¿Hay plan o no hay plan en EEUU?

No lo hay. El único plan es disimular la incompetencia, pero abunda tanto que cuesta esconderla. ¿Cómo va a haber un plan comercial tras la subida arbitraria, generalizada y suicida de los aranceles? Estamos hablando del gobierno en el país más liberal en lo económico Una de las aristas del debate estos días gira en torno a si la guerra de los aranceles desatada por la administración Trump obedece a un plan o no. Yo me he acordado de Hemingway. Él estaba en el secreto. Cuando veo a un gran país como Estados Unidos, gobernado por un matón y una panda de incompetentes que llevan al mundo a la recesión, no puedo evitar pensar: ¿cómo hemos llegado a esto? Y no veo un plan, sino que recuerdo a Hemingway. Cuando a un personaje de Fiesta le preguntan cómo se arruinó contesta: “De dos formas, primero poco a poco y luego de repente”. Así se está arruinando EEUU, sin un plan. Podríamos pensar que desde que Donald Trump llegó al poder, en menos de dos meses ha despedazado el orden político y el orden comercial del mundo. Pero no ha ocurrido de repente. La crisis de ideas en el conservadurismo tradicional estadounidense, es decir, en el Partido Republicano, comenzó hace tiempo. Quizá la presidencia de Bush hijo, hace 25 años, pueda ser el punto de partida, cuando los neocons tomaron los resortes del Estado y empezaron a demostrar, con la invasión de Iraq, que la idea de un mundo basado en reglas les gustaba… para los demás. El estrafalario movimiento del Tea Party unos años después normalizó convicciones extremistas. Todo se agravó a partir de la crisis financiera global de 2008-2012 y llevó a la derecha tradicional a apoyar de forma paulatina ideas más extremistas y modos más faltones.  Culminó con la elección de Trump en 2016. Pero esa deriva abogaba de forma mayoritaria por políticas económicas más neoliberales, no menos (salvo los llamados paleoconservadores). En su primer mandato, Trump siguió acentuando el “poco a poco”, pues no pudo doblegar numerosas instituciones y contrapoderes del sistema de equilibrios de la democracia norteamericana. El actual “de repente” viene de aquellos “pocoapocos”. La inercia nos pierde. Vemos a Trump configurar un gobierno a base de gente incompetente, desde antivacunas hasta periodistas fanáticos, hablamos de ellos y analizamos sus currículos y llegamos a la conclusión de que son ineptos para el puesto. Pero al día siguiente empiezan a gobernar, y nos referimos a ellos como el Secretario de Defensa o el Secretario de Sanidad, igual que designábamos a los de anteriores gobiernos. No decimos “el inútil Secretario de Defensa” o “el enloquecido Secretario de Sanidad”. Por eso se nos olvida que son estas manos las que rigen el país más poderoso del mundo.  ¿Cómo podría esta gente tener un plan? No lo hay. El único plan es disimular la incompetencia, pero abunda tanto que cuesta esconderla. ¿Cómo va a haber un plan comercial tras la subida arbitraria, generalizada y suicida de los aranceles? Estamos hablando del gobierno en el país más liberal en lo económico. Y del Partido Republicano, cuyo ideario neoliberal roza el extremismo en lo relativo al comercio. Y de un presidente que recomendó lejía para combatir el virus del covid y que afirma: “Un doctorado en Harvard es algo malo, no bueno”. No, no hay plan. Sólo hay estulticia.  La tradición de libre comercio del Partido Republicano se deja oír entre los senadores republicanos que se han pronunciado contra los aranceles, conscientes de que la recesión y la inflación les harán perder votos. Elon Musk, que lleva perdidos 600.000 millones de dólares en estos días, ha propuesto una zona de libre comercio entre EEUU y la UE sin aranceles. ¿Formaban parte del plan estas disidencias?  Teniendo en cuenta que para Trump una crítica equivale a un ataque, lo más probable es que esté tramando un plan, pero para acallarlos. Lo ha hecho con grandes medios de comunicación y plataformas sociales; lo ha hecho con universidades, amenazando con suprimir la financiación de Columbia, entre otras, por permitir la expresión de protestas contra Israel en el Campus. En realidad, es su política más consistente: suprimir las críticas que recibe. El único plan es que nadie ataque su falta de plan.

Abr 9, 2025 - 07:35
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¿Hay plan o no hay plan en EEUU?

