El populismo, la exacerbación de sus rasgos y sus consecuencias 

Forbes México. El populismo, la exacerbación de sus rasgos y sus consecuencias  El populismo está de moda, se afirma y extiende por las naciones como parte de la competencia electoral, propaganda, proselitismo, comunicación política, discurso, debate, contenidos y los estilos de gobernar.  El populismo, la exacerbación de sus rasgos y sus consecuencias  Alfredo Paredes

Feb 11, 2025 - 15:37
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El populismo, la exacerbación de sus rasgos y sus consecuencias 

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El populismo, la exacerbación de sus rasgos y sus consecuencias 

Hacer política desde la perspectiva populista implica alimentar, difundir y consolidar la concepción de que el pueblo es el centro de toda la acción del gobierno, que la autoridad ineludiblemente se rige conforme sus designios y que existe siempre una amenaza latente de grupos oscurantistas al acecho para arrebatarle sus derechos. 

Todo acto de gobierno siempre será orientado a lograr que estos tres factores estén presentes en sus seguidores. De ahí que la función central de la comunicación será propagandística, no se trata de informar o de evaluar sino de mantener vigente el discurso, contenidos, exaltar sus ideas y valores centrales, repetir, potenciar, confirmar, denostando al mismo tiempo a sus críticos y opositores.

Resulta lógico, ya que estas definiciones centrales en las que se basa el populismo son parte de su esencia; sin embargo, aunque cada una acarrea -en efecto- apoyo social, legitimidad, también puede traer consecuencias no tan positivas para el desarrollo político de la ciudadanía.   

  • El pueblo como epicentro. Los líderes populistas asumen el rol de guías universales, omnipotentes, prácticamente paternalistas. Son incansables defensores y protectores. Su misión central es hacerle creer a la gente que ellXs participan en política en un acto de sacrificio e inmolación, nunca por ambición.

Deben ser entonces austeros, ocultar y disfrazar todo tipo de excesos, aparentar una operación minimalista. La función primordial del presupuesto es “distributiva” y simboliza el haberle arrebatado a la “aristocracia” lo que acaparaba como privilegio ostentoso. Con esto, ya nadie podría poner en tela de juicio la “bondad” del sistema populista. 

De la misma forma, fijada esa idea no habrá auditoria social y las instituciones de fiscalización pueden ser eliminadas. Cifras revisables, rendición de cuentas, transparencia, datos duros, de eso nada.

Precisamente, no rendir cuentas es el paraíso de la impunidad y la pérdida (para la ciudadanía) de sus derechos de crítica, revisión, reflexión y evaluación. La compra del voto pasa al plano institucional, se mimetiza y se normaliza el sostenimiento de bases sociales de apoyo.  

Cualquiera que vaya en contra de los “hechos” populistas o que se atreva a ponerlos en duda, no es más que parte de esa perversión, injusticia, antipatriotismo y traición al pueblo que al mismo tiempo se vuelve también un activo exclusivo, pero -eso si- siempre y cuando se mantenga como un activo seguidor leal y dependiente.

  • Polarización y maniqueísmo. Hacer sentir a la sociedad de que siempre existen divisiones insuperables, conflictos históricos, agravios que requieren una revancha y que si alguien está o le va bien es porque le ha robado a otrX tiene siempre efectos tóxicos.

Una sociedad dividida es conveniente para el populismo, echar mano de las exhibiciones, los trascendidos que muestren el acecho, las ofensas, las maniobras, las complicidades de sus detractores le contribuye a alimentar esa percepción y fijarla en el imaginario social. 

Un poco de autoflagelo por aquí, victimización, hacen mas grandes las virtudes de quienes le hacen frente a las fuerzas malignas que amenazan los avances populistas. La danza de los técnicos y rudos da mucho hilo político de donde sacar provecho. Los llamados a cerrar filas, a preservar la unidad y a combatir el disenso se nutren de ese combustible. 

Riesgoso cuando se cruzan los límites, se cancelan las posturas mesuradas, se anulan los niveles y se hace de la agresión verbal una moda, llegando al extremismo y radicalismo, acarreando con ello rechazo, discriminación, violencia, racismo, señalización, exclusión, acoso, hostigamiento y hasta el uso de las leyes para anular a cualquier opositor. 

El aliento al conflicto impide que muchas metas superiores, que proyectos de política pública y formas novedosas de hacer las cosas no puedan generarse. Una sociedad debe adaptarse cambiar, evolucionar, progresar, desarrollarse, crecer. Es un desperdicio que grandes ideas o aportaciones se pierdan por la indolencia, indiferencia o dogmatismo simplemente por haber surgido en la oposición, la divergencia o la neutralidad aséptica. 

  • Lo esencial, lo prioritario, lo fundamental, lo estructural. Resultados, hechos concretos, planes, proyectos, unidades de medida, metas superiores, son imprescindibles para la democracia.

Una sociedad que vive en las acusaciones, las denostaciones, reparto de culpas y el uso sistemático del pasado como formato exclusivo de contacto se queda a medias. 

La división de poderes, las instituciones neutrales e imparciales, los equilibrios, los recursos que debe tener a la mano el ciudadano para hacer frente precisamente a los excesos, fallas, omisiones y complicidades dentro del gobierno son derechos naturales, logros, la consecuencia de luchas y un alto costo pagado precisamente por el pueblo.

Eso no puede abonarse, subrogarse, condicionarse, sujetarse a una voluntad individual o de grupo. Cuando el populismo lo logra, concentra esos recursos y los somete a su lógica propagandística, no escatima en derribarlos, acotarlos o someterlos, incluyendo los medios, analistas, líderes o personalidades que no se ajusten a su estilo. 

Bajo este contexto, los populistas crecen y se explayan, rentabilizan cada palabra en su contra, ejercen el poder desde el individualismo, sin trabas, sin discusión, sin análisis, sin reflexiones, las leyes, las normas, las instituciones pasan a ser un patrimonio de uso conveniente, personalista y modal. 

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