Cómo la guerra comercial de EE.UU. está 'infectando' la economía mundial
La directora gerente del FMI adviertió de una "nueva y gran prueba" al recortar las previsiones de crecimiento por los aranceles de la Administración Trump

Sentado en una anodina sala de conferencias de Washington, Scott Bessent presentó una defensa a ultranza de las políticas comerciales de Estados Unidos en sus primeras reuniones cara a cara con sus homólogos del G20.
Según los asistentes a la cena, al margen de las reuniones de primavera del FMI y el Banco Mundial, el secretario del Tesoro retrató el enfoque del presidente Donald Trump como parte de un plan claro y magistral para reequilibrar la economía mundial, y en ningún caso como el caótico embrollo de giros en U que perciben los funcionarios de otras partes del mundo.
Trump ha tomado "medidas contundentes" para hacer frente a los desequilibrios de un "sistema comercial injusto", afirmó Bessent en un acto celebrado ese mismo día. Más de 100 países habían respondido "abierta y positivamente", añadió.
Pero las reuniones de primavera del FMI y el Banco Mundial estuvieron marcadas por nuevos reveses de Trump, que dejaron a los aliados de EE.UU. aún más desconcertados por lo que la administración está tratando de lograr con su agenda comercial, y más preocupados por lo que la incertidumbre en curso está haciendo a sus economías.
Los precios de las acciones subieron tras semanas de turbulencias después de que Trump dijera que estaba dispuesto a reducir sustancialmente los aranceles del 145% a China, y las ganancias se vieron favorecidas por la declaración de que no tenía previsto despedir al presidente de la Reserva Federal, Jay Powell, contrariamente a lo que se había insinuado anteriormente.
Sin embargo, el último informe Perspectivas de la economía mundial del FMI, advertía de que la inestabilidad que golpea al comercio internacional afectaría inevitablemente al crecimiento mundial. "En pocas palabras, la economía mundial se enfrenta a una nueva e importante prueba", dijo Kristalina Georgieva, directora gerente del FMI, en una conferencia de prensa.
Los funcionarios y dirigentes políticos que asistieron a la reunión advirtieron que no tenían visibilidad sobre si la administración Trump mantendría sus esfuerzos para desescalar sus conflictos con los socios comerciales, o reanudaría su asalto al mercado mundial.
En una aguda ironía, fueron los delegados de China quienes, en la cena del G20, presentaron una defensa a ultranza del orden multilateral basado en reglas que el propio EE.UU. diseñó originalmente, según personas informadas sobre las discusiones.
Ministros y banqueros centrales advirtieron de que era casi imposible navegar por la nube de incertidumbre que emanaba de la capital de la economía más importante del mundo.
"¿Qué quiere exactamente esta Administración? ¿Quieren un nuevo acuerdo comercial? ¿Quieren aranceles? No lo sabemos", afirma Eelco Heinen, Ministro de Finanzas de los Países Bajos. "Ahora mismo estamos atravesando una niebla".
Incertidumbre y acuerdos comerciales
Tras semanas de hostilidad, la Administración Trump recientemente dio a entender que buscaba activamente fórmulas para enfriar los conflictos comerciales con sus socios.
Bessent ofreció una rama de olivo a los socios estadounidenses en una reunión del grupo de lobby Institute for International Finance, diciendo que "América primero no significa América sola", y que el lema es "un llamado a una colaboración más profunda y al respeto mutuo entre los socios comerciales".
A ello se unieron palabras tranquilizadoras sobre el destino del FMI y el Banco Mundial. Aunque Bessent pidió que abandonaran lo que calificó de "agendas dispersas y desenfocadas", también insistió en el "valor duradero" de las instituciones.
Esto supuso un alivio para los países preocupados por la perspectiva de una retirada total de EE.UU. de las instituciones de Bretton Woods de la posguerra, que han sustentado ocho décadas de multilateralismo económico.
"El ambiente aquí es de distensión", dice un funcionario europeo, señalando que en las reuniones celebradas a fines de abril, los funcionarios estadounidenses insistieron en su deseo de llegar a acuerdos con sus principales socios comerciales. Según algunos funcionarios, Bessent buscó un tono conciliador en las reuniones con sus homólogos, y la ministra suiza de Finanzas, Karin Keller-Sutter, calificó de "constructiva" su reunión con el Secretario del Tesoro.
Su mayor participación en las políticas comerciales de la Administración, a medida que disminuye la influencia del Secretario de Comercio, Howard Lutnick, y del asesor comercial, Peter Navarro, también ha contribuido a calmar el nerviosismo de funcionarios e inversores.
Pero lograr avances tangibles en las relaciones comerciales no será fácil, subrayan los funcionarios. Las fricciones entre EE.UU. y sus socios más cercanos nunca han estado lejos de la superficie, y el funcionario señaló un "aire arrogante" por parte de la administración.
En una reunión del G7, Bessent respondió con una mueca a una pregunta del gobernador del banco central francés, Francois Villeroy de Galhau, sobre el abultado déficit federal de EE.UU., según personas informadas de la conversación.
