Córdoba en tres días: una guía para descubrir lo mejor de esta ciudad
Las claves para disfrutar de una primera vez en una de las ciudades más bellas del sur

En tres días, Córdoba no se abarca, pero sí se deja intuir. Aquí va una ruta para sumergirse en su alma sin prisas, para disfrutarla desde el ámbito de la historia, la cultura y, sin duda alguna, la gastronomía. Esto es lo que no hay que perderse en un primer viaje a la capital del Califato.
Día 1: Los básicos de la ciudad
La primera parada no puede ser otra que la Mezquita-Catedral, una joya única en el mundo que pasó de mezquita omeya del siglo VIII a catedral renacentista desde el siglo XVI. Su arquitectura, por dentro y por fuera, así como su maravilloso patio ajardinado, merecen la pena disfrutarse pausadamente. En su interior, la penumbra mágica del bosque de columnas lo inunda todo entre sus arcos bicolores que convierten cualquier visita en una experiencia cuasi mística.
Mezquita-catedral de Córdoba. Foto: Wirestock en Freepik
Al salir, lo ideal es perderse por la Judería, el antiguo barrio sefardí, donde las calles se estrechan y se retuercen como un laberinto de aires árabes. Aquí se encuentra la Sinagoga, una de las tres únicas que se conservan en España de época medieval y, muy cerca, la Casa de Sefarad donde profundizar en la memoria judía de la ciudad.
A la hora de comer, en el entorno de la Ribera, hay tabernas con historia donde probar algunos de sus platos más típicos como el salmorejo, las berenjenas con miel de caña y el flamenquín cordobés. Para los amantes de los vinos generosos, no puede faltar una copa de Montilla-Moriles.
Por la tarde, hay que cruzar el Puente Romano hasta la Torre de la Calahorra para disfrutar de una panorámica de la ciudad con el Guadalquivir y la Mezquita al fondo.
Día 2: De los patios a los palacios califales
El segundo día se debe comenzar explorando una de las joyas más inesperadas de la ciudad: los patios cordobeses. Esta fiesta de los Patios se celebra este mes de mayo donde doce patios muestran la evolución de este arte íntimo y floral como, por ejemplo, el Palacio de Viana.
Patios cordobeses. Foto: Wirestock en Freepik
Otra de las visitas indispensables el día de hoy es el Alcázar de los Reyes Cristianos, donde pasear por sus preciosos jardines geométricos, sus fuentes y asomarse a sus torres con vistas. Pero si se quiere rastrear el verdadero esplendor omeya, hay que visitar el yacimiento de Medina Azahara, a las afueras de la ciudad. Esta antigua ciudad palaciega fue mandada construir por el califa Abderramán III en el siglo X y, aunque hoy es una ruina majestuosa, conserva la esencia del Al-Ándalus.
Día 3: Descubrir los alrededores
El tercer día es perfecto para a salir de la ciudad y descubrir la Córdoba más rural. Una buena opción es acercarse a Las Ermitas, un conjunto de pequeñas construcciones religiosas en lo alto de la sierra, desde donde se tiene la mejor vista panorámica de la ciudad.
Otra escapada estupenda es Almodóvar del Río, a solo 20 km de la ciudad donde descubrir su castillo perfectamente conservado que ha sido escenario de series como Juego de Tronos. Sus almenas dominan el valle del Guadalquivir, y subir hasta ellas es como entrar en una película medieval. Para los amantes de la arqueología, una joya poco conocida es el yacimiento de Ategua, donde se conservan restos íberos, romanos y medievales. Y para despedirse, qué mejor que una comida pausada en alguno de los restaurantes con patio como Bodegas Campos o El Churrasco, o profundizar en la historia de su cocina a través de Noor, el restaurante con tres estrellas Michelin del chef Paco Morales, donde la cocina andalusí se reinventa a través de producto y técnica.