Ha fallecido inesperadamente una leyenda de la música: Gracias por todo y buen viaje

Trágico suceso. La muerte de una leyenda musical no solo sacude los cimientos de una industria: une a generaciones enteras de fans en un mismo sentimiento. No importa si alguien descubrió el heavy metal en un vinilo de los 70 o en una playlist digital: la pérdida se siente igual. Y anoche, esa pérdida volvió ... Leer más

Abr 16, 2025 - 12:58
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Ha fallecido inesperadamente una leyenda de la música: Gracias por todo y buen viaje

Trágico suceso.

La muerte de una leyenda musical no solo sacude los cimientos de una industria: une a generaciones enteras de fans en un mismo sentimiento. No importa si alguien descubrió el heavy metal en un vinilo de los 70 o en una playlist digital: la pérdida se siente igual. Y anoche, esa pérdida volvió a sonar como un golpe seco en el pecho de miles de seguidores. Cuando un músico muere, no solo se apaga una voz o un instrumento: se apaga una parte de la historia compartida por millones.

Las redes sociales se llenaron de homenajes, recuerdos y reverencias, como un gigantesco mural colectivo en el que se dibuja la memoria de un artista. La música que alguna vez hizo vibrar estadios ahora se convierte en testamento emocional, en legado. Porque cuando un músico se va, no se lleva sus notas: las deja flotando en el aire, resonando en los corazones. Cada canción que tocó vuelve a escucharse con un nuevo matiz: el del adiós.

“Lamentamos profundamente el fallecimiento de Les y enviamos nuestro cariño a su familia, amigos y seguidores. Su aclamada interpretación en la batería fue de primera clase, demostrando una técnica, estilo y precisión únicos. Gracias, Les, tu legado perdurará…” Así despidió Judas Priest a su exbatería, Les Binks, fallecido a los 73 años el 14 de abril. Una despedida breve, sentida y contundente, como el golpe certero de una baqueta en el centro del tambor.

Un beat inmortal.

La figura de Binks está ligada a una de las etapas más influyentes de la banda británica. Su huella quedó marcada en los discos Stained Class y Killing Machine (también conocido como Hell Bent for Leather en Norteamérica), ambos de 1978, y en el electrizante directo Unleashed in the East de 1979. Fueron años de energía cruda y precisión quirúrgica, donde la batería no solo acompañaba: lideraba. Su forma de tocar no solo era técnica, era narrativa: contaba historias con ritmo.

Pero incluso las alianzas más icónicas pueden romperse tras bambalinas. Después del lanzamiento del álbum en vivo, Binks decidió dejar el grupo, harto de conflictos con la gerencia. “La grabación del disco en directo causó una ruptura entre el representante de Priest y yo… Fue una situación completamente absurda”, confesó años después. No fue una decisión fácil, pero sí una afirmación clara de dignidad profesional.

“¡Qué locura! Pero eso es lo que pasa si una banda permite que alguien así la represente: que pierde miembros. Así que así se fue el baterista número cuatro”, sentenció con la honestidad de quien no olvida, pero tampoco guarda rencor a quienes no tuvieron culpa. La historia del rock, como tantas veces, se escribe también con silencios y despedidas. Y en este caso, con un último golpe de platillos antes de desaparecer del escenario. Pero su salida no apagó su influencia: solo la convirtió en leyenda.

El reencuentro que el tiempo no pudo evitar.

A pesar del distanciamiento, el respeto y el cariño entre los miembros de la banda siempre permanecieron intactos. En noviembre de 2022, Les fue incluido en el Salón de la Fama del Rock and Roll junto a antiguos y actuales integrantes de Judas Priest. El reencuentro fue cálido, natural. “Nunca me peleé con nadie de la banda. Me peleé con la gerencia, pero no con ellos”, dijo entonces.

La imagen de ese abrazo, tantos años después, es también una forma de justicia emocional. “Fue un placer reencontrarnos todos y tocar juntos”, dijo Les con una sonrisa que probablemente compartieron millones de fans al verlos otra vez sobre el mismo escenario. Porque hay lazos que no se rompen, solo se duermen un tiempo. Y cuando se despiertan, el sonido que hacen es puro y sincero.

Uno de los momentos más emotivos de los últimos años lo protagonizó el guitarrista K. K. Downing, quien se reencontró con Les en 2017 tras casi cuatro décadas sin verse. De él dijo: “Es uno de los mejores baterías del mundo, un buen amigo y una gran persona”. Palabras que hoy suenan como epitafio y homenaje, como redoble que no se extingue. Porque a veces basta una frase para decirlo todo, para encapsular una vida en ritmo.

Cuando el ritmo no muere.

Binks no fue solo un baterista excepcional. Fue parte esencial de una banda que ayudó a moldear el heavy metal tal como lo conocemos. Su estilo, entre lo técnico y lo visceral, marcó una era. Y aunque ya no esté, su golpe sigue ahí, entre riffs y gritos, como un latido que se niega a apagarse.

En la historia del rock hay nombres que se subrayan con tinta indeleble. Les Binks es uno de ellos. Su legado está en cada compás que hizo temblar el suelo, en cada fan que alguna vez alzó el puño siguiendo el pulso que él marcaba desde el fondo del escenario. Porque hay músicos que no se van. Solo cambian de plano.