Seiscientos años de resistencia gitana

La historia del Pueblo Gitano ha estado marcada por la injusticia, la persecución y la estigmatización. Sin embargo, hoy, su memoria y cultura resisten a la invisibilidad, y artistas y activistas reivindican su riqueza, diversidad y complejidad. La entrada Seiscientos años de resistencia gitana se publicó primero en Ethic.

May 12, 2025 - 11:46
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Seiscientos años de resistencia gitana

El 12 de enero de 1425, el rey Alfonso el Magnánimo concedió un salvoconducto a un grupo de personas gitanas lideradas por Juan de Egipto Menor. Aquel documento, que les permitía atravesar la Corona de Aragón durante su peregrinaje, es el primer registro escrito de la presencia gitana en España. Seis siglos después, celebramos el Año del Pueblo Gitano para reconocer y celebrar la huella cultural, social y lingüística que el Pueblo Gitano ha dejado en el territorio nacional.

Sin embargo, esta celebración de nuestra historia compartida también es un reconocimiento a las injusticias vividas por el Pueblo Gitano. Esta historia ha estado marcada por la persecución, los prejuicios y las discriminaciones que aún están presentes en nuestros entornos. Según el último informe elaborado por el Consejo para la Eliminación de la Discriminación Racial o Étnica, el 89% de la población gitana afirma que se les percibe con una imagen negativa, asociada a prejuicios tales como personas «poco trabajadoras», «malas» o «poco de fiar». Además, un 30,3% afirmó haber sufrido discriminación o haber visto que la sufrían personas a su alrededor.

Estas discriminaciones vienen de lejos. Sara López Olvera, investigadora y activista, explica que, aunque la llegada del Pueblo Gitano a la península ibérica fuera bien recibida al inicio, a partir de 1499 comenzaron «479 años de opresión sistemática legal ejercida contra la población gitana que se recogen en más de 250 leyes, siendo abolidas las últimas leyes en 1978. Todas las leyes emitidas pretenden la aniquila­ción, asimilación, del Pueblo Gitano». Conocer esta historia nos ayuda a entender los orígenes de las desigualdades y el racismo hacia las personas gitanas.

En este sentido, Valeriu Nicolae, activista especializado en la defensa de los derechos del Pueblo Gitano, definió en 2006 el término antigitanismo como «un tipo específico de ideología racista. Es, al mismo tiempo, similar y diferente, y está interconectado con muchos otros tipos de racismo. El antigitanismo en sí es un fenómeno social complejo que se manifiesta a través de la violencia, el discurso de odio, la explotación y la discriminación, en su forma más visible». Para Valeriu Nicolae, el antigitanismo también se materializa a través de «discursos y representaciones del mundo de la política, la academia y la sociedad civil, la segregación, la deshumanización, la estigmatización, así como la agresión social y la exclusión socioeconómica».

La percepción de las mujeres gitanas ha cambiado con el tiempo, pero siempre se ha situado en el lado negativo de los valores de la época.

Esta definición resalta la deshumanización en el centro del antigitanismo, algo que se agrava, aún más, en el caso de las mujeres. Como señala Sara López Olvera, «desde la mirada romántica hasta la interpretación negativa, la mujer gitana ha sido represen­tada, vista como madre, hechicera, bruja, maga, artista, adivina, curandera, encarnación de la sexualidad y la sensualidad, pura y casta, apasionada y fogosa, vagabunda, andrajosa, fuera de la sociedad, libre, sumisa… hasta el estereotipo y la representación actual de la mujer gitana ladrona e inmigrante». En la misma línea, el Observatorio de Discriminación de Fakali señala una paradoja: mientras que «el arquetipo de la gitanidad de antaño posicionaba a las mujeres como subversivas, pasionales y rebeldes cuando los principios de la castidad eran considerados como el ideal a seguir», actualmente se posiciona a la mujer romaní «como una persona carente de capacidad crítica y especialmente relegada a un segundo plano en virtud del supuesto patriarcado gitano». Es decir, la percepción de las mujeres gitanas ha cambiado con el tiempo, pero siempre se ha situado en el lado negativo de los valores de la época.

