Cuenta Ariel Olea, copropietario de La Macanuda , que cuando las cosas se pusieron difíciles en su Buenos Aires natal toco «laburar más» y las pizzerías se transformaron también en café y bar. Allí, este porteño de familia hostelera, entendió que hay bocados que además de saciar el hambre son casi religión. La pizza lo es. Y aquí, en Madrid y de la mano de su mujer y socia la tinerfeña Paloma Rivera , le rinde culto en un local de Chamberí a imagen de esos bonaerenses que describe. La realidad supera al tópico en un lugar en el que hay una santísima trinidad: pizza, vino y café. El 'dios', con altar y camisetas originales enmarcadas, es el célebre '10'...
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