El impacto de la IA en la política. Daniel Innerarity: “No sería para nada razonable reemplazar a la dirigencia por la inteligencia artificial”
El filósofo español abrió el ciclo de conferencias organizado por el CIAS en ocasión de los 10 años de su instituto de formación política; afirmó que lo específico del humano es la libertad para romper con lo previsible

“Los problemas salvajes son los problemas que están mal estructurados, de los que no sabemos muy bien cuál es el problema, en los que hay una gran ambigüedad, pocos datos, mucha incertidumbre, y soluciones múltiples”, describió Daniel Innerarity.
Para el filósofo y ensayista español, luego del primer eje que define a la política, la conversación, se impone la toma de decisiones, y los problemas que denomina “salvajes” delimitan un territorio en el que la acción humana parece mostrar un mejor desempeño que la Inteligencia Artificial (IA), para quien habría que reservar solo las disyuntivas relativas al procesamiento de los datos.
“Hay mucha gente que piensa que tenemos un problema de datos, y que si tuviéramos todos los datos del mundo, podríamos resolver todos los problemas. Discuto esa tesis porque creo que hay problemas que tienen que ver, justamente, con la carencia de datos”, describió.
Es uno de los conceptos que dejó su paso por el ciclo de conferencias organizado por el Centro de Acción de Investigación y Acción Social (CIAS) en ocasión de los 10 años de vida de su instituto de formación política para jóvenes, que dirige el jesuita y politólogo Rodrigo Zarazaga.
En el teatro del colegio Salvador, frente a casi 200 personas y en conversación con el periodista de LA NACION Jorge Liotti, el ensayista español realizó un recorrido por su último libro “Una teoría crítica de la Inteligencia Artificial”, cuyo origen se remonta a un pedido de informe solicitado por la UNESCO para intentar iluminar el vínculo de la IA con la política. Desde allí, relató, comenzó a tejer el resto del libro, que incluye otros apartados, donde explora qué tipo de inteligencia es la de la IA y qué parentesco guarda con la humana.
Para el filósofo, la IA representa un artefacto por entero novedoso, distinto a todo lo anterior, diseñado para ir más allá de un mero instructivo, cuya eficacia dependerá de poder hacer a un lado la inquietud y el vértigo que genera su permanente evolución, para otorgarle un amplio margen de acción.
“Tenemos que asumir un cierto nivel de riesgo. La tecnología condiciona, pero siempre deja espacios abiertos de indeterminación, y eso creo que es una buena noticia también para un valor tan fundamental para la democracia que es la libertad”, afirmó.
Apalancado en el concepto de “natalidad” de la filósofa Hannah Arendt, Innerarity puso en alto valor la capacidad del ser humano para apartar su acción tanto de la necesidad como de lo previsible, área de dominio de la IA y la analítica predictiva.
“Nuestro comportamiento como seres humanos es muy rutinario. Incluso los que aspiramos a hacer tareas creativas, del tipo que sean, también nos repetimos mucho. Eso es verdad casi siempre, pero no siempre. Hay momentos en la biografía personal y en la historia de los humanos en los que rompemos la previsión”, afirmó.
En el plano político, graficó ese margen para el cambio, que entiende sano, con la posibilidad de modificar cualquier constitución. “Si a mí me ofrecieran en referéndum una constitución para mi país, que fuera perfecta exactamente la constitución que yo quiero, pero tuviera una cláusula que dijera que esa constitución es irrevisable, que no se puede cambiar, yo votaría en contra”, ejemplificó.
Y en el plano social, con la ola global del ‘me too’. “Si se hubiera producido en un contexto algorítmico...”, deslizó. “Un movimiento como el ‘me too’ supuso que se rompió la previsibilidad del historial. Todos sabíamos el abuso, todos sabíamos la enorme asimetría, todos sabíamos muchas cosas y las mujeres lo habían tolerado, soportado de mala manera, y hubo un momento que alguien se plantó”, añadió.
Consultado sobre el rol que la IA pudiera llegar a ocupar para acercar a representantes con representados y aplacar el descontento con la democracia, Innerarity propuso un experimento mental: sustituir a los parlamentos por una IA en perfecta y actualizada sintonía con los gustos y preferencias de los ciudadanos, según el rastro que deja cada uno de ellos en el mundo digital. La máquina podría hacer un balance ideal de todos esos datos desperdigados y legislar.
Con esa visión, apuntaba a descartar una idea que sobrevuela con fuerza en algunas encuestas, según compartió, el reemplazo de buena parte de la dirigencia política por la IA. “No sería para nada razonable. El ‘yo’ no coincide exactamente con las huellas que deja mi comportamiento”, contrapuso, y describió un amplio espacio que separa al “yo fáctico”, delimitado por los hechos e identificado con precisión a través de todas aquellas huellas digitales, del “yo aspiracional”, que supone una dimensión distinta a la actual, explicó. “Yo me comporto de una determinada manera, pero me gustaría comportarme de otra”, razonó.
Respecto a esto, en su libro afirma: “Nuestra pulsión de libertad se vería quebrada si creyéramos que las predicciones son el único futuro que tenemos -dice en su libro- [...] la política no es tanto una herramienta para la satisfacción mecánica de nuestras necesidades como un medio para combatir nuestra perplejidad personal y colectiva acerca de cuáles son y cómo satisfacerlas”.
Pero los desafíos actuales también anidan en la “conversación”, la instancia previa a la toma de decisiones, según sostuvo. El filósofo celebra la amplitud que introdujo en la esfera pública la instalación definitiva de las redes sociales, especialmente por haber alivianado la injerencia de los medios de comunicación.
Sin embargo, el reto allí, afirma, es poder acallar el “ruido” y construir una representación ordenada de la realidad. “Nuestro gran desafío es cómo mantenemos la conquista de una conversación pública más horizontal, donde la gente tiene más acceso para decir su opinión, con una necesidad que las redes sociales no están satisfaciendo de ninguna manera: el saber acreditado, la orientación, los criterios... porque hay demasiado ruido en este mundo de las redes sociales, y no solamente necesitamos datos de opiniones de mucha gente, sino que necesitamos construirnos una idea relativamente coherente del mundo”, afirmó.