¿Hay plan o no hay plan en EEUU?

No lo hay. El único plan es disimular la incompetencia, pero abunda tanto que cuesta esconderla. ¿Cómo va a haber un plan comercial tras la subida arbitraria, generalizada y suicida de los aranceles? Estamos hablando del gobierno en el país más liberal en lo económico

Una de las aristas del debate estos días gira en torno a si la guerra de los aranceles desatada por la administración Trump obedece a un plan o no. Yo me he acordado de Hemingway. Él estaba en el secreto. Cuando veo a un gran país como Estados Unidos, gobernado por un matón y una panda de incompetentes que llevan al mundo a la recesión, no puedo evitar pensar: ¿cómo hemos llegado a esto? Y no veo un plan, sino que recuerdo a Hemingway.

Cuando a un personaje de Fiesta le preguntan cómo se arruinó contesta: “De dos formas, primero poco a poco y luego de repente”. Así se está arruinando EEUU, sin un plan. Podríamos pensar que desde que Donald Trump llegó al poder, en menos de dos meses ha despedazado el orden político y el orden comercial del mundo. Pero no ha ocurrido de repente. La crisis de ideas en el conservadurismo tradicional estadounidense, es decir, en el Partido Republicano, comenzó hace tiempo. Quizá la presidencia de Bush hijo, hace 25 años, pueda ser el punto de partida, cuando los neocons tomaron los resortes del Estado y empezaron a demostrar, con la invasión de Iraq, que la idea de un mundo basado en reglas les gustaba… para los demás. El estrafalario movimiento del Tea Party unos años después normalizó convicciones extremistas. Todo se agravó a partir de la crisis financiera global de 2008-2012 y llevó a la derecha tradicional a apoyar de forma paulatina ideas más extremistas y modos más faltones.  Culminó con la elección de Trump en 2016. Pero esa deriva abogaba de forma mayoritaria por políticas económicas más neoliberales, no menos (salvo los llamados paleoconservadores). En su primer mandato, Trump siguió acentuando el “poco a poco”, pues no pudo doblegar numerosas instituciones y contrapoderes del sistema de equilibrios de la democracia norteamericana. El actual “de repente” viene de aquellos “pocoapocos”.

La inercia nos pierde. Vemos a Trump configurar un gobierno a base de gente incompetente, desde antivacunas hasta periodistas fanáticos, hablamos de ellos y analizamos sus currículos y llegamos a la conclusión de que son ineptos para el puesto. Pero al día siguiente empiezan a gobernar, y nos referimos a ellos como el Secretario de Defensa o el Secretario de Sanidad, igual que designábamos a los de anteriores gobiernos. No decimos “el inútil Secretario de Defensa” o “el enloquecido Secretario de Sanidad”. Por eso se nos olvida que son estas manos las que rigen el país más poderoso del mundo. 

¿Cómo podría esta gente tener un plan? No lo hay. El único plan es disimular la incompetencia, pero abunda tanto que cuesta esconderla. ¿Cómo va a haber un plan comercial tras la subida arbitraria, generalizada y suicida de los aranceles? Estamos hablando del gobierno en el país más liberal en lo económico. Y del Partido Republicano, cuyo ideario neoliberal roza el extremismo en lo relativo al comercio. Y de un presidente que recomendó lejía para combatir el virus del covid y que afirma: “Un doctorado en Harvard es algo malo, no bueno”. No, no hay plan. Sólo hay estulticia. 

La tradición de libre comercio del Partido Republicano se deja oír entre los senadores republicanos que se han pronunciado contra los aranceles, conscientes de que la recesión y la inflación les harán perder votos. Elon Musk, que lleva perdidos 600.000 millones de dólares en estos días, ha propuesto una zona de libre comercio entre EEUU y la UE sin aranceles. ¿Formaban parte del plan estas disidencias? 

Teniendo en cuenta que para Trump una crítica equivale a un ataque, lo más probable es que esté tramando un plan, pero para acallarlos. Lo ha hecho con grandes medios de comunicación y plataformas sociales; lo ha hecho con universidades, amenazando con suprimir la financiación de Columbia, entre otras, por permitir la expresión de protestas contra Israel en el Campus. En realidad, es su política más consistente: suprimir las críticas que recibe. El único plan es que nadie ataque su falta de plan.

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