Enrique Lacalle reúne en el Círculo Ecuestre a Xavier Marcé, Ainhoa Grandes, Juan Manuel Sevillano y Carlos Durán
El maniqueísmo que confronta lo público y lo privado no le ha sentado nada bien a la cultura en Barcelona. Los ocho años de Ada Colau ilustran esa demonización de lo privado pretextando prioridades sociales. El consistorio de Jaume Collboni intenta restañar las heridas de aquel monolitismo ideológico que desanimó las inversiones privadas en cultura. Parea constatar la evolución credora de la batalla a la armonía. Enrique Lacalle reunió en el Círculo Ecuestre, moderados por Xavi Ayén, a Xavier Marcé (ayuntamiento), Ainhoa Grandes (Macba), Juan Manuel Sevillano (Thyssen Barcelona) y Carlos Durán (Loop y galería Senda). «La relación público-privada en el sector cultural debería ser una obviedad; si estamos hablando es que algo no ha funcionado. El concepto 'mercado cultural' debe manejarse sin prejuicios», advierte Marcé. La demonización de lo privado se manifestó en el boicot de los comunes al museo Hermitage blandiendo el antagonismo entre ciudad y turismo; la polémica también sobrevoló la ampliación del Macba al confrontarla con la asistencia sanitaria. «El museo está en un barrio difícil, pero su transformación no es solo fundamental para su evolución a largo plazo sino para el Raval y la ciudad», apuntó Ainhoa Grandes. «Si la ideologizas, la cultura pierde el norte», subrayó Juan Manuel Sevillano que toma como modelo colaborativo los Juegos Olímpicos de Barcelona. El Thyssen Barcelona «es una inversión privada, pero sin la complicidad de un ayuntamiento que se ponga al teléfono no sería posible», explicó. El galerista Carlos Durán creador de la plataforma de videocreación Loop, reconoce que Barcelona «tiene una administración más sensible que las de otras ciudades», aunque plantea «como conseguir que las galerías cuenten con ayudas para que su presencia en los espacios que ocupan sea permanente y no les obligue a trasladarse a otro lugar por la presión inmobiliaria». Matices aparte, los cuatro invitados coincidieron en que las incertidumbres del presente van a obligar a los poderes públicos a invertir más en defensa y gastos sociales. Si los presupuestos para la cultura se agotan, los actores privados deberán apostar por la concurrencia más que por la competencia y aunar esfuerzos, sentenció Sevillano: «Hay cabida para más iniciativa privada en un espacio de consenso. Si no hubiera más dinero público debemos hallar la fórmula para que el dinero privado se invierta en proyectos culturales. Implicarse en la cultura no solo implica aplaudir sino entrar».
El maniqueísmo que confronta lo público y lo privado no le ha sentado nada bien a la cultura en Barcelona. Los ocho años de Ada Colau ilustran esa demonización de lo privado pretextando prioridades sociales. El consistorio de Jaume Collboni intenta restañar las heridas de aquel monolitismo ideológico que desanimó las inversiones privadas en cultura. Parea constatar la evolución credora de la batalla a la armonía. Enrique Lacalle reunió en el Círculo Ecuestre, moderados por Xavi Ayén, a Xavier Marcé (ayuntamiento), Ainhoa Grandes (Macba), Juan Manuel Sevillano (Thyssen Barcelona) y Carlos Durán (Loop y galería Senda). «La relación público-privada en el sector cultural debería ser una obviedad; si estamos hablando es que algo no ha funcionado. El concepto 'mercado cultural' debe manejarse sin prejuicios», advierte Marcé. La demonización de lo privado se manifestó en el boicot de los comunes al museo Hermitage blandiendo el antagonismo entre ciudad y turismo; la polémica también sobrevoló la ampliación del Macba al confrontarla con la asistencia sanitaria. «El museo está en un barrio difícil, pero su transformación no es solo fundamental para su evolución a largo plazo sino para el Raval y la ciudad», apuntó Ainhoa Grandes. «Si la ideologizas, la cultura pierde el norte», subrayó Juan Manuel Sevillano que toma como modelo colaborativo los Juegos Olímpicos de Barcelona. El Thyssen Barcelona «es una inversión privada, pero sin la complicidad de un ayuntamiento que se ponga al teléfono no sería posible», explicó. El galerista Carlos Durán creador de la plataforma de videocreación Loop, reconoce que Barcelona «tiene una administración más sensible que las de otras ciudades», aunque plantea «como conseguir que las galerías cuenten con ayudas para que su presencia en los espacios que ocupan sea permanente y no les obligue a trasladarse a otro lugar por la presión inmobiliaria». Matices aparte, los cuatro invitados coincidieron en que las incertidumbres del presente van a obligar a los poderes públicos a invertir más en defensa y gastos sociales. Si los presupuestos para la cultura se agotan, los actores privados deberán apostar por la concurrencia más que por la competencia y aunar esfuerzos, sentenció Sevillano: «Hay cabida para más iniciativa privada en un espacio de consenso. Si no hubiera más dinero público debemos hallar la fórmula para que el dinero privado se invierta en proyectos culturales. Implicarse en la cultura no solo implica aplaudir sino entrar».
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