En la cuna de la revuelta siria de 2011: “Deberíamos estar celebrando, pero estamos enterrando muertos de nuevo”

Un ataque israelí el 17 de marzo mató a tres personas en la ciudad de Daraa, en el sur de Siria, y empañó las celebraciones del aniversario del estallido de las protestas contra Bashar Al Asad, el primero desde la marcha del dictadorDima Moussa, política opositora a Al Asad: “No queremos que el Gobierno falle, puede ser una catástrofe para Siria” El 18 de marzo es una jornada histórica para la ciudad de Daraa, en el sureste de Siria. Ese día de 2011, una protesta contra el régimen de Bashar Al Asad acabó con dos muertos por la represión de las fuerzas de seguridad. Fue la chispa que prendió una revolución que se convirtió en conflicto armado y que, 14 años después, se conmemora por primera vez sin el dictador en el poder.  Mouawiya al Syasneh, de 31 años, sin buscarlo, jugó un rol protagonista en el estallido de la revolución. Sentado en el jardín de su casa, cuenta a elDiario.es que en 2011 él y sus amigos estaban descontentos por la creciente presión de las fuerzas de seguridad. Eran tiempos de cambios en Túnez y en Egipto, y Al Asad impuso más controles y estableció un toque de queda a las 19:00 horas en Daraa. El 15 de febrero de 2011, el entonces adolescente y sus amigos escribieron en un muro de la escuela: “Es tu turno, doctor”. Era una referencia al presidente, que estudió oftalmología. Poco después los arrestaron. Los sometieron a torturas. Los padres de los chicos detenidos y los líderes de la comunidad intentaron negociar su liberación con Atef Nayib, primo de Al Asad y el jefe de los servicios de Inteligencia de la Dirección de la Seguridad Política en Daraa. Su respuesta fue: “Olvidaos de vuestros hijos. Haced otros. Y si no sois capaces, traednos a vuestras mujeres y nosotros los haremos por vosotros”. Fue la gota que colmó el vaso de la paciencia de los habitantes de Daraa. Estaban hartos de convivir con la corrupción, la ausencia de libertades y los abusos de los servicios de Inteligencia que todo lo controlaban. Hartos de la falta de oportunidades laborales para los jóvenes, condenados a una vida de miseria. El viernes 18 de marzo de 2011, terminada la oración musulmana del mediodía, una multitud se manifestó, exigiendo la libertad de los menores y también reformas políticas. Perdido el miedo, varios miles se sumaron a la marcha. Fue entonces cuando las fuerzas del régimen abrieron fuego. Murieron los primeros dos “mártires” de la revolución. A partir de entonces, el país se levantó contra Al Asad. Mouawiya al Syasneh, de 31 años, en la ciudad siria de Daraa. De una pintada en la pared a la lucha armada Al Syasneh y sus amigos estuvieron 45 días detenidos. Cuando salió de la cárcel, era otra persona, el niño había quedado atrás. Se unió a las manifestaciones y después a la lucha armada con un batallón rebelde que en esos momentos gozaba de prestigio. Su casa está rodeada de esqueletos de edificios, fruto de los bombardeos a los que les sometió el régimen. También de muros llenos de agujeros de bala. La represión y el conflicto armado en Siria dejaron más de 230.000 civiles muertos y 177.000 desaparecidos (según la Red Siria para los Derechos Humanos). Hasta el pasado 8 de diciembre, cuando una coalición de grupos rebeldes, liderada por el grupo islamista Hayat Tahrir al Sham (HTS), tomó el poder tras la huida de Al Asad de la capital. Al Syasneh se unió a las milicias de Daraa que se dirigieron hacia Damasco, a una hora y media de la localidad sureña. Llegaron incluso antes que las combatientes de HTS y aseguraron tantos edificios gubernamentales e institucionales como pudieron para evitar saqueos. El joven se siente orgulloso del camino recorrido. “No esperábamos que nos encarcelaran por las pintadas, si no no lo habríamos hecho. ¡Incluso escribimos nuestros nombres! Pero no me arrepiento, lo volvería hacer tantas veces como hiciera falta”.

