Congreso del PPE, momento de decidir: Europa o pacto del Ventorro
Confiamos en que actúe en consecuencia en el Parlamento Europeo y el resto de instituciones comunitarias, haga causa común con los partidos proeuropeos y abandone definitivamente la tentación de aliarse con la extrema derecha El el Partido Popular Europeo celebra este martes y el miércoles su congreso en Valencia. Los conservadores de todos los rincones de Europa vendrán a la región de España que es el paradigma de la alianza del PP con la extrema derecha. Se supone que, en este cónclave, los conservadores europeos marcarán su hoja de ruta. En un momento de especial convulsión en la política mundial, decidirán cómo quieren seguir avanzando en la construcción del proyecto europeo, si de acuerdo con las fuerzas democráticas proeuropeas o de la mano de partidos políticos de la ultraderecha, cuyo principal objetivo es erosionar a la Unión. Mientras en países como Alemania la CDU no ha titubeado en ningún momento a la hora de establecer el cordón sanitario para alejar del poder al partido ultraderechista Alternativa para Alemania y ha formado gobierno con los socialdemócratas, su partido hermano de España tampoco ha dudado en ningún momento en todo lo contrario: aliarse con la extrema derecha de este país para gobernar las regiones donde han sumado mayoría para gobernar. Cuando los colegas europeos lleguen a la Comunidad Valenciana, los dirigentes españoles deberían explicarles cómo funciona esa alianza, y cuáles son las políticas que se aprueban cuando la extrema derecha marca el paso. Deberían explicarles que con la excusa de aprobar los presupuestos autonómicos para 2025 han recortado partidas para luchar contra el cambio climático, para gestionar la inmigración, para ayudar a los refugiados de Palestina y a la cooperación al desarrollo o para preservar la memoria democrática. Valores y banderas de la Unión Europea como la solidaridad, la justicia social o la sostenibilidad han sido borrados de un plumazo en los presupuestos de una Comunidad de más de 5 millones de habitantes. Y todo, para mantener al Gobierno autonómico de Carlos Mazón, responsable de la desastrosa gestión de la dana que costó la vida a 228 personas, y protagonista de uno de los episodios más vergonzosos que hemos vivido en nuestro país, su desaparición por motivos inconfesables mientras los ciudadanos por los que debería velar se ahogaban en la riada. Es probable que muchos de estos líderes se asombren al comprobar que mientras en la Eurocámara las fuerzas proeuropeas trabajamos cada vez más unidas frente a los grupos donde se integran las formaciones de Le Pen, Orban o Meloni, el Partido Popular se olvida en España de aplicar el cordón sanitario y se abraza sin pudor a un partido xenófobo, machista, negacionista del cambio climático y de la violencia de género. El año pasado arrancamos la legislatura europea con los titubeos del PPE, con un líder desnortado que unas veces sumaba mayorías con los socialdemócratas, liberales y verdes, y otras con las fuerzas de ultraderecha, para perplejidad de muchos de sus dirigentes y votantes. Un Partido Popular Europeo que dejó hacer a sus colegas españoles para desgastar al Gobierno de Pedro Sánchez aún a riesgo de dejar caer a todo un Colegio de Comisarios. Afortunadamente, los populares europeos recondujeron su posición a tiempo y rompieron el espejismo del Partido Popular español, que llegó a creerse que su Grupo respaldaría semejante irresponsabilidad y juego sucio. Pero este no es momento de juegos ni frivolidades. La hostilidad de la Administración Trump y el reto arancelario, las guerras de Ucrania y Gaza, que lejos de acabar parecen eternizarse, el cambio geopolítico al que nos enfrentamos con nuevas y viejas potencias disputando su espacio en el tablero mundial, el ascenso de los populismos ultra que amenazan nuestras democracias, y el desafío real del cambio climático para la vida de la población, entre otras cuestiones, nos obligan a estar más unidos que nunca. Porque solo con una Unión Europea fuerte y autónoma conseguiremos mantener nuestro lugar en el mundo. Por eso, esperamos que el Partido Popular Europeo haya entendido de una vez por todas que ese es el camino. Confiamos en que actúe en consecuencia en el Parlamento Europeo y el resto de instituciones comunitarias, haga causa común con los partidos proeuropeos y abandone definitivamente la tentación de aliarse con la extrema derecha. Sería deseable, además, que cuando vengan a Valencia, se lo expliquen a sus colegas españoles del Partido Popular, a esos que mantienen pactos con Vox en la Comunidad Valenciana, Extremadura, Castilla y León, Aragón o Baleares, al tiempo que insultan a Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea y miembro destacado del propio Partido Popular Europeo. Y esperamos además que los populares españoles expliquen también sus pactos con la ultraderecha sobre una agenda contraria

Confiamos en que actúe en consecuencia en el Parlamento Europeo y el resto de instituciones comunitarias, haga causa común con los partidos proeuropeos y abandone definitivamente la tentación de aliarse con la extrema derecha
El el Partido Popular Europeo celebra este martes y el miércoles su congreso en Valencia. Los conservadores de todos los rincones de Europa vendrán a la región de España que es el paradigma de la alianza del PP con la extrema derecha.
