La aridez del acceso a la vivienda para las personas con discapacidad intelectual

La falta de viviendas adaptadas, la escasez de recursos económicos y las pocas oportunidades laborales para las personas con discapacidad intelectual son algunas de las principales causas por las que a la gran mayoría de esta población les resulta más complicado tener una vida independiente. La entrada La aridez del acceso a la vivienda para las personas con discapacidad intelectual se publicó primero en Ethic.

Abr 25, 2025 - 12:18
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La aridez del acceso a la vivienda para las personas con discapacidad intelectual

La vivienda es un espacio en el que cultivamos nuestra esencia, nos cuestionamos, tomamos decisiones, crecemos. Cabría pensar entonces que es un sitio que deberíamos poder elegir, además de habitar como queremos y experimentar la libertad correspondiente a nuestro paso por la adultez.

Sin embargo, dar con este espacio supone más que un desafío para las personas con discapacidad intelectual, un grupo de la población para el que se dificulta este aspecto y, como consecuencia, también la toma de decisiones, el crecimiento personal, y, en definitiva, la autonomía. Porque si hay dos cosas que estructuran nuestra autonomía, esas son el empleo y la vivienda. Dos palabras que se vuelven áridas cuando las pensamos desde la perspectiva de estas personas.

Tan áridas que, si llevamos la vivienda a cifras, podemos hacernos una idea de la magnitud del problema que atañe casi a 3 de cada 4 personas con discapacidad intelectual en España. Según un estudio que hemos realizado en la Fundación Alex Rivera junto con la Fundación PWC, esta proporción del colectivo constituido por 300.000 personas, de las cuales 180.000 son adultos, sigue viviendo con sus familias. Esto se debe en parte a factores como la tradición cultural, pero también a que para ellos no existen opciones ni apoyos con los que puedan vivir de forma independiente en una vivienda no institucional.

Y es que la falta de viviendas adaptadas, la escasez de recursos económicos y las pocas oportunidades laborales para las personas con discapacidad intelectual, son algunas de las principales causas por las que a la gran mayoría de esta población les resulta más complicado tener una vida independiente.

Esto nos lleva a concluir que al no buscar la forma de resolver dicha realidad que hemos catalogado como árida, actuamos en contra de la aspiración de las personas con discapacidad intelectual a quienes les hemos preguntado y casi 1 de cada 2, es decir, el 45,5%, manifestó que le gustaría independizarse en una vivienda no institucional, dependiendo del caso, en un piso propio, compartido o tutelado.

Tras esta reflexión, es inevitable preguntarnos, en un ejercicio de autocrítica, si somos nosotros como sociedad los que perpetuamos ciertas barreras a las que se enfrentan las personas con discapacidad. Me temo que la respuesta es que sí, y que esto se debe, en parte, a un profundo desconocimiento de la realidad que viven estas personas y sus potenciales. Hace falta preguntarles, escuchar, detectar las carencias y actuar, hace falta profundizar en sus sueños sin miedo a poner en evidencia lo que ignoramos y qué tanto hemos escondido bajo la alfombra. Porque se trata de ellos y de lo que podemos hacer para impulsar su integración en la sociedad como personas de pleno derecho.

Hace falta profundizar en sus sueños sin miedo a poner en evidencia lo que ignoramos y qué tanto hemos escondido bajo la alfombra

En el sector de la vivienda, es urgente solucionar la escasez de recursos o la falta de apoyo personalizado para realizar actividades de la vida diaria de forma independiente. Sabemos que los apoyos más demandados son los requeridos para alcanzar la vida autónoma, esos que tienen que ver con la gestión del dinero, cocinar o saber qué hacer en caso de enfermarse. Esto es algo que se puede conseguir con formación, apoyo de personal social o incluso a través de la tecnología y la inteligencia artificial, porque para que las personas con discapacidad intelectual puedan tener una vida independiente, deben entrar en juego las nuevas tecnologías y fórmulas innovadoras ya que las tenemos al alcance y aquí es donde ponemos nuestro foco en Fundación Alex Rivera.

Asimismo, cabe destacar que la tasa de desempleo para personas con discapacidad intelectual se eleva a casi el 80%, lo que restringe las posibilidades de alquilar o comprar una vivienda. En este aspecto, las empresas también tienen un rol protagonista al ser las principales generadoras de empleos de calidad.

Por si fuera poco, faltan alternativas habitacionales adecuadas y existe una escasez de ayudas que dificultan la inclusión y el paso a una desinstitucionalización, cuando está visto que los modelos de vivienda no institucionales tienen un impacto positivo en la calidad de vida de las personas con discapacidad intelectual, cuestión que claramente dificulta la labor de la búsqueda de una vivienda para dichas personas.

Este fue el reto que nos marcamos en Fundación Alex Rivera, dentro de nuestra misión de mejorar la vida de las personas con Síndrome de Down y otras discapacidades, con foco en materia de viviendas, empleo y visibilidad: poder ofrecer una solución de vivienda para las personas con discapacidad intelectual. Así nació nuestra plataforma de alquiler de vivienda Badi Impulsa que desarrollamos junto con Badi y Plena Inclusión Madrid para lanzar el primer portal de vivienda especializado en la búsqueda de viviendas accesibles y con apoyos para personas dentro de este colectivo.

Esta plataforma supone un gran avance en la promoción de la autonomía y la inclusión de las personas con discapacidad intelectual, ya que gracias a ella les ofrecemos la posibilidad de tomar decisiones sobre su vivienda y vida independiente. A través de Badi Impulsa pueden identificar una vivienda en función de sus intereses y necesidades de apoyo, de manera normalizada y accesible, y con mayor transparencia y así dar un paso más para cumplir el sueño de vivir una vida independiente. Porque con el esfuerzo de todos, entidades sociales, empresas privadas del sector inmobiliario, tecnológicas, sector público, personas con discapacidad intelectual y sus familias, podremos construir una nueva sociedad en la que todo el mundo pueda formar parte activa y, sin lugar a duda, las personas con discapacidad intelectual son un colectivo que tiene mucho que decir y aportar. Para eso, necesitan habitar un espacio en el que elegir, equivocarse y crecer, lejos de la aridez. Este sería un buen comienzo.


Ana Marshall es CEO de la Fundación Álex Rivera

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