El DOGE fracasa y el gasto de Trump y Musk se dispara por encima del de Biden
Duplicaciones de recortes, errores de redondeo... Los supuestos ahorros no coinciden con el informe de la Oficina de Presupuesto del Congreso, que señala un incremento del déficit presupuestario federal de 245.000 millones en la primera mitad del año fiscal 2025, respecto al mismo periodo de 2024

El Departamento de Eficiencia Gubernamental, el famoso DOGE, fue concebido como una máquina quirúrgica capaz de eliminar cada rincón de ineficiencia del sistema federal de Estados Unidos. Su promotor, el propio Trump, aseguraba que Elon Musk, director ejecutivo de Tesla y SpaceX y propietario de la plataforma de redes sociales X, era el hombre perfecto para cortar el despilfarro. Y Musk, como no podía ser de otra manera, aceptó el reto con entusiasmo. Prometió una poda histórica para ahorrar 4.000 millones de dólares cada día. Pero los números no cuadran y, cuatro meses después, el gasto de la administración Trump va camino de superar al de Joe Biden.
Estados Unidos gasta más que nunca
En lo que va de 2025, el gasto federal ha crecido un 7,4% con respecto al año pasado. Lejos de cualquier reducción, Estados Unidos está gastando más que nunca. Ni siquiera durante el primer trimestre de 2024, cuando todavía gobernaba Biden, se vio una subida tan acusada.
Según el informe más reciente de la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), el déficit presupuestario federal alcanzó los 1,3 billones de dólares en la primera mitad del año fiscal 2025. Eso supone un incremento de 245.000 millones respecto al mismo período del año fiscal anterior. Esto se debe a que los gastos federales crecieron un 10%, es decir, 317.000 millones de dólares más, mientras que los ingresos sólo aumentaron un 3% (71.000 millones). Además, solo en el primer trimestre de 2025, el gasto fue 139.000 millones superior al del mismo período en 2024 y el endeudamiento creció en 41.000 millones.
Aun así, el DOGE asegura haber ahorrado 130.000 millones desde enero. Pero este dato no resiste el más mínimo escrutinio. Entre duplicaciones de recortes, errores de redondeo y cancelaciones fantasmas, los supuestos ahorros podrían no ser más que humo. Algunos informes independientes calculan que el DOGE apenas ha recortado 2.000 millones netos. Una gota en un océano de gasto federal.
Russell Vought, ideólogo en la sombra, toma el control
Musk, que solía pasearse por los pasillos de la Casa Blanca como si fueran los de Tesla, ha empezado a soltar lastre. Desde mayo, solo dedicará uno o dos días a la semana al DOGE. El motivo, no oficial, parece que está bastante claro: Tesla se hunde. Las acciones han perdido más del 50% desde diciembre y los beneficios han caído un 71%. La prioridad ha cambiado.
¿Y entonces quién queda al frente del DOGE? Aquí entra en escena Russell Vought. Poco conocido fuera del círculo político más duro, Vought es en realidad el ideólogo en la sombra. Desde los años noventa lleva predicando un evangelio fiscal basado en la reducción del Estado, la cultura conservadora y la eficiencia presupuestaria.
Vought no se anda con rodeos. Su visión es clara. Cree que muchas agencias son enemigas ideológicas del proyecto conservador. No solo quiere recortar sus fondos, quiere desmantelarlas por completo. Su estrategia pasa por vaciar de contenido el aparato federal, eliminando personal, funciones y estructuras. Ya lo ha hecho antes. Desde la Oficina de Gestión y Presupuesto facilitó recortes que dejaron a agencias clave en estado vegetativo.
Ahora, con Musk bajando el ritmo, Trump ha dicho que Vought tomará el timón. Lo cierto es que ya lo ha hecho. La idea del Project 2025, un plan para la reestructuración conservadora del Estado, es suya. Su 'think tank', el Center for Renewing America, es el núcleo duro de esta ofensiva burocrática. Él no alardea en redes. No aparece en memes. Pero mientras Musk tuitea, Vought ejecuta.
Demandas y caos institucional
Sin embargo, el contexto es hostil. DOGE se enfrenta a miles de demandas por despidos irregulares, cancelaciones unilaterales de contratos y acciones fuera del marco legal. Algunos tribunales ya han frenado varios de sus movimientos. En paralelo, las agencias comienzan a funcionar sin rumbo, muchas sin liderazgo ni estructura.
Lo más llamativo es que ni siquiera los recortes reales parecen estar bien orientados. Se ha atacado con fuerza a agencias científicas, investigadoras y sanitarias. Departamentos que, en muchos casos, tienen un retorno económico positivo. Cada dólar invertido en salud genera dos o tres de retorno. En investigación, la relación puede ser de cinco a uno. Y, sin embargo, han sido las primeras víctimas.
También se ha desmantelado parcialmente la IRS, la agencia tributaria. Musk argumenta que auditar menos es un ahorro, pero cada auditoría a contribuyentes ricos devuelve en promedio doce dólares por cada dólar invertido. Recortar aquí no es eficiencia, es pérdida. Pero eso no parece importarle al DOGE.
¿Y la supuesta gran poda del Departamento de Educación? Ni rastro. Lo que ha habido es un cambio de nombre, un traslado de competencias y ninguna alteración presupuestaria. Un truco de ilusionismo más.
Los recortes, cuando se hacen, parecen más motivados por cuestiones ideológicas que económicas. Algunos contratos se han cancelado por contener palabras como "trans" o "inclusivo". No por su rentabilidad o impacto real. Se dispara primero y se pregunta después.
Mientras tanto, la promesa de ahorrar 4.000 millones diarios se diluye como el humo. Los datos del Tesoro no mienten. El gasto crece, el déficit no baja y el DOGE se tambalea. Musk se va. Vought toma el mando. Y el Estado sigue igual de grande, pero más desorganizado que nunca.