Joël Dicker : «Ser lector es tener poder sobre ti mismo y sobre la sociedad»

Joël Dicker no publicó a la primera 'La verdad del caso Harry Quebert' . Cinco libros previos fueron rechazados editorial tras editorial hasta que llegó a la del francés Bernard de Fallois. Fue el único que creyó en él y mantuvieron una relación muy estrecha hasta la muerte del segundo, en 2018. «Cuando él falleció no quise traicionarle con otra editorial y decidí crear la mía propia», relata a ABC. Mantener la autenticidad continúa siendo su 'leitmotiv' y de ahí que ahora haya aplicado a su propia trayectoria literaria uno de los giros inesperados que han hecho tan célebres sus libros. Con 'La muy catastrófica visita al zoo' (Alfaguara), cambia los crímenes y las investigaciones por la pequeña Josephine y sus cinco compañeros de clase de un colegio especial que no cejan en el empeño hasta dar con el culpable de que su centro se inundase y tuvieran que mudarse a un colegio 'normal'. «Tenía ganas de hacer algo así, pero no fue premeditado. No pensé: 'Mi próximo libro va a ser distinto'. Por eso para mí es continuar con lo anterior. También hay un ADN que es mi forma de escribir, me encontráis ahí. Pero al mismo tiempo es diferente. Cuando lo terminé pensé: '¿Qué he hecho? ¿Querrán mis lectores otra novela negra?' Pero me di cuenta de que lo que hace falta es que sea fiel a mí mismo, a mi trabajo. Esa respuesta es lo que me animó a seguir», rememora. Por pura serendipia, con esta vuelta de tuerca ha logrado encontrar una limitación de la inteligencia artificial. Ninguna hubiera podido escribir este libro si alguien le pide que lo haga al estilo Dicker, por su punto de ruptura con lo anterior. «Es la prueba de que solo reproduce elementos que ya existen. Reescribe lo mismo, pero sería incapaz de hacer un libro así», señala. Pero lo que realmente iba buscando el autor era algo más esencial: escribir una historia capaz de entusiasmar y hacer lectores de todas las edades . «Ser lector es tener poder. Sobre ti mismo y sobre la sociedad. Nos permite definir qué es lo que queremos y qué queremos llegar a ser como personas. No es fácil construirse y la lectura activa nuestro cerebro para que lo comprendamos. Es, por tanto, un elemento esencial en el funcionamiento del mundo», defiende. Pero a Dicker no le vale solo con leer, hay que poner la lectura en común, tiene que abarcar a mayores y a pequeños; estar en el centro de la sociedad. «'La muy catastrófica visita al zoo' es como una película donde todo el mundo se encuentra. Ahora confiamos en la música, en el cine o en el fútbol, pero la literatura tiene también ese rol de cemento social , de hacernos compartir cosas. Esta mañana mientras desayunábamos podíamos hablar del partido del Arsenal y el Real Madrid , o decir: 'Oye, ¿te has leído este capítulo del libro? ¿Te imaginabas que iba a pasar eso?'. Tenemos muchas divergencias entre nosotros y es normal porque somos muy diferentes. Por eso hace falta cultivar puntos de convergencia sobre los que, aunque no estemos de acuerdo, poder discutir. Eso no ocurre en política, por ejemplo. Ahí nos ponemos muy agresivos enseguida. Pero podemos utilizar estos elementos dentro de la literatura para construir este sistema fuerte». ¿Y cómo unir a grandes, medianos y pequeños en torno a una misma historia? Pues con humor , que siempre rebaja tensiones. La lógica infantil desde la que escribe el autor sirve en bandeja ingeniosos juegos de palabras y malentendidos, al tiempo que pone en evidencia nuestras creencias más comunes en cuanto a la democracia y la diversidad. Que sea una lectura intergeneracional subraya que nunca es demasiado pronto ni demasiado tarde para darle una vuelta al sistema y comprender su importancia. Dicker explica la democracia a través de una pizza y un brócoli . En el colegio se cenará lo que elija la mayoría. «Me encantó la idea de la escuela porque me permitía darle voz a los padres. Y los padres, entre los que me incluyo, siempre son insoportables. El director tenía que buscar la forma de explicar el concepto a los niños sin ponerse en contra a los padres. Y el brócoli y la pizza representan muy bien la idea de la política. La pizza es lo que queremos, lo que nos hace sentirnos cómodos, se parece a escuchar promesas. El brócoli apetece menos, nunca soñamos con comerlo, pero es lo más saludable». Los padres también representan en el libro a la minoría ruidosa que logra imponerse a la mayoría silenciosa: «Si todos usáramos nuestra voz, sin gritar, sería suficiente para acabar con el ruido. Pero si mil personas se callan, solo hace falta que una grite. Hay que respetar al otro siempre, pero es importante expresarse ». Para Dicker no hacen escuchar su voz los que no sienten que hay que proteger la democracia: «No van a votar, no hablan a sus hijos del tema... Luego hay gente que sí, que discute y que sigue los principios del populismo. Y así es como llegamos a veces a elecciones que no tienen ni pies ni cabeza . En Estados Unidos habrá gente que haya votado a Trump y que piense que lo que está haciendo es l

Abr 9, 2025 - 18:57
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Joël Dicker : «Ser lector es tener poder sobre ti mismo y sobre la sociedad»
