esto dio lugar a la creación de dispositivos como el tambor Kang Pen, capaz de separar salmuera y gas en una misma operación. La geología de la región también favorecía el proceso. Sichuan, una antigua cuenca marina, estaba llena de depósitos de sal y gas. Los perforadores sabían que los valles contenían salmuera y que el gas se acumulaba en zonas elevadas. Esa experiencia práctica permitió organizar una explotación continua que, con el tiempo, se convirtió en uno de los sistemas industriales más eficientes del mundo premoderno.

Revolución energética - Los técnicos recurrían a válvulas hechas con bambú, paja expandida o mezclas de cal y aceite para resolver averías
“El bambú es la caña”: sombra, ecología, gastronomía y mucho más en una planta a la que toca podar de tópicos
Tres metros, seis metros, veinte. Y seguía bajando. El bambú, que para muchos no pasa de ser una planta alta y hueca que alimenta a los osos panda, se convirtió durante siglos en la columna vertebral de un sistema de ingeniería que no tenía nada de rudimentario.
Resistía presiones, filtraba líquidos, guiaba gases bajo tierra y, lo más curioso, no se partía con facilidad. Su elasticidad y ligereza lo hacían ideal para formar una red de tuberías que recorría kilómetros sin una sola junta metálica. Una red que, con los siglos, cambió la forma de extraer energía en una región entera.
Zigong, una ciudad que ya era industrial antes de tiempo
En pleno siglo XIX, cuando en otros rincones del planeta apenas empezaban a perforar pozos con tecnología de hierro, la ciudad china de Zigong ya funcionaba como un gran centro industrial en torno a la sal. Pero lo más sorprendente no era solo la escala del proceso, sino los materiales con los que se había construido.
Las conducciones se hacían casi enteramente de bambú. Decenas de kilómetros de cañerías transportaban salmuera y gas natural, selladas con cuerda trenzada y aceite de Tung, una mezcla que garantizaba estanqueidad durante años. En 1950 aún quedaban más de 90 kilómetros operativos.
La extracción no era solo cuestión de fuerza bruta. Desde el periodo de los Reinos Combatientes, los trabajadores idearon formas complejas de perforación con torres construidas también en bambú, poleas y herramientas especializadas.
Durante la dinastía Tang, ya se alcanzaban los 250 metros de profundidad, y para mediados del siglo XIX el pozo Shenghai superó los 1.000 metros. Cada broca tenía una forma distinta, adaptada al tipo de roca que encontraban. En algunos casos, se utilizaban cabezales con forma de lingote de plata, en otros, similares a una cola de pez.
El problema era que no siempre todo salía como se esperaba. Cuando una broca se rompía o un pozo se derrumbaba, los técnicos de la época echaban mano de soluciones igual de ingeniosas: tubos de bambú con válvulas de aleta, obturaciones con paja expandida o cementos hechos con una mezcla de aceite y cal. Para muchos de estos procesos, especialmente a partir del siglo XI, se utilizaron cables flexibles de bambú que simplificaban la operación y permitían extraer herramientas atascadas o detectar zonas comprometidas.
El gas natural pasó de estorbo a fuente de energía
En un momento dado, la perforación dejó de centrarse solo en la salmuera. Los trabajadores comenzaron a encontrar bolsas de gas natural que al principio eran consideradas una molestia. El cambio vino cuando se descubrió que ese gas podía utilizarse para alimentar las calderas que evaporaban la salmuera. La leña escaseaba y el gas ofrecía una fuente abundante y constante de energía. Esto dio lugar a la creación de dispositivos como el tambor Kang Pen, capaz de separar salmuera y gas en una misma operación.
La geología de la región también favorecía el proceso. Sichuan, una antigua cuenca marina, estaba llena de depósitos de sal y gas. Los perforadores sabían que los valles contenían salmuera y que el gas se acumulaba en zonas elevadas. Esa experiencia práctica permitió organizar una explotación continua que, con el tiempo, se convirtió en uno de los sistemas industriales más eficientes del mundo premoderno.
A lo largo de los siglos, el sistema creció tanto que requirió de turnos rotativos, contratos escritos y asociaciones comerciales para mantenerlo en marcha. Muchos de esos contratos están considerados como algunos de los primeros documentos legales del país. La complejidad del sistema era tal que exigía coordinación constante entre distintos grupos de trabajo, desde los perforadores hasta quienes recogían la sal procesada o vigilaban las conducciones.
De esta manera, algo que empezó como una búsqueda de sal acabó generando una red de transporte energético sin precedentes, construida con uno de los materiales más abundantes y versátiles del país. El bambú no solo sirvió para fabricar tuberías o torres: también fue clave en la estructura de los cables, válvulas y sistemas de elevación.
No hacía falta nada más. Por eso, cuando hoy se habla del inicio de la industria energética, a menudo se olvida que China ya había logrado perforar más profundo que nadie usando solo madera, cuerda y mucho ingenio.