El Secretario del Tesoro señaló que, al final de la semana, escribiría en su diario que un francés le había preguntado por su déficit, en una aparente referencia a los cuantiosos préstamos de la propia Francia. Pero es el déficit federal estadounidense -de 6,4% del PBI el año pasado-, el mayor de los dos.
Los funcionarios hablaron en privado de mensajes contradictorios de la administración sobre qué funcionarios estadounidenses están realmente liderando las conversaciones comerciales, mientras luchan por determinar cuánto peso tienen sus palabras con el presidente.
Pocos dudan de que Trump seguirá siendo el árbitro final de cualquier posible acuerdo, lo que hace que el resultado de las conversaciones sea especialmente incierto.
EE.UU. se ha jactado en repetidas ocasiones del número de gobiernos que han llamado a la Casa Blanca en busca de acuerdos comerciales. Pero si decenas de países quieren llegar a acuerdos con EE.UU., los funcionarios se preguntan cómo reunirá la administración la capacidad burocrática para codificar los acuerdos en tan corto tiempo -especialmente teniendo en cuenta los despidos en el gobierno federal como resultado de las actividades del llamado Departamento de Eficiencia Gubernamental (DoGE, por sus siglas en inglés).
EE.UU. tardó 18 meses, por ejemplo, en negociar un acuerdo comercial con México y Canadá durante el primer mandato de Trump. El presidente dijo el 9 de abril que sus llamados aranceles recíprocos debían volver a entrar en vigencia después de sólo 90 días, ostensiblemente en julio.
Recesiones y proyecciones pesimistas
La imprevisibilidad de la política estadounidense está dificultando la planificación presupuestaria habitual de los gobiernos, afirma Heinen. "¿Cuál es la línea de base?", afirma. "Esto va a perjudicar a nuestras economías, pero es muy difícil juzgar hasta qué punto".
La falta de visibilidad quedó subrayada en la última encuesta semestral del FMI. Los "niveles extremadamente altos de ambigüedad política" habían hecho difícil presentar una perspectiva central, dijo el FMI, lo que significa que tomó la medida inusual de presentar "una gama de proyecciones de crecimiento global".
Una de ellas postulaba que Trump podría prorrogar indefinidamente la pausa de los llamados aranceles recíprocos. Sin embargo, incluso si esto ocurriera, no "cambiaría materialmente" las perspectivas de referencia debido a la magnitud de las barreras comerciales que se están levantando ahora entre EE.UU. y China, las dos mayores economías del mundo. "Los miembros están preocupados", declaró Georgieva en conferencia de prensa.
En enero de este año, el FMI preveía un crecimiento de la producción mundial del 3,3%, y le preocupaba que no fuera suficiente. Ahora, prevé un crecimiento de sólo 2,8%.
El Gobierno alemán, por ejemplo, redujo a cero su previsión de crecimiento para 2025 para su economía, dependiente del comercio, frente al 0,3% anterior. La consultora Capital Economics dijo que había recortado su previsión del PBI de la Eurozona a causa de los aranceles, pronosticando un crecimiento cercano a cero en el segundo y tercer trimestres.
"Cuanto más esperemos a un acuerdo [sobre comercio], más tiempo dejaremos que persista la incertidumbre en nuestras dos economías", afirmó Jörg Kukies, ministro alemán de Economía, en un acto reciente. "No lo veo como algo positivo".
Sin embargo, fue el propio EE.UU. el que sufrió el mayor recorte del crecimiento entre las economías del G7.
Apuntando a un agudo daño autoinfligido por las políticas de Trump, el Fondo recortó su pronóstico de 2025 para el crecimiento de EE.UU. en casi un punto porcentual al 1,8% y puso las probabilidades de una recesión en casi dos de cada cinco.
Algunos analistas argumentaron que incluso esas cifras eran demasiado optimistas. La rebaja fue mucho menor que en el verano de 2022, por ejemplo, cuando el FMI recortó su previsión de crecimiento para EE.UU. en 1,4 puntos porcentuales tras el estallido de la guerra en Ucrania. En otra parte de Washington, el think tank Peterson Institute ha recortado su previsión de expansión para EE.UU. este año a sólo el 0,1%.
"Va a haber interrupciones en el suministro como las [de la época] de Covid", afirma Adam Posen, presidente del instituto. "No va a ser tan dramático como en 2020, pero puede ser abrupto y considerable".
Afirma que el sector automotriz y de vivienda se enfrentan a la escasez de suministros clave procedentes de China, junto con subas de precios que están haciendo impagables ciertos componentes.
Los análisis de Sea-Intelligence han puesto de manifiesto un aumento del número de cancelaciones de viajes transpacíficos. El gigante naviero alemán Hapag-Lloyd declaró hace unas semanas que había cancelado el 30% de sus viajes a EE.UU. desde China.
"En la actualidad, China importa muy pocas cosas de EE.UU. que no pueda obtener de otros, incluido el dinero", afirma Posen. "EE.UU. importa todo tipo de cosas que no podemos obtener de nadie más que de China a gran velocidad, o a precios accesibles".
