La aldea de Córdoba sin Wifi ni cobertura que tiene sólo 30 habitantes
En plena línea divisoria —imaginaria, por supuesto— que separa la provincia de Córdoba y Granada , a 93 kilómetros de la capital cordobesa y prácticamente a la misma distancia de la capital nazarí, se encuentra El Tarajal , una minúscula aldea con apenas 30 habitantes. Este rincón perteneciente al municipio de Priego de Córdoba y olvidado de las tecnologías, fue protagonista durante la tarde del pasado jueves en el programa 'Andalucía Directo' que emite Canal Sur, pues se desplazaron hasta la aldea varios reporteros para hablar con los vecinos que residen y mostrar como es su día a día casi alejados de la sociedad. El tipo de arbusto conocido por el nombre de taraje es quien otorga el nombre en alusión a la abundancia de este tipo de vegetación en la zona. Tarajal se ha convertido en refugio para aquellos que buscan tranquilidad y rodearse de un entorno pacífico incluso lejos de su casa, pues precisamente el programa entrevista a dos matrimonios; uno de origen belga y otro argentino , quienes afirman que para ellos «esto es el paraíso». La característica más llamativa es el hermetismo con el que viven los residentes, pues son incapaces de tener cobertura en todo el municipio y de realizar la compra sin tener que desplazarse; dos elementos de lo más cotidiano. En lo que respecta al primero, aseguran para el programa que su remedio es realizar las llamadas vía satélite, mientras que la solución para el segundo es acudir a Priego, pueblo al que pertenecen y el más cercano para poder comprar bienes básicos. «Lo único que llega es el pan», como declara uno de los vecinos, además de la garantía de que «quien se quiera esconder de alguien se puede venir aquí que ni lo van a llamar» , comenta con tono humorístico otro habitante. La vida en El Tarajal transcurre con calma hasta tal punto que es el ejemplo perfecto de cómo la desconexión digital puede convertirse en una conexión con la naturaleza y la vida misma, algo impensable para la mayoría al convivir con los ritmos de un mundo cada vez más frenético y digitalizado.
En plena línea divisoria —imaginaria, por supuesto— que separa la provincia de Córdoba y Granada , a 93 kilómetros de la capital cordobesa y prácticamente a la misma distancia de la capital nazarí, se encuentra El Tarajal , una minúscula aldea con apenas 30 habitantes. Este rincón perteneciente al municipio de Priego de Córdoba y olvidado de las tecnologías, fue protagonista durante la tarde del pasado jueves en el programa 'Andalucía Directo' que emite Canal Sur, pues se desplazaron hasta la aldea varios reporteros para hablar con los vecinos que residen y mostrar como es su día a día casi alejados de la sociedad. El tipo de arbusto conocido por el nombre de taraje es quien otorga el nombre en alusión a la abundancia de este tipo de vegetación en la zona. Tarajal se ha convertido en refugio para aquellos que buscan tranquilidad y rodearse de un entorno pacífico incluso lejos de su casa, pues precisamente el programa entrevista a dos matrimonios; uno de origen belga y otro argentino , quienes afirman que para ellos «esto es el paraíso». La característica más llamativa es el hermetismo con el que viven los residentes, pues son incapaces de tener cobertura en todo el municipio y de realizar la compra sin tener que desplazarse; dos elementos de lo más cotidiano. En lo que respecta al primero, aseguran para el programa que su remedio es realizar las llamadas vía satélite, mientras que la solución para el segundo es acudir a Priego, pueblo al que pertenecen y el más cercano para poder comprar bienes básicos. «Lo único que llega es el pan», como declara uno de los vecinos, además de la garantía de que «quien se quiera esconder de alguien se puede venir aquí que ni lo van a llamar» , comenta con tono humorístico otro habitante. La vida en El Tarajal transcurre con calma hasta tal punto que es el ejemplo perfecto de cómo la desconexión digital puede convertirse en una conexión con la naturaleza y la vida misma, algo impensable para la mayoría al convivir con los ritmos de un mundo cada vez más frenético y digitalizado.
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