Clausura definitiva al Dolphinaris Barceló por maltrato animal disfrazado de show (VIDEO)
¡Se acabó el show! Si un lugar promete ser un santuario para especies marinas y resulta ser un escenario de negligencia, la decepción no solo es enorme, es alarmante. Eso pasó con Dolphinaris Barceló, un recinto en la Riviera Maya que acaba de ser clausurado definitivamente por la Profepa tras documentarse una serie de irregularidades […]

¡Se acabó el show! Si un lugar promete ser un santuario para especies marinas y resulta ser un escenario de negligencia, la decepción no solo es enorme, es alarmante. Eso pasó con Dolphinaris Barceló, un recinto en la Riviera Maya que acaba de ser clausurado definitivamente por la Profepa tras documentarse una serie de irregularidades que pusieron en riesgo la vida de los delfines bajo su cuidado. Entre ellas, el caso de Mincho, un delfín de 35 años, se convirtió en la cara visible de un problema estructural: el maltrato disfrazado de entretenimiento.
Profepa clausura Dolphinaris: ¿qué desencadenó la decisión?
En febrero de 2025, la Profepa inició una inspección al Dolphinaris Barceló tras años de denuncias de activistas y un video viral de 2020 que mostraba al delfín Mincho estrellándose contra una plancha de concreto durante una acrobacia. La investigación reveló siete irregularidades graves, incluyendo prácticas inadecuadas durante sesiones interactivas, acrobacias sin autorización y la falta de reporte del accidente de Mincho, como exige la Ley General de Vida Silvestre. Peor aún, Mincho fue forzado a trabajar dos días después, ignorando una incapacidad médica de 15 días. Estas faltas llevaron a la clausura total definitiva el 12 de mayo de 2025, con sellos visibles y una denuncia penal ante la Fiscalía General de la República.
Las irregularidades que llevaron al cierre definitivo
La Profepa documentó un catálogo de abusos:
-
Trato indigno: Los delfines enfrentaban sesiones interactivas riesgosas, comprometiendo su seguridad.
-
Acrobacias no autorizadas: El plan de manejo no permitía estos shows, pero se realizaban igual, como el accidente de Mincho.
-
Trabajo durante tratamiento: Ejemplares enfermos, como Mincho, participaban en actividades sin aval veterinario.
-
Sobrecupo: Se excedía el límite de personas en interacciones, aumentando el estrés de los animales.
-
Falta de revisiones médicas: No se hacían evaluaciones periódicas para monitorear la salud de los delfines.
-
Agua inadecuada: Las temperaturas superaban los 27°C, incumpliendo normas de bienestar.
Estas violaciones, sumadas a la multa de 7,526,240 pesos, reflejan un sistema que priorizaba el lucro sobre la vida de los delfines.
Mincho: Más que un delfín, un símbolo de resistencia
Mincho, capturado en las Islas Salomón en 2003, vivió en cautiverio, pasando del Wet n Wild de Cancún al Dolphinaris Barceló. Su accidente en 2020 no fue un simple error; fue el reflejo de un abuso sistemático. Entre 2021 y 2022, Mincho murió, probablemente por lesiones agravadas por la negligencia. Otros delfines, como Alex, Plata y Kala, también murieron en circunstancias poco claras, sin explicaciones del delfinario. Con unos 35 años, la muerte de Mincho movilizó a activistas que protestaron durante meses, exigiendo el cierre del lugar. Su historia se convirtió en un símbolo de resistencia, impulsando a la Profepa a tomar medidas contundentes.
La Profepa actúa: clausura y denuncia penal
Además de la clausura total definitiva, el recinto fue multado con más de 7.5 millones de pesos. También se colocaron sellos visibles en las instalaciones para asegurar que no se reanuden operaciones. La Profepa presentó una denuncia penal ante la Fiscalía General de la República, en virtud del artículo 420 del Código Penal Federal, que contempla penas de hasta 9 años de prisión por dañar a mamíferos marinos.
Más allá de la clausura de un delfinario, esto es un llamado urgente a cuestionar cómo y por qué seguimos consumiendo espectáculos con animales en cautiverio. Los centros que promueven la interacción con delfines no siempre muestran lo que ocurre fuera del escenario, y muchos de estos animales son forzados a actuar, incluso cuando están enfermos o lesionados. Cuidar de los animales en cautiverio es una responsabilidad legal, ética y moral. Este cierre marca un precedente importante, pero también deja claro que el bienestar animal aún tiene mucho camino por recorrer en México.