Sin red y en el trapecio de Trump
Los efectos colaterales del rumbo que tomó la Casa Blanca podrían obligar a recalibrar todo, hasta las proyecciones globales y, así, también los paquetes de asistencia; ¿cuáles son ahora, con una crisis que hizo desplomarse en solo dos ruedas el Dow Jones un 10%, los números de los socios europeos del FMI?
El mazazo que Trump acaba de darle al mundo con la aplicación de aranceles fue tan devastador que casi no hay analista capaz de proyectar nada en el corto plazo. No solo en el escenario internacional, sino hacia adentro de los Estados Unidos. ¿Impactarán, por lo pronto, las nuevas medidas en el costo de vida? ¿Mantendrá en ese caso el electorado republicano el mismo nivel de adhesión a su líder? ¿Son todos nostálgicos de las automotrices de Detroit? No está claro. La mitad de los vehículos que circulan por esas calles ya no son de origen norteamericano. Entre el viernes y el domingo, ante la posibilidad de futuros aumentos, las concesionarias de 0 km importados vendieron más que nunca, algunas de ellas hasta las 21, tres horas después del cierre habitual durante un feriado.
Trump puso al mundo patas arriba. Y la Argentina está en la lista de perplejos y más afectados, más allá de la relación que pueda tener con él Milei. No se trata solo de consecuencias globales, las generales de la ley: que venga, por ejemplo, una recesión porque los países deciden cerrarse o que una escalada de precios en Estados Unidos obligue a la Reserva Federal a subir tasas y eso lleve a los ahorristas a apostar masivamente por los activos en dólares, los más seguros, algo que conduce a su vez a la caída en los precios de la soja, el maíz o el petróleo, y a la devaluación del resto de las monedas.
La Argentina tiene además asuntos propios irresueltos y sensibles, como la negociación con el Fondo Monetario Internacional. ¿Están, más allá de la buena voluntad de Trump, los socios europeos del organismo igualmente dispuestos a atenderlo después del shock de los aranceles? No hay dudas de que él apuesta por el gobierno de Milei. Pero ¿querrá el Fondo volver a financiar a la Argentina después del desembolso que en su momento y con escaso éxito se le facilitó a Macri? la nacion se lo preguntó esta semana a María Elvira Salazar, legisladora del estado de Florida, que viene proponiendo que la cuota inicial de la asistencia para la Argentina sea más alta que lo previsto, 15.000 millones de dólares, incluso más que los 12.500 millones que, dicen los libertarios, el ministro Luis Caputo necesita para los vencimientos y pagos de este año. “Sabemos que Macri y Milei son diferentes. Milei hizo desde la primera hora del primer día lo que había que hacer”, contestó.
Es cierto que el énfasis de Salazar puede estar influido en buena medida por un gesto de gratitud personal: fue ella, de origen cubano, quien más presionó el año pasado para que el Gobierno relevara de la Cancillería a Diana Mondino después del desencuentro por el voto a Cuba en la ONU. “A Milei, mi agradecimiento en nombre del pueblo cubano”, publicó después ella en Instagram, no bien se enteró del reemplazo por Werthein. Pero nadie duda de que la administración Trump entera considera a la Argentina un aliado gravitante en la región y que hará lo posible por apuntalarla. El problema está en los efectos colaterales del rumbo que tomó la Casa Blanca. Que podrían obligar a recalibrar todo, hasta las proyecciones globales y, así, también los paquetes de asistencia. ¿Cuáles son ahora, con una crisis que hizo desplomarse en apenas dos ruedas el Dow Jones un 10%, los números de los socios europeos del FMI?
