La epilepsia en perros: causas, biología y diferencias con humanos

A medida que se sepa más sobre la epilepsia canina, se podrá aplicar a la investigación en humanos.

Abr 5, 2025 - 10:00
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La epilepsia en perros: causas, biología y diferencias con humanos

El pasado 26 de marzo se celebró el Día de la Concienciación de la Epilepsia, conocido como Día Púrpura, una iniciativa creada en 2008 por Cassidy Megan con el objetivo de visibilizar esta enfermedad neurológica. Esta condición también afecta a muchas especies animales no humanas, incluidos perros, gatos, caballos y primates. En el caso de los cánidos, su estudio es especialmente relevante debido a la alta prevalencia dentro de algunas razas y su posible relación con la domesticación.

Según datos facilitados por la Real Sociedad Canina de España (RSCE), se estima que la epilepsia afecta aproximadamente al 0,6% de la población canina en España, lo que representa más de 55.000 perros. Sus causas son diversas y van desde factores genéticos hasta lesiones cerebrales adquiridas, pero aún existen muchas preguntas abiertas sobre los mecanismos biológicos que la desencadenan y sobre si el proceso es el mismo que en nuestra especie.

El origen biológico de la epilepsia canina

La epilepsia es un trastorno neurológico caracterizado por la aparición recurrente de convulsiones, resultado de una actividad eléctrica anormal en el cerebro. En condiciones normales, las neuronas envían y reciben señales eléctricas de manera equilibrada, reguladas por sustancias llamadas neurotransmisores. Estos pueden ser excitatorios, estimulando la actividad neuronal, o inhibitorios, reduciéndola. Cuando hay un desequilibrio en este sistema, por ejemplo, un exceso de excitación o una deficiencia en la inhibición, se pueden generar descargas eléctricas anormales que provocan una crisis epiléptica.

En los perros, puede clasificarse en distintos tipos según su origen. La epilepsia idiopática es aquella en la que no se encuentra una causa estructural ni metabólica evidente, pero se asume que tiene un componente genético. Esta forma de epilepsia suele manifestarse en perros de entre uno y cinco años de edad y se ha identificado en diversas razas con predisposición hereditaria. Algunas investigaciones (Canine Health Foundation) han encontrado mutaciones específicas en genes como el LGI2 en perros de la raza lagotto romagnolo, lo que refuerza la hipótesis de un origen genético en ciertos casos.

Además del lagotto, se ha observado que presentan una mayor predisposición a desarrollar epilepsia idiopática las razas del pastor alemán, el beagle, el labrador retriever y el bóxer. Existen estudios (Tufts' Canine and Feline Breeding and Genetics Conference, 2007) que han planteado que la domesticación podría haber influido en la mayor prevalencia de epilepsia en perros en comparación con sus parientes salvajes, ya que los lobos raramente presentan convulsiones de manera espontánea.

Otro tipo es la epilepsia estructural, que aparece como consecuencia de daños en el cerebro. Puede deberse a traumatismos, inflamaciones cerebrales, tumores, malformaciones congénitas o problemas vasculares, como los accidentes cerebrovasculares. Estos daños pueden detectarse mediante resonancias magnéticas o análisis del líquido cefalorraquídeo, ayudando a establecer un diagnóstico más preciso y a determinar el tratamiento más adecuado.

También existen las crisis reactivas, que se producen en respuesta a alteraciones metabólicas o la exposición a toxinas. No se consideran epilepsia en sí, ya que no están causadas por una disfunción propia del cerebro, sino por factores externos como insuficiencia hepática, hipoglucemia o intoxicaciones. Identificar la causa subyacente es crucial, ya que el tratamiento no se basa en fármacos antiepilépticos, sino en resolver el problema que está afectando al organismo.

Similitudes y diferencias con la epilepsia en humanos

Si bien la epilepsia en perros y humanos comparte muchas características, existen diferencias en su manifestación y clasificación. Mientras que en humanos los síntomas pueden incluir sensaciones subjetivas previas a una crisis (aura), en perros es más difícil identificar estos signos debido a la falta de comunicación verbal.

En ambos casos, los episodios pueden dividirse en convulsiones generalizadas, que afectan a todo el cerebro, y focales, que involucran solo una región cerebral. Sin embargo, la clasificación de las crisis epilépticas en perros es un área en desarrollo y aún no existe un consenso universal como en la medicina humana.

Aunque la epilepsia también se ha observado en otros cánidos, no se han realizado estudios tan detallados como en los perros domésticos. Se han documentado convulsiones en lobos y zorros, pero la mayoría de los casos conocidos se han dado en animales en cautividad, lo que deja abierta la pregunta sobre cuán frecuente es la enfermedad en especies silvestres.

Lo que sí se ha visto es que los procesos fisiológicos que llevan a una crisis epiléptica en los perros parecen ser similares a los que se observan en los humanos, lo que ha permitido que los perros sean estudiados como modelos para comprender mejor la epilepsia humana y desarrollar nuevos tratamientos que puedan beneficiar a ambas especies.

Importancia del diagnóstico y la cría responsable

El diagnóstico de la epilepsia en perros requiere pruebas como análisis de sangre y resonancias magnéticas para descartar otras patologías. Una vez diagnosticada, el tratamiento suele basarse en fármacos antiepilépticos.

Dado el componente genético de muchas formas de epilepsia entre los perros, la Real Sociedad Canina de España subraya la importancia de una cría responsable para reducir la transmisión de la enfermedad. La selección adecuada de reproductores puede contribuir significativamente a disminuir la incidencia de la epilepsia en futuras generaciones de perros.

Este llamamiento también debe extenderse a los potenciales compradores interesados en adquirir algunas de las razas con predisposición hereditaria, que deben solicitar a los criadores las certificaciones o pruebas genéticas que garanticen que sus líneas están libres de esta enfermedad. Solo así se promoverá una tenencia ética y se evitará perpetuar condiciones que afectan el bienestar de los animales.