La intersección del estigma

La perspectiva interseccional es clave para entender la realidad de las mujeres gitanas porque implica reconocer que «pueden sufrir discriminaciones múltiples, desde dentro y desde fuera de su comunidad, al intentar acceder a la educación, participación ciudadana o el empleo, por el estigma de su origen étnico, por ser mujeres, por falta de recursos, o todo a la vez», explican Gabriela Marques Gonçalves y Cilia Willem. Además, estas autoras señalan que esta visión también señala al feminismo blanco o payo, «que siempre ha defendido los derechos de las mujeres generalmente occidentales y privilegiadas».

Nuestra visión sesgada tiene efectos muy negativos, incluso, cuando se trata de poner en marcha iniciativas o estudios que aborden estas desigualdades. Por ejemplo, al analizar las causas por las que las mujeres denuncian menos la violencia de género, es habitual afirmar que se deba a que hay una mayor aceptación del machismo. Sin embargo, «esa idea es fruto de una de las estrategias más perversas del antigitanismo de género en tiempos de popularización del feminismo: caricaturizar a las personas gitanas como mujeres sumisas y hombres violentos», afirman desde Amuge. Un estudio realizado por Tania Martínez Portugal revela que la mayoría de mujeres gitanas entrevistadas identifica y considera inaceptable la violencia de género, el problema de que no acudan a los servicios públicos tiene que ver con la desconfianza que existe hacia los espacios institucionales y a la percepción por parte de las mujeres gitanas de que no van a recibir una respuesta adaptada a sus necesidades. «Mientras el antigitanismo opere en la sociedad, las mujeres gitanas vamos a percibir el espacio, las instituciones y a los poderes públicos cómo ajenos e inseguros», señalan desde Amuge.

Hacia una mirada más amplia

El Pueblo Gitano sigue infrarrepresentado en todos los ámbitos. Su aparición en medios de comunicación es escasa y, cuando aparece, es demasiado frecuente que se muestren imágenes estereotipadas y palabras que deberíamos evitar, como «reyerta», «clan», «tribu», «patriarca», «campamento» o «poblado». El Observatorio de Fakali ha detectado un aumento de contenidos antigitanos en Internet (redes sociales y medios digitales). De las 6.156 informaciones analizadas en 2023, un total de 561 mostraban contenidos explícitamente antigitanos. Los datos del primer semestre de 2024 también siguen la misma línea: de 3154 informaciones analizadas, 359 fueron detectadas como antigitanas.

En el arte, las personas gitanas han sido representadas desde miradas ajenas, pero figuras como José Heredia o Noelia Cortés han empezado a narrar al pueblo gitano en primera persona

En el arte, las personas gitanas también han sido representadas desde miradas ajenas que, entre la fascinación y el prejuicio, han construido estereotipos profundamente arraigados en nuestro imaginario colectivo. Sin embargo, desde figuras como José Heredia Maya hasta jóvenes poetas como Noelia Cortés, el Pueblo Gitano lleva mucho tiempo narrándose en primera persona También lo hicieron aquellos que convivieron de cerca con la comunidad gitana, como Federico García Lorca, quien dedicó gran parte de su obra a este pueblo, al que identificaba con la esencia más profunda de Andalucía. En el Romancero gitano, Lorca eleva a gitanas y gitanos a una categoría mística y misteriosa, pero, al mismo tiempo, se convierten en un símbolo de rebeldía, injusticia y drama social.

La identidad plural, viva y resistente del Pueblo Gitano no cabe en la mirada estrecha con la que hemos crecido las personas no racializadas por este sistema. La celebración de estos seiscientos años de historia compartida es también una oportunidad para reconocer lo mucho que desconocemos del Pueblo Gitano y empezar a ensanchar nuestra mirada. Podemos empezar acercándonos al trabajo que están haciendo tantas mujeres gitanas desde el feminismo, la cultura, el derecho o la comunicación: desde Pastora Filigrana, Sonia Carmona Tapia o Silvia Agüero Fernández a La Negri o Alba Flores. La lista es muy larga.

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