Ariel Lijo volvió a su rutina en los tribunales de Comodoro Py: dice estar “liberado” y “desencantado” con la política
Tras el rechazo de su pliego en el Senado, el juez federal admite a sus amigos que “la pasó muy mal” y afirma que ahora sabe “quién es quién”
El juez federal Ariel Lijo regresó a su rutina habitual en el juzgado federal de Comodoro Py 2002 tras el rechazo del Senado a su pliego para ser juez de la Corte Suprema. El magistrado les dijo a los suyos que se siente “liberado”, con energía renovada, pero desencantado de la política, que le dio la espalda.
Así lo expresaron desde su entorno más cercano a LA NACION. Agregaron que la experiencia le sirvió al juez para “saber quién es quién” en el mundo de la política.
Lijo fue propuesto por el Gobierno para la Corte en marzo de 2024. Su postulación llegó de la mano del juez del máximo tribunal Ricardo Lorenzetti, que persuadió a Javier Milei de que el magistrado federal a iba a conseguir los votos de los senadores. No tuvo éxito.
Lijo fue su propio jefe de campaña. Se reunió con senadores, con gobernadores, visitó provincias y recibió a legisladores en el departamento de su pareja, en la Avenida del Libertador, donde conversó sobre su designación. Se movió como el más activo promotor de su candidatura, pero las críticas se sumaron y la política al final no lo acompañó.
Su designación se topó con una fuerte oposición de actores de la sociedad civil, como asociaciones académicas, jurídicas y empresariales, que denunciaron demoras e irregularidades en las causas de su juzgado que tocaban al poder político. También cuestionaron su falta de pergaminos y el hecho de que el Gobierno no hubiera propuesto a una mujer para el máximo tribunal.
La política se movió con sus propios tiempos. En principio, la resistencia fue de un puñado de dirigentes. De la Coalición Cívica, de Elisa Carrió; de Mauricio Macri en Pro; de Carolina Losada en la UCR y de Francisco Paoltroni en La Libertad Avanza (luego eyectado del oficialismo). El kirchnerismo se mantuvo en silencio hasta el final, al igual que buena parte del macrismo, la UCR y los gobernadores aliados a Milei.
La andanada de críticas de las entidades civiles motivó que se reflotara una causa donde fue sobreseído, en la que se lo investigó por supuesto enriquecimiento ilícito. Esa causa apunta también a su hermano Fredy Lijo, operador judicial que trajina los tribunales buscando facilitar la solución de problemas legales de sus clientes.
A pesar de los fuertes cuestionamientos, Lijo estuvo cerca de tener los votos de los dos tercios de los senadores para validarse como juez de la Corte, pero el Gobierno insistió con que su pliego se votara junto con el de Manuel García-Mansilla, que no reunía tantas voluntades.
La aprobación de su pliego estuvo al caer durante las sesiones extraordinarias, pero el 14 de febrero estalló el escándalo de la criptomoneda $LIBRA, que involucró a Javier Milei y a su hermana Karina, por lo que las voluntades peronistas para apoyar al candidato del Gobierno se esfumaron. De hecho, la sesión especial convocada para el 21 de febrero se levantó.
Ese proceso se terminó de alterar cuando Javier Milei, aconsejado por Santiago Caputo, designó por decreto a ambos magistrados, echando mano de un recurso al borde de la constitucionalidad, más propio del siglo pasado y establecido para los empleados que requieren acuerdo del Senado cuando el Congreso está en receso.
“Tenía los votos pero no tuvo suerte”, dijo uno de los que auspició su designación.
Su futuro como juez de la Corte quedó enterrado cuando el Senado reaccionó ante el decreto y rechazó su pliego. Los senadores defendieron su facultad de votar a los jueces de la Corte.
Lijo recibió 27 votos afirmativos, 43 negativos y una abstención, mientras que el pliego de García-Mansilla fue rechazado por 51 senadores y apoyado por 20.
Tras el revés legislativo, el juez federal retornó a su juzgado de Comodoro Py 2002 (es titular del juzgado 4 y subroga el 12) con otro ánimo, según describen sus amigos.
“Está liberado, recuperó la energía, pero la pasó muy mal. Fue mucho tiempo de estar en el candelero, sin una definición”, señaló un allegado al magistrado.
Lijo se consuela con el argumento de que el debate legislativo no se centró especialmente en las críticas que generó su postulación, sino en la herramienta del decreto utilizada para postularlo.
Cuentan los que lo conocen que “la experiencia le sirvió para saber quién es quién”. Se refieren tanto al mundo de la política como al de la Justicia.
Otras fuentes mencionaron que el juez estaba enojado con aquellos que le habían prometido su apoyo, pero que al final del proceso se corrieron y lo dejaron de lado.
En la definición de su pliego pesó la oposición que generó su perfil, pero también el posicionamiento del kirchnerismo, pues la expresidenta Cristina Kirchner está condenada por corrupción y su caso debe ser revisado por la Corte que Lijo podría haber integrado.
Lijo tiene el “cuero duro”, conoce las lides de la política y soportó el proceso. Pero su derrota también generó malestar en Comodoro Py 2002, donde los jueces esperaban tener en la Corte a uno de los suyos, como una especie de “primus inter pares” en la cumbre del Poder Judicial.
La carta de García-Mansilla
En tanto, García-Mansilla renunció a la Corte días después de que el Senado rechazara su pliego. La semana pasada regresó a tribunales, pasó a saludar a sus excolegas y visitó a Carlos Rosenkrantz, con quien almorzaba con frecuencia.
También dejó en el Senado un escrito, en el que buscó rebatir los argumentos vertidos por los senadores en la audiencia. Volvió a explicar sus dichos ante la Comisión de Acuerdos (cuando señaló que en el contexto de 2015 no hubiera asumido por decreto) y dijo que no engañó a nadie, sino que habló con honestidad.
Dijo que es inverosímil pensar que quiso engañar al Senado, que “los atajos y chicanas políticas” son los que “terminan debilitando los procesos de designación, y pueden desalentar que los candidatos respondan con franqueza en futuras audiencias”.
Reclamó a los senadores “tomarse en serio el escrutinio de los candidatos y no dejar pasar meses sin una decisión que no requiere otra mirada que considerar la idoneidad de las personas nominadas”.
Por eso, reiteró la necesidad de integrar la Corte con cinco miembros porque, tal como está, tiene “evidentes problemas que ya llevan años”, sostuvo.
“No se construyen instituciones ni se defiende la República sobre la base de falsedades e incumplimientos reglamentarios”, dijo. Su escrito de 35 carillas fue recibido el 10 de abril, tras la votación, en la Mesa de Entrada del Senado.