La hermana del Papa. María Elena y su “profética” declaración en el momento en que Jorge Bergoglio se convertía en Francisco
En marzo de 2003, la menor de la familia habló con ¡HOLA! Argentina y se animó a decir cómo imaginaba que sería el papado del primer pontífice latinoamericano

María Elena es la menor de los cinco hermanos Bergoglio y la única que sobrevive. Muy unida a su hermano mayor, Jorge -quien le llevaba doce años- lo vió por última vez cuando él partió a Roma para asistir al cónclave que lo convirtió en papa Francisco, en marzo de 2013. Pero siempre mantuvieron una relación entrañable y cercana, que no se deterioró con la distancia. En aquel momento, habló con ¡HOLA! Argentina sobre su famoso hermano. Hoy, con su salud deteriorada, vive bajo el cuidado de unas monjas.
“Jorge será un Papa que cambiará nuestra Iglesia”
En una casa de ladrillos a la vista y techo de tejas, en la localidad de Ituzaingó, vive María Elena Bergoglio, la hermana del papa Francisco. Hace casi treinta años que “Mariela” –así la llaman sus amigos y vecinos– reside en la zona oeste del Gran Buenos Aires. Ama de casa y separada, hasta hace unos días su vida transcurría en la tranquilidad junto a sus dos hijos, Jorge, arquitecto y José, empleado de comercio. Sin embargo, desde el miércoles 13, cuando el cardenal francés Jean-Louis Tauran anunció al mundo la designación del nuevo Pontífice, la rutina de la señora Bergoglio cambió en un instante. “Fue cuestión de segundos. Apenas nombraron a mi hermano, el teléfono comenzó a sonar. Y así estuvo todo el día. Tampoco pude dormir mucho. Hoy quise tomarme una siesta para descansar un rato, pero enseguida llamaron a la puerta. Lo primero que pensé fue que las cosas ya no iban a ser como antes. Y me parece que no me equivoqué. Mi vida realmente cambió”, cuenta “Mariela”, 24 horas después de la elección del primer pontífice latinoamericano.
–¿Cómo vive este momento?
–Es un revuelo muy grande, pero sé que con el transcurso de los días, poco a poco, voy a ir asimilando el hecho de que de repente tengo un hermano papa. Necesito conectarme con mis sentimientos, con toda esta revolución de emociones que me llenan de felicidad pero que todavía no me dejan dormir.
–¿Qué tal es Jorge Bergoglio como hermano?
–Entre los dos hay mucha diferencia de edad, doce años. Y si bien nunca jugamos juntos, él siempre fue un hermano muy compañero, muy presente más allá de las distancias y sus compromisos con la Iglesia. Hablamos una vez por semana, nos escribimos cartas y nos organizamos para compartir algún que otro almuerzo familiar donde hasta hace un tiempo él cocinaba. Porque le encanta hacer sus calamares rellenos o los risottos de hongos, que aprendió de una receta heredada de nuestra abuela italiana.
–¿Qué es lo que más admira de él?
–Su gran corazón y la claridad que tiene para transmitir sus ideas. Esa es una cualidad que siempre admiré en Jorge: la simpleza con la que comparte su pensamiento. Mi hermano es una persona muy reflexiva que inevitablemente te obliga a pensar.
–¿Cómo lo ve en su rol de Papa?
–Conociéndolo, siento que va a llegar a producir cambios en la Iglesia. No solo porque es un hombre íntegro, de carácter firme y convicciones admirables, sino porque va a contar con el apoyo de todos nosotros a través de la oración. Desde que tengo memoria, lo escucho a Jorge pidiéndonos que recemos por él. Así hizo su camino.
–Hace un tiempo usted confesó que no quería que fuera el sucesor de Benedicto XVI. ¿Por qué?
–Porque siento, tal vez me equivoque, que el rol del Papa es una tarea muy exigente, en la que todos los días se toman decisiones en soledad. Va a ser duro para él estar lejos de Buenos Aires. Va a ser difícil para todos. Hoy pensaba que, a pesar de las distancias, los dos seguimos el mismo camino pero desde lejos.
–Todavía no tuvo la posibilidad de hablar con su hermano. Si pudiera conversar con él ahora, ¿qué es lo primero que le diría?
–Nada. Creo que lo abrazaría fuerte y lloraría con él. En estas cuestiones, Jorge es tan sensible como yo.