De Malasaña a Chamberí: cómo Madrid expulsa a quienes crecieron en sus barrios

Comprar un piso en Madrid es, para la mayoría, un sueño que se aleja cada día un poco más. El último estudio del Índice SinComisiones confirma que incluso con un salario medio, acceder a una vivienda en el centro de la capital es prácticamente imposible. En barrios como Malasaña, Chamberí o Retiro, ni siquiera sumando dos nóminas alcanza. Hoy, incluso con un salario medio —que ronda los 1.700 euros mensuales—, acceder a una vivienda en el centro de la capital es prácticamente imposible. Barrios históricos como Malasaña, Chamberí o Retiro se han convertido en territorios prohibidos para la mayoría de los madrileños. No es una percepción, es un hecho respaldado por los datos. De hecho, incluso con dos salarios medios, el acceso a la propiedad sigue estando vetado en la mayoría de los once distritos más céntricos. Solo en Lavapiés, Arganzuela o Tetuán una pareja podría aspirar a hacerse con una vivienda modesta. Eso sí: necesitarían ahorrar durante al menos ocho años solo para pagar la entrada exigida por los bancos, que ronda el 30% del precio total, incluyendo impuestos y gastos. La situación es aún más dramática si se tiene en cuenta que este cálculo parte de viviendas sencillas, de dos habitaciones, sin lujos, sin terraza, sin garaje y en ocasiones sin ascensor. La vivienda, tradicional símbolo de estabilidad y progreso social, se ha transformado en un bien de lujo reservado para unos pocos. Esta realidad golpea especialmente a las nuevas generaciones, pero también a familias que llevan toda la vida en Madrid. Jóvenes que ven cómo la ciudad donde nacieron ya no les ofrece espacio para crecer. Padres y abuelos que asisten, impotentes, al éxodo de sus hijos hacia zonas cada vez más alejadas. La expulsión de los vecinos El Índice SinComisiones no solo pone el foco en los números. También en las consecuencias humanas. El estudio advierte de un "efecto expulsión": los propios vecinos de barrios históricos se ven obligados a marcharse, incapaces de competir con los nuevos precios. Muchos de sus hijos tampoco podrán quedarse donde nacieron. La gentrificación está detrás de este fenómeno. El proceso es conocido: un barrio popular empieza a revalorizarse, llegan nuevos residentes con mayor poder adquisitivo, suben los precios, cierran los negocios tradicionales y los antiguos vecinos tienen que irse. En Madrid, esta metamorfosis es visible en calles como Fuencarral, Tribunal o La Latina. El pequeño comercio desaparece, sustituido por tiendas de grandes cadenas. Las tabernas de toda la vida dejan paso a cafeterías de diseño. Los alojamientos turísticos crecen, alimentando una economía cada vez más volátil, menos arraigada. La dificultad de vivir solo Asimismo, el estudio del Índice SinComisiones introduce un dato clave: la dificultad extra que supone comprar una vivienda si se vive solo. La tendencia es clara: el número de hogares unipersonales crecerá hasta representar el 33,5% del total en quince años, según el INE. Pero la oferta de viviendas adaptadas a esta realidad sigue siendo escasa y prohibitiva. Para una persona sola, ahorrar el dinero suficiente para...

Abr 9, 2025 - 07:48
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De Malasaña a Chamberí: cómo Madrid expulsa a quienes crecieron en sus barrios
Comprar un piso en Madrid es, para la mayoría, un sueño que se aleja cada día un poco más. El último estudio del Índice SinComisiones confirma que incluso con un salario medio, acceder a una vivienda en el centro de la capital es prácticamente imposible. En barrios como Malasaña, Chamberí o Retiro, ni siquiera sumando dos nóminas alcanza. Hoy, incluso con un salario medio —que ronda los 1.700 euros mensuales—, acceder a una vivienda en el centro de la capital es prácticamente imposible. Barrios históricos como Malasaña, Chamberí o Retiro se han convertido en territorios prohibidos para la mayoría de los madrileños. No es una percepción, es un hecho respaldado por los datos. De hecho, incluso con dos salarios medios, el acceso a la propiedad sigue estando vetado en la mayoría de los once distritos más céntricos. Solo en Lavapiés, Arganzuela o Tetuán una pareja podría aspirar a hacerse con una vivienda modesta. Eso sí: necesitarían ahorrar durante al menos ocho años solo para pagar la entrada exigida por los bancos, que ronda el 30% del precio total, incluyendo impuestos y gastos. La situación es aún más dramática si se tiene en cuenta que este cálculo parte de viviendas sencillas, de dos habitaciones, sin lujos, sin terraza, sin garaje y en ocasiones sin ascensor. La vivienda, tradicional símbolo de estabilidad y progreso social, se ha transformado en un bien de lujo reservado para unos pocos. Esta realidad golpea especialmente a las nuevas generaciones, pero también a familias que llevan toda la vida en Madrid. Jóvenes que ven cómo la ciudad donde nacieron ya no les ofrece espacio para crecer. Padres y abuelos que asisten, impotentes, al éxodo de sus hijos hacia zonas cada vez más alejadas. La expulsión de los vecinos El Índice SinComisiones no solo pone el foco en los números. También en las consecuencias humanas. El estudio advierte de un "efecto expulsión": los propios vecinos de barrios históricos se ven obligados a marcharse, incapaces de competir con los nuevos precios. Muchos de sus hijos tampoco podrán quedarse donde nacieron. La gentrificación está detrás de este fenómeno. El proceso es conocido: un barrio popular empieza a revalorizarse, llegan nuevos residentes con mayor poder adquisitivo, suben los precios, cierran los negocios tradicionales y los antiguos vecinos tienen que irse. En Madrid, esta metamorfosis es visible en calles como Fuencarral, Tribunal o La Latina. El pequeño comercio desaparece, sustituido por tiendas de grandes cadenas. Las tabernas de toda la vida dejan paso a cafeterías de diseño. Los alojamientos turísticos crecen, alimentando una economía cada vez más volátil, menos arraigada. La dificultad de vivir solo Asimismo, el estudio del Índice SinComisiones introduce un dato clave: la dificultad extra que supone comprar una vivienda si se vive solo. La tendencia es clara: el número de hogares unipersonales crecerá hasta representar el 33,5% del total en quince años, según el INE. Pero la oferta de viviendas adaptadas a esta realidad sigue siendo escasa y prohibitiva. Para una persona sola, ahorrar el dinero suficiente para...