Irene, 6 hijos: «A pesar de lo que se muestra en redes sociales, nadie nos exige ser madres perfectas»

Irene reconoce a ABC que con 25 años se sentía muy joven para tener su primer hijo y resultó «un verdadero tsunami» en su vida porque nadie en su entorno de amistades se encontraba en ese momento vital. Asegura que hasta la fecha sus únicas preocupaciones habían sido cómo se vestía para ir a trabajar, dónde iría el fin de semana con su marido ... «Pasé del dónde vamos a cenar esta noche a preocuparme por qué marca de pañales comprar. Sentí, incluso, mucho pudor en decirlo en mi trabajo porque todos me miraban como queriéndome transmitir 'qué pena'. Nunca pensé en dejar de trabajar, estaba convencida en que acabados los cuatro meses de permiso tras el nacimiento volvería a mi ritmo laboral habitual. Sin embargo, cuando tuve a mi bebé en brazos pensé 'qué pequeñito es, cómo voy a dejarle solito tanto tiempo'». Por ello, Irene decidió dejar su empresa y teletrabajar. «Era la única manera de poder conciliar, aunque muchas veces trabajaba por las noches para disfrutar al máximo de mi hija». Confiesa que empezó a recuperar su vida social, pero notó una gran distancia con sus amistades. «Mis preocupaciones y temas de conversación eran muy distintos a los suyos, aunque me abrí en nuevos grupos como las madres del cole, a las que me unían muchas cosas, no sólo en relación a la apiretal cuando aparecía la fiebre, sino sobre educación, vínculo maternal ...». Después del nacimiento de su primer bebé, llegó al año y medio el segundo; más tarde el tercero, el cuarto... Actualmente tiene seis hijos entre 14 y un año. «El cambio por excelencia en la mujer es el primer hijo. Cuando llega el segundo ya sabes lo que supone, aunque como mi marido sólo tuvo 15 días de permiso me encontré muy sola con dos bebés. También me di cuenta de que empecé a hacer cosas que pensé que nunca haría, como ponerle los dibujos en la tele a la mayor para que estuviera quieta y yo poderme dedicar al pequeño. Es decir, me di cuenta de que una cosa es lo que anhelas como madre, y otra lo que la realidad manda . Es decir, me puso los pies sobre la tierra». Cuando llegó el tercer hijo Irene confiesa que logró reconciliarse con la maternidad por vivirla con mayor tranquilidad con todo lo que ya llevaba aprendido y, además, «sentí que a mis hijos les estaba dejando un gran regalo: tener hermanos». Ella no se arrepiente de haber tenido a sus hijos pronto. «Tengo amigas que sufren y que tienen muchas dudas ahora sobre si tenerlos o no. Nos venden que la maternidad se decide como 'al gusto, que se elije cuando se quiera' y no es así. Muchas mujeres desean tenerlos y se dan cuentan de que los hijos no llegan. Parece que de jóvenes se intenta negar ese deseo y pasados los años se cambia de opinión porque, en realidad, ese deseo siempre está en casi todas las mujeres». Para Irene, otro de los problemas actuales por el que se retrasa o se niega la maternidad es que no hay ayudas reales. «Ni si quiera por tener más hijos, ser familia numerosa y contribuir en mayor medida al reemplazo generacional nos ayudan de verdad. Es más, parece que nos ponen la zancadilla cuando, por ejemplo, se conceden incentivos por la renta y no se tiene en cuenta el número de hijos que hemos aportado a la sociedad». Para esta madre, la imagen de la maternidad que se transmite en las redes sociales es como «una esquizofrenia» . En su opinión la proyección que se transmite es pendular; es decir, «por un lado se muestra que tener hijos es algo horrible, que supone un gran cambio y esfuerzo en la vida y, por otro, como algo maravilloso que resalta la importancia de formar una familia y de aprender valores como la reconciliación, el perdón..., donde tienes en quién confiar de verdad. Lo que hay que tener es los pies en la tierra porque a pesar de lo que se muestre en las redes, nadie nos exige que seamos madres perfectas», concluye esta madre.

