IU presiona para cerrar antes de julio su primer pacto con Podemos tras la ruptura de Sumar
Andalucía se perfila, como ya lo fue hace tres años, como el territorio que servirá de termómetro de las maltrechas relaciones entre los partidos de la...

Andalucía se perfila, como ya lo fue hace tres años, como el territorio que servirá de termómetro de las maltrechas relaciones entre los partidos de la izquierda a la izquierda del PSOE. La comunidad más poblada de España será la que dé el pistoletazo de salida al próximo ciclo electoral, puesto que sus elecciones autonómicas están previstas, como tarde, para junio de 2026. Allí, las relaciones no son tan inexistentes como en otros lugares, puesto que IU, Podemos y Sumar comparten grupo en el Parlamento de Andalucía. E IU quiere que esa alianza se consolide de cara a los siguientes comicios, aunque rechaza llevar las negociaciones hasta el último momento y sitúa junio como el mes clave que determinará si se alcanza (o no) un acuerdo de coalición.
Todos los actores (fundamentalmente, Podemos, IU y Sumar) son conscientes de que, aunque las próximas elecciones tendrán lugar solo en Andalucía, un acuerdo allí supondría un enorme cambio de paradigma que tendría ecos a nivel estatal y que allanaría el camino para un entendimiento en 2027, cuando están previstos los comicios generales. Por eso, las conversaciones son miradas con lupa por las direcciones nacionales de los partidos, que además, en el caso de Podemos, tendrán la última palabra sobre el acuerdo, puesto que los estatutos de los morados señalan que la cúpula que lidera Ione Belarra tiene derecho a someter a votación de su militancia "los criterios marco" que deben cumplir los pactos electorales a nivel autonómico.
Los contactos entre las organizaciones llevan meses produciéndose, a lo que ayuda el hecho de que, a diferencia de lo que ocurre en el Congreso, IU, Podemos y Sumar compartan grupo parlamentario en el Parlamento de Andalucía. Pero, hasta el momento, no se ha alcanzado ningún acuerdo tangible, y el tiempo corre, especialmente si el presidente andaluz Juanma Moreno Bonilla decidiera convocar las elecciones antes de la fecha ordinaria de junio del año que viene. Nadie quiere repetir, además, la experiencia de 2022, cuando los desencuentros entre Podemos, por un lado, e IU y Yolanda Díaz, por otro, marcaron una negociación caótica que terminó dejando a los morados fuera de la coalición, a la que luego hubo que sumarles a través de un remiendo jurídico.
No obstante, hasta el momento la única formación que ha puesto un documento encima de la mesa para intentar acelerar las cosas ha sido IU por vía del Partido Comunista de Andalucía (PCA). EL PCA es la federación más fuerte de los comunistas en toda España, así como la rama andaluza de IU es, de largo, la más potente de toda la organización que lidera Antonio Maíllo, por lo que este primer paso no es baladí, aunque por ahora no ha dado frutos. Lo que plantean los comunistas es lo mismo que pide Maíllo para reconstruir la unidad de la izquierda a nivel estatal: unas primarias abiertas a todos los simpatizantes de los partidos participantes para configurar las listas electorales.
En dicha propuesta se establece expresamente que esa eventual candidatura debe estar basada en que "nadie puede excluir a nadie", una frase que evidencia que la profunda herida por el veto impuesto por Yolanda Díaz a la número dos de Podemos, Irene Montero, en las listas electorales de las pasadas generales sigue aún abierta. "Todo lo contrario, en virtud al objetivo acordado y al programa político, nos comprometemos todos los actores a trabajar en una misma dirección, sin exclusiones, ni vetos", apuesta el PCA.
A nivel nacional, tanto la dirección de Movimiento Sumar, el pequeño partido de Yolanda Díaz, como la de IU se han mostrado públicamente favorables a reconstruir la alianza a la izquierda del PSOE, y la primera oportunidad en el calendario es Andalucía. Por el contrario, consultada por este diario, la cúpula estatal de Podemos declina opinar sobre un posible entendimiento. Lo cierto, no obstante, es que el paso de los meses pone a los morados ante una disyuntiva decisiva: si aceptan una confluencia en Andalucía, sería muy complicado posteriormente explicar por qué esa alianza autonómica no sería posible de cara a las generales; si no lo hacen, el riesgo de quedar fuera de otro parlamento autonómico es muy elevado.
No obstante, desde hace muchos meses la estrategia de Podemos pasa por no descartar un pacto con IU, pero sí rechazar cualquier entendimiento con Movimiento Sumar, a quien los morados consideran una formación herida de muerte y sin ningún peso propio. Y alcanzar un acuerdo en Andalucía que incluya a los de Díaz supondría insuflarles oxígeno, aunque IU insiste en que un pacto no puede basarse en excluir a ninguna persona ni organización.