A los minoristas les preocupa que las góndolas se queden vacías debido a la altura de las barreras impuestas a Beijing. Por ejemplo, China fabricó el año pasado el 75% de las muñecas, triciclos, patinetas y otros juguetes con ruedas suministrados a los consumidores estadounidenses desde el extranjero.
Los mayores grupos mundiales de bienes de consumo envasados advirtieron sobre la retracción de los compradores. Procter & Gamble, PepsiCo, Colgate-Palmolive y Kimberly-Clark recortaron sus previsiones de ventas o beneficios, apuntando en algunos casos a los mayores costos derivados de los aranceles y al deterioro de la confianza de los consumidores.
Andre Schulten, director financiero de P&G, dijo que los ejecutivos empezaron a ver que el mercado se ralentizaba en EE.UU. y Europa. Los consumidores estaban preocupados por la caída de la Bolsa, la política y las perspectivas económicas.
"Todos estos elementos volátiles influyen en el comportamiento de los consumidores, incluidos los aranceles, y si los juntamos todos, no es ilógico que el consumidor adopte una actitud de espera", declaró Schulten a la prensa.
Tanto el Fondo como las autoridades estadounidenses han señalado que la mayor economía del mundo se encontraba, a principios de año, en una situación sólida, y los datos económicos concretos aún no han mostrado signos significativos de tensión.
Pero las advertencias de desaceleración son cada vez más fuertes. Torsten Slok, economista jefe del hedge fund Apollo, cifró en un 90% las probabilidades de lo que denominó una "recesión voluntaria de restablecimiento del comercio". "Es de esperar que los barcos se queden en alta mar, que se cancelen los pedidos y que los minoristas tradicionales bien gestionados se declaren en quiebra", escribió el 19 de abril.
Y mientras los responsables políticos del Banco de Inglaterra, el Banco Central Europeo y otros organismos están dispuestos a recortar las tasas para aliviar el lastre de la guerra comercial, los consumidores y las empresas estadounidenses podrían tener que esperar a una política monetaria más flexible.
Los funcionarios de la Reserva Federal quieren que los costos de endeudamiento se mantengan donde están hasta que estén convencidos de que el aumento de las barreras comerciales no desencadenará un nuevo brote de inflación persistente.
Y ello a pesar de que el último Libro Beige del banco central, una recopilación del sentimiento de las empresas y los hogares estadounidenses, advertía de la "omnipresente" incertidumbre debida al comercio internacional.
¿Un acuerdo comercial con China?
El aparente deseo de la Casa Blanca de reducir las tensiones comerciales, especialmente con China, fue visto por algunos delegados en las reuniones de primavera como una prueba de que EE.UU. se siente acorralado.
Uno de ellos habló de un aire de la "catástrofe y pesimismo" económico que se cierne sobre Washington, con el aumento de la ansiedad sobre las heridas autoinfligidas derivadas de la guerra comercial. "El mundo real les está golpeando muy fuerte en la cara", afirma un funcionario europeo.
China parece negarse a marchar al ritmo de EE.UU.. Trump afirmó hace unas semanas que su Administración estaba hablando con China sobre comercio, pero Beijing negó la existencia de negociaciones y exigió a EE.UU. que revocara los aranceles unilaterales si quería entablar conversaciones.
Stephen Miran, presidente del Consejo de Asesores Económicos de Trump, rechazó cualquier sugerencia de que China tuviera la sartén por el mango.
"Podemos fabricar cosas en casa. Podemos comprar a otros países con los que tenemos acuerdos comerciales y que nos tratan mejor que China", dijo Miran.
Pero también sugirió que habría "alguna forma de bajar la temperatura" con Beijing "en los próximos días, en las próximas semanas", elogiando a Trump como "uno de los mejores negociadores del mundo". China concedió algunas exenciones arancelarias a las importaciones estadounidenses, en una medida que alivió a las empresas estadounidenses que operan allí.
Algunos economistas creen que EE.UU. se verá obligado a ceder ante la preocupación por un cese repentino de las importaciones clave procedentes de China. Holger Schmieding, economista jefe del banco Berenberg, predice que Trump negociará la eliminación de aproximadamente la mitad de los aranceles adicionales en cuestión de meses.
De lo contrario, afirma, EE.UU. será la "principal víctima" de la política de guerra comercial, perjudicando sus propias perspectivas de crecimiento incluso más que las de regiones como Europa.
Aunque Trump haya emprendido ahora el camino hacia una distensión al menos parcial, resolver la situación no será fácil. "Las conversaciones comerciales serán probablemente ásperas, con muchas amenazas de EE.UU. de levantarse de la mesa", dice Schmieding. "Mientras tanto, reinará la incertidumbre".
En un desayuno reciente, Bessent dijo en privado a sus interlocutores que creía que el punto álgido de la inestabilidad ya había pasado.
Pero muchos no están convencidos. Consultado sobre si los funcionarios se irían de Washington más optimistas que cuando llegaron, un ex banquero central afirmó: "En absoluto". "Harán falta hechos, no sólo palabras. La credibilidad se ha erosionado", agregó.