Mar 24, 2025 - 07:13
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En la cuna de la revuelta siria de 2011: “Deberíamos estar celebrando, pero estamos enterrando muertos de nuevo”

En la cuna de la revuelta siria de 2011: “Deberíamos estar celebrando, pero estamos enterrando muertos de nuevo”

Un ataque israelí el 17 de marzo mató a tres personas en la ciudad de Daraa, en el sur de Siria, y empañó las celebraciones del aniversario del estallido de las protestas contra Bashar Al Asad, el primero desde la marcha del dictador

Dima Moussa, política opositora a Al Asad: “No queremos que el Gobierno falle, puede ser una catástrofe para Siria”

El 18 de marzo es una jornada histórica para la ciudad de Daraa, en el sureste de Siria. Ese día de 2011, una protesta contra el régimen de Bashar Al Asad acabó con dos muertos por la represión de las fuerzas de seguridad. Fue la chispa que prendió una revolución que se convirtió en conflicto armado y que, 14 años después, se conmemora por primera vez sin el dictador en el poder

Mouawiya al Syasneh, de 31 años, sin buscarlo, jugó un rol protagonista en el estallido de la revolución. Sentado en el jardín de su casa, cuenta a elDiario.es que en 2011 él y sus amigos estaban descontentos por la creciente presión de las fuerzas de seguridad. Eran tiempos de cambios en Túnez y en Egipto, y Al Asad impuso más controles y estableció un toque de queda a las 19:00 horas en Daraa. El 15 de febrero de 2011, el entonces adolescente y sus amigos escribieron en un muro de la escuela: “Es tu turno, doctor”. Era una referencia al presidente, que estudió oftalmología.

Poco después los arrestaron. Los sometieron a torturas. Los padres de los chicos detenidos y los líderes de la comunidad intentaron negociar su liberación con Atef Nayib, primo de Al Asad y el jefe de los servicios de Inteligencia de la Dirección de la Seguridad Política en Daraa. Su respuesta fue: “Olvidaos de vuestros hijos. Haced otros. Y si no sois capaces, traednos a vuestras mujeres y nosotros los haremos por vosotros”.

Fue la gota que colmó el vaso de la paciencia de los habitantes de Daraa. Estaban hartos de convivir con la corrupción, la ausencia de libertades y los abusos de los servicios de Inteligencia que todo lo controlaban. Hartos de la falta de oportunidades laborales para los jóvenes, condenados a una vida de miseria. El viernes 18 de marzo de 2011, terminada la oración musulmana del mediodía, una multitud se manifestó, exigiendo la libertad de los menores y también reformas políticas. Perdido el miedo, varios miles se sumaron a la marcha. Fue entonces cuando las fuerzas del régimen abrieron fuego. Murieron los primeros dos “mártires” de la revolución. A partir de entonces, el país se levantó contra Al Asad.

Mouawiya al Syasneh, de 31 años, en la ciudad siria de Daraa.

De una pintada en la pared a la lucha armada

Al Syasneh y sus amigos estuvieron 45 días detenidos. Cuando salió de la cárcel, era otra persona, el niño había quedado atrás. Se unió a las manifestaciones y después a la lucha armada con un batallón rebelde que en esos momentos gozaba de prestigio.

Su casa está rodeada de esqueletos de edificios, fruto de los bombardeos a los que les sometió el régimen. También de muros llenos de agujeros de bala. La represión y el conflicto armado en Siria dejaron más de 230.000 civiles muertos y 177.000 desaparecidos (según la Red Siria para los Derechos Humanos). Hasta el pasado 8 de diciembre, cuando una coalición de grupos rebeldes, liderada por el grupo islamista Hayat Tahrir al Sham (HTS), tomó el poder tras la huida de Al Asad de la capital.

Al Syasneh se unió a las milicias de Daraa que se dirigieron hacia Damasco, a una hora y media de la localidad sureña. Llegaron incluso antes que las combatientes de HTS y aseguraron tantos edificios gubernamentales e institucionales como pudieron para evitar saqueos. El joven se siente orgulloso del camino recorrido. “No esperábamos que nos encarcelaran por las pintadas, si no no lo habríamos hecho. ¡Incluso escribimos nuestros nombres! Pero no me arrepiento, lo volvería hacer tantas veces como hiciera falta”.

Alaa Aljawabreh muestra el cartel que recuerda a su hermano fallecido en 2011 en la ciudad siria de Daraa, el 18 de marzo de 2025.

El primero de todos los muertos, en 2011, fue el hermano de Alaa Aljawabreh. Tenía 22 años. Los manifestantes habían pasado poco antes por la mezquita de Al Omari cuando se encontraron “con los militares, el régimen y la Inteligencia militar”, explica Aljawabreh. “Nos prohibieron pasar y fue entonces cuando la policía disparó. Le dieron en el cuello a mi hermano y lo mataron. Él iba en la parte delantera de la manifestación. Yo estaba con él”. Muestra el cartel preparado para recordarle en la conmemoración del aniversario de la revuelta este 18 de marzo.