Se supone que, en este cónclave, los conservadores europeos marcarán su hoja de ruta. En un momento de especial convulsión en la política mundial, decidirán cómo quieren seguir avanzando en la construcción del proyecto europeo, si de acuerdo con las fuerzas democráticas proeuropeas o de la mano de partidos políticos de la ultraderecha, cuyo principal objetivo es erosionar a la Unión.
Mientras en países como Alemania la CDU no ha titubeado en ningún momento a la hora de establecer el cordón sanitario para alejar del poder al partido ultraderechista Alternativa para Alemania y ha formado gobierno con los socialdemócratas, su partido hermano de España tampoco ha dudado en ningún momento en todo lo contrario: aliarse con la extrema derecha de este país para gobernar las regiones donde han sumado mayoría para gobernar.
Cuando los colegas europeos lleguen a la Comunidad Valenciana, los dirigentes españoles deberían explicarles cómo funciona esa alianza, y cuáles son las políticas que se aprueban cuando la extrema derecha marca el paso. Deberían explicarles que con la excusa de aprobar los presupuestos autonómicos para 2025 han recortado partidas para luchar contra el cambio climático, para gestionar la inmigración, para ayudar a los refugiados de Palestina y a la cooperación al desarrollo o para preservar la memoria democrática. Valores y banderas de la Unión Europea como la solidaridad, la justicia social o la sostenibilidad han sido borrados de un plumazo en los presupuestos de una Comunidad de más de 5 millones de habitantes.
Y todo, para mantener al Gobierno autonómico de Carlos Mazón, responsable de la desastrosa gestión de la dana que costó la vida a 228 personas, y protagonista de uno de los episodios más vergonzosos que hemos vivido en nuestro país, su desaparición por motivos inconfesables mientras los ciudadanos por los que debería velar se ahogaban en la riada.
Es probable que muchos de estos líderes se asombren al comprobar que mientras en la Eurocámara las fuerzas proeuropeas trabajamos cada vez más unidas frente a los grupos donde se integran las formaciones de Le Pen, Orban o Meloni, el Partido Popular se olvida en España de aplicar el cordón sanitario y se abraza sin pudor a un partido xenófobo, machista, negacionista del cambio climático y de la violencia de género.
El año pasado arrancamos la legislatura europea con los titubeos del PPE, con un líder desnortado que unas veces sumaba mayorías con los socialdemócratas, liberales y verdes, y otras con las fuerzas de ultraderecha, para perplejidad de muchos de sus dirigentes y votantes. Un Partido Popular Europeo que dejó hacer a sus colegas españoles para desgastar al Gobierno de Pedro Sánchez aún a riesgo de dejar caer a todo un Colegio de Comisarios. Afortunadamente, los populares europeos recondujeron su posición a tiempo y rompieron el espejismo del Partido Popular español, que llegó a creerse que su Grupo respaldaría semejante irresponsabilidad y juego sucio.
Pero este no es momento de juegos ni frivolidades. La hostilidad de la Administración Trump y el reto arancelario, las guerras de Ucrania y Gaza, que lejos de acabar parecen eternizarse, el cambio geopolítico al que nos enfrentamos con nuevas y viejas potencias disputando su espacio en el tablero mundial, el ascenso de los populismos ultra que amenazan nuestras democracias, y el desafío real del cambio climático para la vida de la población, entre otras cuestiones, nos obligan a estar más unidos que nunca. Porque solo con una Unión Europea fuerte y autónoma conseguiremos mantener nuestro lugar en el mundo.
Por eso, esperamos que el Partido Popular Europeo haya entendido de una vez por todas que ese es el camino. Confiamos en que actúe en consecuencia en el Parlamento Europeo y el resto de instituciones comunitarias, haga causa común con los partidos proeuropeos y abandone definitivamente la tentación de aliarse con la extrema derecha. Sería deseable, además, que cuando vengan a Valencia, se lo expliquen a sus colegas españoles del Partido Popular, a esos que mantienen pactos con Vox en la Comunidad Valenciana, Extremadura, Castilla y León, Aragón o Baleares, al tiempo que insultan a Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea y miembro destacado del propio Partido Popular Europeo. Y esperamos además que los populares españoles expliquen también sus pactos con la ultraderecha sobre una agenda contraria a la democracia, la igualdad y la justicia social, los valores sobre los que se fundó el proyecto europeo hace más de 60 años y por los que seguimos trabajando cada día.