¿Tengo que hablar de sexo con mis hijos? ¿Y cómo lo hago?

Mi hermano y yo tuvimos la grandísima suerte de contar con una madre que, sin haber recibido educación sexual o tan siquiera haber podido sacar el tema con...

Abr 22, 2025 - 10:28
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¿Tengo que hablar de sexo con mis hijos? ¿Y cómo lo hago?

Mi hermano y yo tuvimos la grandísima suerte de contar con una madre que, sin haber recibido educación sexual o tan siquiera haber podido sacar el tema con sus padres, quiso sentar un nuevo precedente y no solo recibir nuestras dudas, sino formarse para responderlas.

Un esfuerzo por su parte -como tantos otros-, que nos ha permitido a sus dos hijos sentirnos cómodos hablando del tema y, en definitiva, tener una sexualidad saludable.

Pero el caso de nuestra madre es muy excepcional, incluso con toda la información disponible, hay padres que no ven la importancia de tener estas conversaciones (porque no, no es solo una).

Como sexóloga, me encuentro muchas clientas en mis sesiones que están pagando de adultas 'los platos rotos' de no haber sabido relacionarse con su cuerpo ni su intimidad, hasta de verlo como algo malo por otros mensajes que han podido llegarles durante su vida.

La experiencia sexual comienza desde el nacimiento, descubrir nuestros genitales, averiguar nuestras zonas de placer y aprender que es algo que podemos compartir con otra persona, no llega de la noche a la mañana por mucho que a los 15 años sea la media de primera relación sexual con penetración.

Lo cierto es que en la infancia, se necesitan espacios para que los más pequeños puedan expresarse, compartir sus dudas, contrastar la información que tienen y tomar decisiones con lo que ha aprendido. Para todo ello acuden a las personas con las que tienen más confianza: sus padres.

Sin esos espacios, no nos libramos de que se acerquen a esa esfera de su vida. Lo harán igualmente, buscarán alternativas en lo que tengan más cerca: sus grupos de amigos, las redes sociales, la pornografía… Y todo eso genera las creencias infundadas que me sigo encontrando con mis clientas más jóvenes en las sesiones.

En cambio, si se genera esa oportunidad de resolver sus preguntas, con una información clara, científica (aunque adaptada a su edad) y oportuna, contribuimos al bienestar físico y psicológico desde el comienzo de su vida y les evitamos consecuencias negativas como miedo, confusión o una actitud de rechazo hacia su placer.

¿Y si no sé responderle?

Como decía al principio, soy más consciente que nunca del trabajo que hizo mi madre de recorrerse Madrid (el acceso a internet no era como ahora) para dar con información verídica sobre la sexualidad. La suerte del momento presente es que con una búsqueda en los sitios de fiabilidad, se puede dar con esos conocimientos.

Y, mientras tanto, decirle: "Mira, ahora mismo no tengo la respuesta a esta pregunta, pero me parece muy importante y gracias por habérmelo preguntado. Voy a informarme y lo hablamos".

Si da vergüenza, el enfoque puede ser el de: "Me cuesta hablar de esto porque no pude hacerlo cuando tenía tu edad, pero como me parece muy importante y quiero que tú tengas estas conversaciones conmigo, voy a informarme y te cuento".

O incluso si es un mal momento, decir que ahora mismo no puedes dedicarle tiempo a darle una respuesta porque estás con otras ocupaciones o en un momento de mucho cansancio, pero que lo vas a buscar y luego le respondes. Sí, es muy importante que sepan que van a recibir una respuesta.

Y recuerda que si no te preguntan nada, no es que no tenga ninguna duda, de hecho, lo que es más probable es que tengan otra fuente de información o que por una reacción que han visto en casa, no se sientan con confianza a la hora de sacar el tema.