Joël Dicker no publicó a la primera 'La verdad del caso Harry Quebert' . Cinco libros previos fueron rechazados editorial tras editorial hasta que llegó a la del francés Bernard de Fallois. Fue el único que creyó en él y mantuvieron una relación muy estrecha hasta la muerte del segundo, en 2018. «Cuando él falleció no quise traicionarle con otra editorial y decidí crear la mía propia», relata a ABC. Mantener la autenticidad continúa siendo su 'leitmotiv' y de ahí que ahora haya aplicado a su propia trayectoria literaria uno de los giros inesperados que han hecho tan célebres sus libros. Con 'La muy catastrófica visita al zoo' (Alfaguara), cambia los crímenes y las investigaciones por la pequeña Josephine y sus cinco compañeros de clase de un colegio especial que no cejan en el empeño hasta dar con el culpable de que su centro se inundase y tuvieran que mudarse a un colegio 'normal'. «Tenía ganas de hacer algo así, pero no fue premeditado. No pensé: 'Mi próximo libro va a ser distinto'. Por eso para mí es continuar con lo anterior. También hay un ADN que es mi forma de escribir, me encontráis ahí. Pero al mismo tiempo es diferente. Cuando lo terminé pensé: '¿Qué he hecho? ¿Querrán mis lectores otra novela negra?' Pero me di cuenta de que lo que hace falta es que sea fiel a mí mismo, a mi trabajo. Esa respuesta es lo que me animó a seguir», rememora. Por pura serendipia, con esta vuelta de tuerca ha logrado encontrar una limitación de la inteligencia artificial. Ninguna hubiera podido escribir este libro si alguien le pide que lo haga al estilo Dicker, por su punto de ruptura con lo anterior. «Es la prueba de que solo reproduce elementos que ya existen. Reescribe lo mismo, pero sería incapaz de hacer un libro así», señala. Pero lo que realmente iba buscando el autor era algo más esencial: escribir una historia capaz de entusiasmar y hacer lectores de todas las edades . «Ser lector es tener poder. Sobre ti mismo y sobre la sociedad. Nos permite definir qué es lo que queremos y qué queremos llegar a ser como personas. No es fácil construirse y la lectura activa nuestro cerebro para que lo comprendamos. Es, por tanto, un elemento esencial en el funcionamiento del mundo», defiende. Pero a Dicker no le vale solo con leer, hay que poner la lectura en común, tiene que abarcar a mayores y a pequeños; estar en el centro de la sociedad. «'La muy catastrófica visita al zoo' es como una película donde todo el mundo se encuentra. Ahora confiamos en la música, en el cine o en el fútbol, pero la literatura tiene también ese rol de cemento social , de hacernos compartir cosas. Esta mañana mientras desayunábamos podíamos hablar del partido del Arsenal y el Real Madrid , o decir: 'Oye, ¿te has leído este capítulo del libro? ¿Te imaginabas que iba a pasar eso?'. Tenemos muchas divergencias entre nosotros y es normal porque somos muy diferentes. Por eso hace falta cultivar puntos de convergencia sobre los que, aunque no estemos de acuerdo, poder discutir. Eso no ocurre en política, por ejemplo. Ahí nos ponemos muy agresivos enseguida. Pero podemos utilizar estos elementos dentro de la literatura para construir este sistema fuerte». ¿Y cómo unir a grandes, medianos y pequeños en torno a una misma historia? Pues con humor , que siempre rebaja tensiones. La lógica infantil desde la que escribe el autor sirve en bandeja ingeniosos juegos de palabras y malentendidos, al tiempo que pone en evidencia nuestras creencias más comunes en cuanto a la democracia y la diversidad. Que sea una lectura intergeneracional subraya que nunca es demasiado pronto ni demasiado tarde para darle una vuelta al sistema y comprender su importancia. Dicker explica la democracia a través de una pizza y un brócoli . En el colegio se cenará lo que elija la mayoría. «Me encantó la idea de la escuela porque me permitía darle voz a los padres. Y los padres, entre los que me incluyo, siempre son insoportables. El director tenía que buscar la forma de explicar el concepto a los niños sin ponerse en contra a los padres. Y el brócoli y la pizza representan muy bien la idea de la política. La pizza es lo que queremos, lo que nos hace sentirnos cómodos, se parece a escuchar promesas. El brócoli apetece menos, nunca soñamos con comerlo, pero es lo más saludable». Los padres también representan en el libro a la minoría ruidosa que logra imponerse a la mayoría silenciosa: «Si todos usáramos nuestra voz, sin gritar, sería suficiente para acabar con el ruido. Pero si mil personas se callan, solo hace falta que una grite. Hay que respetar al otro siempre, pero es importante expresarse ». Para Dicker no hacen escuchar su voz los que no sienten que hay que proteger la democracia: «No van a votar, no hablan a sus hijos del tema... Luego hay gente que sí, que discute y que sigue los principios del populismo. Y así es como llegamos a veces a elecciones que no tienen ni pies ni cabeza . En Estados Unidos habrá gente que haya votado a Trump y que piense que lo que está haciendo es lo que querían. Es horrible, pero por lo menos eso era lo que buscaban. Pero también habrá personas que le habrán votado porque les caía bien o lo que sea y estarán diciendo: 'Mierda, ¿qué está pasando?'. No sabían lo que estaban votando y ese es el peligro de la democracia. Hace falta que la gente tenga conciencia, se haga responsable, y diga: 'Oye, mi voz cuenta realmente'». La pizza y el brócoli también le sirven a Dicker para poner de relieve la importancia de proteger la diversidad , clave cuando de convivir en las aulas se trata. «Tú no sabes a qué minoría vas a pertenecer mañana. Protegiendo a todo el mundo, te proteges a ti. Si construimos un mundo seguro para el otro, el mundo es seguro para ti». Para conseguirlo, el autor vuelve al principio y cierra el círculo: «Si leemos, somos capaces de entender los desafíos de nuestra sociedad, de entender nuestro rol en la democracia, de reforzarla. Un ciudadano que lee es mucho menos manipulable . Con personas que no leen la democracia está en peligro».