Delante de la pancarta que conmemora este año el 18 de marzo, las hermanas Al Masalmeh, que rozan la trentena, celebran esta fecha señalada y se sacan selfis. Una de ellas, Ranin, vive en Alemania, donde trabaja como cardióloga desde hacer un par de años. No tenía previsto retornar a Siria, pero tras la caída de Al Asad, está convencida de que sí lo hará. De momento ha hecho una visita sorpresa aprovechando la efeméride. “La situación aquí era difícil y complicada antes. Mi casa fue bombardeada. Nos tuvimos que ir moviendo de un sitio a otro. Al final, dejé el país. Me tuve que ir sola a Alemania”.

Ranin es optimista sobre el futuro. “Pese a todos los retos y las circunstancias complicadas, incluso pese a los bombardeos israelíes, somos gente que insistimos en vivir y disfrutamos la alegría de la liberación. No hay alegría más grande que la que sentimos por la liberación”, afirma en referencia al colapso del régimen de la familia Al Asad y su dictadura de más de 50 años.

Las hermanas Al Masalmeh se toman fotos para celebrar el aniversario de la revolución siria de 2011, el 18 de marzo de 2015 en Daraa.

Un misil israelí empañó la celebración

La familia Akrad también querría haber celebrado la jornada del 18 de marzo y disfrutar de los festejos previstos en la ciudad de Daraa. Sin embargo, un misil israelí en la noche del 17 de marzo acabó con la vida del jóven Muhannad Akar. Junto a él, en el bombardeo murieron otras dos personas y otras 25 quedaron heridas.

“Nos sentimos como si estuviéramos de nuevo al principio de la revolución. Se supone que debería haber paz, que deberíamos estar celebrando, pero estamos enterrando muertos de nuevo”, cuenta a elDiario.es su primo Nasser Albralab.

En la mezquita de Al Omari, se reunió la gente de la ciudad que para llorar a los tres muertos en el ataque de Israel. Una idea era común: las celebraciones por el aniversario de la revuelta debían esperar y, finalmente, tuvieron lugar después del iftar, la comida con la que los musulmanes rompen el ayuno durante el mes de Ramadán.

Ayman Refai, un hombre de 56 años, nacido en Daraa pero que desde hace años vive en Estados Unidos, había venido para poder conmemorar el día 18 con sus padres, ahora que ha caído el régimen. Si bien no conocía a los tres fallecidos, considera que “si hay muertos, debemos enterrarlos, nuestra gente es más importante”, dice con voz serena. “Fue un ataque cobarde, de noche, cuando la gente, los civiles, acababan de romper el ayuno. Fue entonces cuando hubo el bombardeo. Es un ataque barbárico”, dice Refai. “No hemos hecho nada y, sin embargo, hace años que nos atacan”, lamenta, mientras apunta que no se puede “tolerar esto para siempre”.

Funeral de los fallecidos en el ataque israelí del 17 de marzo de 2025 en la ciudad siria de Daraa.

Desde la mezquita, la procesión con el féretro recorrió algunas de las calles principales de la localidad, camino al cementerio. Los participantes, con paso decidido, lanzaban consignas de rabia contra Israel. Había una gran presencia de hombres armados, algunos muy jóvenes. Unos levantaban sus fusiles AK-47. Otros, portaban carteles que rezaban: “Netanyahu y Al Asad son dos caras de la misma moneda” o “No tenemos nada que perder, no nos provoquéis”. 

“Desde la misma noche de la liberación, Israel empezó a bombardear la región de Daraa”, asegura Nasser Albralab, el primo del fallecido. Aprovechando la caída de Bashar Al Asad, Israel extendió su presencia más allá de los Altos del Golán sirios, ocupados desde 1967. También inició una campaña de ataques aéreos, con centenares de bombardeos en poco más de cuatro meses.

El blanco del ataque en Daraa era la sede de la Brigada 132 del Ejército de Al Asad, ahora en desuso, según aseguran los vecinos. En un comunicado, el Ejército israelí afirmó que estaba atacando “objetivos militares en el sur de Siria, incluidos centros de mando y bases militares que contienen armas y vehículos militares pertenecientes al antiguo régimen sirio”. A lo que añadió: “la presencia de activos militares en el sur de Siria representa una amenaza para el Estado de Israel”.

El objetivo declarado es reducir la capacidad militar y defensiva del país vecino, y establecer una zona de contención en el sur de Siria –Israel ha ocupado la zona de separación entre los dos países, delimitada por la ONU en 1974, y que había permanecido desmilitarizada hasta la caída del régimen–. 

Finalmente, tras una jornada de recuerdo por los últimos muertos en Daraa, miles de personas se congregaron en el centro de la ciudad para celebrar y celebrarse entre fuegos artificiales y música.

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