El terremoto obliga a Milei a adaptarse. Hay empresarios que, pese a que no pudo encontrarse personalmente en Mar-a-Lago con Trump, atribuyen a la suerte que él y su equipo hayan estado ahí casi en simultáneo con el anuncio de los aranceles y puedan así empezar a conversar rápidamente sobre las nuevas condiciones. Pueden surgir en medio de la desgracia, advierten, ciertas oportunidades relativas. La más obvia: llegar primero ante la caída de proveedores que han sido gravados con más aranceles que la Argentina y a los que ya no les convendrá exportar a Estados Unidos. Pero eso requiere de sagacidad para detectar sectores, momentos y negocios. ¿Qué productos alimentarios, por ejemplo, se le podrían vender a la cadena Costco, una de las más grandes del mundo? ¿Podría el complejo frutihortícola de Mendoza reemplazar al de Chile si, por ejemplo, ese país quedara con 10% de arancel y la Argentina lograra bajarlo? Son los desafíos que vienen dentro de un mundo que pasó, como definió Martín Redrado, del sistema de reglas al de la negociación. Hay que negociar. Dependerá del sector privado y de la capacidad de los funcionarios para llegar a acuerdos, un ejercicio de microeconomía que no está en el prospecto libertario. ¿Habrá que ser un poco Guillermo Moreno en Angola?
El Gobierno pretende por ahora avanzar en una negociación bilateral para lograr una reducción mutua impositiva que termine en un tratado de libre comercio. Para ese proceso, que será seguramente extenso y gradual, promete cumplir con requisitos que afectan a sectores dentro de la Argentina. Todos ellos están consignados en el Reporte 2025 que hace la Secretaría de Comercio norteamericana sobre los asuntos pendientes de cada país. El más desafiante para la Casa Rosada es el de la propiedad intelectual, que inquieta a los laboratorios nacionales. “Continúa la acumulación de solicitudes de patentes para productos farmacéuticos y biosimilares, lo que resulta en demoras irrazonables para estos productos”, describe el texto. Hace tiempo que Estados Unidos presiona para que el país entre en el Tratado de Cooperación de Patentes, paso que acaba de dar Uruguay y cuya demora ubica a la Argentina en el lote de unos pocos: Venezuela, Paquistán, Paraguay. También para que se derogue acá una resolución que firmaron Débora Giorgi y Juan Manzur en 2012 y que limita la emisión de patentes.
La industria argentina se opone. Los laboratorios internacionales, que se reunieron ayer en la embajada norteamericana con ejecutivos de la Cámara de Comercio de Estados Unidos en la Argentina (AmCham), se ilusionan en cambio con un borrador de Sturzenegger que prevé derogar la norma. La decisión depende ahora del ministro de Salud, Mario Lugones, con quien esperan encontrarse esta semana. Será el segundo intento con el ministro, que viene de suspenderles una visita el martes. Lugones ya anticipó internamente que la cuestión no es sencilla. Todo dicho.
Es el punto en que los empresarios vuelven a extrañar a gobiernos que al menos los atendían con mayor frecuencia. Algunos se quejan de que Milei no les contesta el teléfono. Dicen que va a los foros corporativos, pero que evita el vip y que a veces ni se sienta a la mesa en el almuerzo. El simple acto de saludarlo representa entonces para todos una oportunidad. ¿La tendrán, por ejemplo, el 8 de mayo en el 11º Latin Economic Forum, al que el Presidente está invitado? Nadie lo sabe,
En el fondo de todo subyace el desprecio de Milei por los rasgos de una Argentina corporativa. Un problema para el lobbying internacional. Y, hacia adentro, para los recaudadores clásicos de campaña. Eso viene en realidad bastante complicado desde el caso $LIBRA. El asunto no está fácil. A los invitados de un desayuno que se hará el 11 de abril en el hotel Hilton con Manuel Adorni, por ejemplo, los sorprendió que se les pidiera que paguen anticipadamente el cubierto: unos 2.500.000 pesos. Y eso que La Libertad Avanza juega en la ciudad de Buenos Aires una carta fuerte: Adorni es prácticamente Milei. Una identificación que muchos analistas desaconsejaban para una elección distrital. ¿Era necesario sacarlo de un cargo en el que resulta mucho más gravitante y exponerlo? En eso Milei y Trump se parecen: todo pende a veces de un golpe de gracia. La negociación aparece en todo caso después, como efecto secundario.