Frank Broughton - Bill Brewster : Anoche un DJ me salvó la vida
Idioma original: inglés.Título original: Last night a DJ saved my life.Traducción:Alejandro Álvarez .Año de publicación: 1999, con actualizaciones hasta 2014Valoración: imprescindible para interesadosComprendo el escepticismo de los profanos: Anoche un DJ me salvó la vida toma su título de un tema clásico de un grupo, Indeep, de corto recorrido, y no es más que una frase recurrente incorporada a cierto ámbito, en el fondo una especie de guiño no exento de sarcasmo al tema del libro. "Algún título había que ponerle, y este nos vino al pelo." Quiero decir que este no es un libro que vaya a tomarse muy en serio a sí mismo, en un principio, aunque resulta que, desde su primera publicación en 1999, el texto se ha ampliado, incorporado algo así como actualizaciones y, habida su extensión definitiva (más de 700 páginas, incluyendo profusas listas de canciones) podríamos considerarlo algo así como una referencia casi enciclopédica sobre la figura ya no solo del DJ como figura, sino sobre la evolución de la música, y el modo en que esta es disfrutada, especialmente desde que los soportes grabados lo hicieron posible al margen de la experiencia en vivo. Otro diría democratizar pero, más que eso, todo lo que los avances de la tecnología en su alcance más extenso fueron capaces de aportar.Un libro escrito por periodistas que estuvieron presentes en el momento de la explosión de esa figura. Que recorre un rango temporal (y espacial) más prolongado de lo que podría uno suponer. Porque sí, hay una secuencia desde que los primeros locutores de radio empiezan a programar las canciones que se les presentaban a través de distintos cauces, hasta lo que fueron en algún momento, estrellas en un firmamento hiperventilado e inundado de dinero e intereses comerciales. Y hay reconocimiento de las enormes imperfecciones del proceso, de sus elevados riesgos y contradicciones. Precisamente eso aleja este texto del mero listado reivindicativo de eventos: la presencia constante de un espíritu crítico, de una necesidad de poner la música por delante de todo, la aceptación de que esa cultura de diversión, de hedonismo, se cobró víctimas por mucho de lo que confluyó en ella en sus puntos álgidos (el SIDA, los excesos de todo tipo) y sobre todo, la lectura inapelable, producto del análisis: la creciente popularización degeneró en una enorme capacidad de atraer los socios equivocados, las dinámicas voraces del capitalismo, en su mayoría, que fueron tanto espoleta de su explosión global, como motivaron que, en el momento que los intereses entraron en barrena, todo se estropeó y la creatividad, el impulso artístico, acabó evaporándose en gran parte. A pesar de ese funesto panorama, y sin apelaciones vacuas a la nostalgia, el texto rememora, casi con aires de suspense, cómo una serie de elementos dispares confluyen en un movimiento chispeante, creativo, democratizador del talento, que no dispone hasta día de hoy de algo a qué compararse. Con todo lo necesario en textos de este tipo, desde reivindicación de sus factótum más oscuros, hasta relación de todas sus referencias más brillantes. Casi, una enciclopedia, con opiniones contundentes siempre embebidas de amor por la música.Capítulo aparte merece la atroz traducción que, aparte de sacarse de la manga un verbo (diyoquear? tan difícil era otra elección?) viene a ser un ejemplo sobre por qué los textos con un cierto perfil técnico o especializado no deben ser puestos a disposición de manos profanas.

Idioma original: inglés.
Título original: Last night a DJ saved my life.
Traducción:Alejandro Álvarez .
Año de publicación: 1999, con actualizaciones hasta 2014
Valoración: imprescindible para interesados
Comprendo el escepticismo de los profanos: Anoche un DJ me salvó la vida toma su título de un tema clásico de un grupo, Indeep, de corto recorrido, y no es más que una frase recurrente incorporada a cierto ámbito, en el fondo una especie de guiño no exento de sarcasmo al tema del libro. "Algún título había que ponerle, y este nos vino al pelo."
Quiero decir que este no es un libro que vaya a tomarse muy en serio a sí mismo, en un principio, aunque resulta que, desde su primera publicación en 1999, el texto se ha ampliado, incorporado algo así como actualizaciones y, habida su extensión definitiva (más de 700 páginas, incluyendo profusas listas de canciones) podríamos considerarlo algo así como una referencia casi enciclopédica sobre la figura ya no solo del DJ como figura, sino sobre la evolución de la música, y el modo en que esta es disfrutada, especialmente desde que los soportes grabados lo hicieron posible al margen de la experiencia en vivo. Otro diría democratizar pero, más que eso, todo lo que los avances de la tecnología en su alcance más extenso fueron capaces de aportar.
Un libro escrito por periodistas que estuvieron presentes en el momento de la explosión de esa figura. Que recorre un rango temporal (y espacial) más prolongado de lo que podría uno suponer. Porque sí, hay una secuencia desde que los primeros locutores de radio empiezan a programar las canciones que se les presentaban a través de distintos cauces, hasta lo que fueron en algún momento, estrellas en un firmamento hiperventilado e inundado de dinero e intereses comerciales. Y hay reconocimiento de las enormes imperfecciones del proceso, de sus elevados riesgos y contradicciones. Precisamente eso aleja este texto del mero listado reivindicativo de eventos: la presencia constante de un espíritu crítico, de una necesidad de poner la música por delante de todo, la aceptación de que esa cultura de diversión, de hedonismo, se cobró víctimas por mucho de lo que confluyó en ella en sus puntos álgidos (el SIDA, los excesos de todo tipo) y sobre todo, la lectura inapelable, producto del análisis: la creciente popularización degeneró en una enorme capacidad de atraer los socios equivocados, las dinámicas voraces del capitalismo, en su mayoría, que fueron tanto espoleta de su explosión global, como motivaron que, en el momento que los intereses entraron en barrena, todo se estropeó y la creatividad, el impulso artístico, acabó evaporándose en gran parte. A pesar de ese funesto panorama, y sin apelaciones vacuas a la nostalgia, el texto rememora, casi con aires de suspense, cómo una serie de elementos dispares confluyen en un movimiento chispeante, creativo, democratizador del talento, que no dispone hasta día de hoy de algo a qué compararse. Con todo lo necesario en textos de este tipo, desde reivindicación de sus factótum más oscuros, hasta relación de todas sus referencias más brillantes. Casi, una enciclopedia, con opiniones contundentes siempre embebidas de amor por la música.
Capítulo aparte merece la atroz traducción que, aparte de sacarse de la manga un verbo (diyoquear? tan difícil era otra elección?) viene a ser un ejemplo sobre por qué los textos con un cierto perfil técnico o especializado no deben ser puestos a disposición de manos profanas.