La importante decisión del rey Felipe tras enterarse del fallecimiento del Papa Francisco
El fin de una era. El papa Francisco ha fallecido en Roma a los 88 años, tras doce años de pontificado marcados por la cercanía y la reforma. Su delicado estado de salud había obligado al Vaticano a reducir drásticamente su agenda en las últimas semanas. La dificultad para leer discursos o celebrar actos rutinarios ... Leer más

El fin de una era.
El papa Francisco ha fallecido en Roma a los 88 años, tras doce años de pontificado marcados por la cercanía y la reforma. Su delicado estado de salud había obligado al Vaticano a reducir drásticamente su agenda en las últimas semanas. La dificultad para leer discursos o celebrar actos rutinarios reflejaba la fragilidad de su condición. Finalmente, la noticia de su muerte cierra un ciclo que transformó profundamente a la Iglesia Católica.
Con su partida, se cierra también una etapa donde los pobres ocuparon el centro del mensaje papal. “Los pobres son mi prioridad”, dijo Francisco en su primer acto como pontífice, una frase que se convirtió en eje rector de su liderazgo espiritual. Como jesuita argentino, imprimió a la Iglesia un carácter más universal, alejándola de su histórico eje europeo. Esta apertura le valió tanto la admiración de sectores progresistas como la crítica de los más conservadores.
En abril del año pasado, Francisco impulsó una reforma inédita en los rituales funerarios para papas. Eliminó elementos tradicionales como los tres ataúdes, el catafalco o el báculo papal, en una clara apuesta por la sobriedad. Lejos de lo ceremonial, quiso que su despedida reflejara una Iglesia más humilde y cercana. Su visión pastoral buscaba despojar de solemnidad excesiva un acto profundamente humano.
Un funeral para un pastor, no un monarca.
Estos cambios se recogen en la segunda edición del Ordo Exsequiarum Romani Pontificis, que Francisco aprobó personalmente en abril de 2024. El documento fue publicado por la Oficina para las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice y busca actualizar los rituales al espíritu de la fe contemporánea. “Porque el Papa Francisco pidió simplificar y adaptar algunos ritos para que la celebración de las exequias del Obispo de Roma expresara mejor la fe de la Iglesia en Cristo resucitado”, explicó el arzobispo Diego Ravelli. Fue una forma de dejar huella incluso en la liturgia de su propia muerte.
Francisco expresó su deseo de que su funeral mostrara “aún más que el funeral del Romano Pontífice es el de un pastor y discípulo de Cristo y no el de un poderoso hombre de este mundo”. Esta concepción se materializó en la posibilidad de ser enterrado fuera del Vaticano. El Papa eligió la basílica de Santa María la Mayor como su lugar de descanso eterno. Así rompía también con la tradición de sepultar a los pontífices en la cripta vaticana.
Otra novedad importante fue el rediseño de las llamadas tres estaciones que marcan el proceso tras la muerte de un Papa. La primera estación se realizará en la capilla privada, no en la habitación donde falleció, y el cuerpo será depositado en un único ataúd de madera con interior de zinc. Desde allí será trasladado directamente a la basílica para su exposición pública. El Palacio Apostólico ya no tiene un papel en este recorrido, en coherencia con la vida sencilla de Francisco en la residencia de Santa Marta.
Sencillez incluso en la muerte.
La segunda estación también fue adaptada: el cuerpo ya estará en su féretro cerrado desde la víspera de la misa exequial. Se expondrá directamente a los fieles en la basílica, pero sin catafalco ni báculo papal, elementos que fueron eliminados por su carga simbólica de poder. El objetivo era claro: una despedida que no engrandezca al hombre, sino que resalte su servicio. Francisco quiso que el último gesto del pontífice fuera una lección de humildad.
En la tercera estación, que corresponde al entierro, desaparece otra de las tradiciones más representativas: los tres ataúdes. Ya no habrá uno de ciprés, uno de plomo y uno de roble; solo un ataúd sencillo acogerá los restos del papa. Además, los títulos utilizados durante las ceremonias serán los mismos que para cualquier obispo. Así, el término ‘Romano Pontífice’ será sustituido por una denominación más austera.
El cambio alcanzó incluso al aparato institucional del Vaticano. Aunque se mantiene la figura del camarlengo, Francisco eliminó la llamada Cámara Apostólica. Este colegio de eclesiásticos asistía tradicionalmente al cardenal camarlengo durante la Sede Vacante. Con esta decisión, el Papa reafirma su apuesta por simplificar estructuras que consideraba innecesarias.
Una despedida global.
Aunque el Vaticano aún no ha ofrecido un parte médico oficial, medios italianos como Corriere della Sera señalan que la causa de la muerte podría haber sido un ictus. Este episodio cerebrovascular es una de las principales causas de fallecimiento en países como España. Se trata de una emergencia médica en la que cada minuto resulta vital para la supervivencia. El papa habría sido atendido en su residencia, donde se habría producido el desenlace.
El ictus, o accidente cerebrovascular, ocurre cuando el flujo de sangre al cerebro se interrumpe, lo que impide que las neuronas reciban oxígeno. Si no se actúa rápidamente, se produce un daño cerebral irreversible. Este tipo de eventos subraya la fragilidad humana, incluso en figuras de alcance global. Francisco, en su sencillez, nunca ocultó su condición mortal.
Hoy a las 20:00 horas, el cuerpo será expuesto en la capilla de Santa Marta antes de su traslado final. Así lo ha confirmado el portavoz de la Conferencia Episcopal Española, Francisco César García Magán. En ese momento también se conocerá la “certificación médica” definitiva. Será el último acto íntimo antes de su funeral público en la basílica.
La inmediata reacción del rey Felipe.
La reacción a su muerte ha sido inmediata en todas partes del mundo. El rey Felipe VI expresó su pesar, destacando su compromiso con “el amor al prójimo y la fraternidad”. En un telegrama enviado al cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio, subrayó su papel como referente ético y social. También la Reina Letizia manifestó su admiración por el legado espiritual del pontífice.
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“Nos seguirá inspirando siempre su convicción de la necesidad de llevar ánimo y consuelo a los más pobres y necesitados”, escribió el Rey. Para la Casa Real, Francisco fue un ejemplo de cómo el diálogo y el consenso pueden contribuir a un mundo más justo. Su relación con España fue cercana y respetuosa, como quedó demostrado en sus múltiples encuentros. Entre ellos destaca la visita oficial de los Reyes al Vaticano en 2014, poco después de su ascenso al trono.
El mundo despide hoy no solo a un líder espiritual, sino a un hombre que desafió el poder desde la fe. Francisco transformó el papado en una figura más accesible, humana y comprometida con las periferias. Su muerte marca el fin de una era, pero su mensaje seguirá vivo en quienes creen en una Iglesia al servicio de todos. Su herencia espiritual se medirá en actos, no en monumentos.