May 4, 2025 - 00:59
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Irene, 6 hijos: «A pesar de lo que se muestra en redes sociales, nadie nos exige ser madres perfectas»
Irene reconoce a ABC que con 25 años se sentía muy joven para tener su primer hijo y resultó «un verdadero tsunami» en su vida porque nadie en su entorno de amistades se encontraba en ese momento vital. Asegura que hasta la fecha sus únicas preocupaciones habían sido cómo se vestía para ir a trabajar, dónde iría el fin de semana con su marido ... «Pasé del dónde vamos a cenar esta noche a preocuparme por qué marca de pañales comprar. Sentí, incluso, mucho pudor en decirlo en mi trabajo porque todos me miraban como queriéndome transmitir 'qué pena'. Nunca pensé en dejar de trabajar, estaba convencida en que acabados los cuatro meses de permiso tras el nacimiento volvería a mi ritmo laboral habitual. Sin embargo, cuando tuve a mi bebé en brazos pensé 'qué pequeñito es, cómo voy a dejarle solito tanto tiempo'». Por ello, Irene decidió dejar su empresa y teletrabajar. «Era la única manera de poder conciliar, aunque muchas veces trabajaba por las noches para disfrutar al máximo de mi hija». Confiesa que empezó a recuperar su vida social, pero notó una gran distancia con sus amistades. «Mis preocupaciones y temas de conversación eran muy distintos a los suyos, aunque me abrí en nuevos grupos como las madres del cole, a las que me unían muchas cosas, no sólo en relación a la apiretal cuando aparecía la fiebre, sino sobre educación, vínculo maternal ...». Después del nacimiento de su primer bebé, llegó al año y medio el segundo; más tarde el tercero, el cuarto... Actualmente tiene seis hijos entre 14 y un año. «El cambio por excelencia en la mujer es el primer hijo. Cuando llega el segundo ya sabes lo que supone, aunque como mi marido sólo tuvo 15 días de permiso me encontré muy sola con dos bebés. También me di cuenta de que empecé a hacer cosas que pensé que nunca haría, como ponerle los dibujos en la tele a la mayor para que estuviera quieta y yo poderme dedicar al pequeño. Es decir, me di cuenta de que una cosa es lo que anhelas como madre, y otra lo que la realidad manda . Es decir, me puso los pies sobre la tierra». Cuando llegó el tercer hijo Irene confiesa que logró reconciliarse con la maternidad por vivirla con mayor tranquilidad con todo lo que ya llevaba aprendido y, además, «sentí que a mis hijos les estaba dejando un gran regalo: tener hermanos». Ella no se arrepiente de haber tenido a sus hijos pronto. «Tengo amigas que sufren y que tienen muchas dudas ahora sobre si tenerlos o no. Nos venden que la maternidad se decide como 'al gusto, que se elije cuando se quiera' y no es así. Muchas mujeres desean tenerlos y se dan cuentan de que los hijos no llegan. Parece que de jóvenes se intenta negar ese deseo y pasados los años se cambia de opinión porque, en realidad, ese deseo siempre está en casi todas las mujeres». Para Irene, otro de los problemas actuales por el que se retrasa o se niega la maternidad es que no hay ayudas reales. «Ni si quiera por tener más hijos, ser familia numerosa y contribuir en mayor medida al reemplazo generacional nos ayudan de verdad. Es más, parece que nos ponen la zancadilla cuando, por ejemplo, se conceden incentivos por la renta y no se tiene en cuenta el número de hijos que hemos aportado a la sociedad». Para esta madre, la imagen de la maternidad que se transmite en las redes sociales es como «una esquizofrenia» . En su opinión la proyección que se transmite es pendular; es decir, «por un lado se muestra que tener hijos es algo horrible, que supone un gran cambio y esfuerzo en la vida y, por otro, como algo maravilloso que resalta la importancia de formar una familia y de aprender valores como la reconciliación, el perdón..., donde tienes en quién confiar de verdad. Lo que hay que tener es los pies en la tierra porque a pesar de lo que se muestre en las redes, nadie nos exige que seamos madres perfectas», concluye esta madre.