Segunda Parte: Historia de una entrevista a Ben Yart imposible de titular y definir
Este viernes, Ben Yart ha protagonizado el formato de Carta Blanca en el Condeduque de Madrid. Un show íntimo en el que el artista se deja llevar por sus delirios. Música, sentimientos, reflexiones y Canelita. Hace unos meses, Natalia Álvarez, exdirectora del centro de arte contemporáneo, anunció a los artistas que formarían parte del programa de esta temporada. Y ahí apareció Ben Yart. Pude hablar con ella y me soltó que Beñat era el Pérez Galdós de nuestro tiempo. Una exageración, claro. Pero qué coño. Natalia tenía toda la razón del mundo. A ver si Pérez Galdós nos está engañando a todos y realmente él fue el Ben Yart de la segunda mitad del siglo XIX. He acudido al show sin acreditarme. He pagado religiosamente mi entrada para no tener la obligación de tener que trabajar. Voy, veo a este chaval y me voy por ahí. Por amor al arte. Literal, además. Pero aquí estamos. Viernes a las 23:00 horas de la noche y escribiendo. Y cómo no lo voy a hacer si Ben Yart me pide que le entreviste después de marcarse un espectáculo de puta madre en un reconocido espacio creativo de Madrid. Hace unos meses realicé uno de mis mejores trabajos como periodista. Hablé con Ben Yart y creo que jamás podré superar esa entrevista. Sin embargo, lo que sí puedo hacer es continuarla. Por ello, esta es la segunda parte de mi conversación con él. Habrá más. Del tirón, además. Pero no sé cuándo porque la base de este trabajo periodístico es la espontaniedad. Espero que, tras varios capítulos, pueda engañar a una editorial y así sacar algo de chusco de todo esto. Si no de qué voy a estar currando cuando debería estar tajándome por ahí. P: Ben Yart, artista contemporáneo. ¿Qué significa eso? R: Que estoy aquí en el presente sin imitar a nadie del pasado. Tiene que significar eso porque sino, no sé qué cojones es. P: Ni siquiera a Benito Pérez Galdós R: Evidentemente, no. Me tuvieron que explicar quién era realmente. P: Has llorado hoy de emoción. R: Sí. P: ¿Por qué? R: Soy de llorar fácil. Además, aparece esta calva (su madre) que está con la quimio. Está bien, ¿eh? Ya terminó el tratamiento. Pero claro. Eso facilita el llorar. La miro y pum. Lloro. P: Antes he hablado con ella y he visto a una mujer muy orgullosa de su hijo. R: Flipas. Está gozando. Viene, se pasea con su camiseta… Es la que más se la pone del mundo. P: Macho, esto que haces ya no es solo música. R: Es algo que se puede vender muy bien. P: A ver, has salido de aquí con una oferta para hacer una serie. R: Espérate que sea verdad. Pero oye, puede molar. Es una buena manera de contar esto. Estaba siendo una conversación sincera y tranquila. Pero la mente de Ben Yart va por otro lado. Y es bastante interesante ser testigo de cómo da la vuelta a la...
Este viernes, Ben Yart ha protagonizado el formato de Carta Blanca en el Condeduque de Madrid. Un show íntimo en el que el artista se deja llevar por sus delirios. Música, sentimientos, reflexiones y Canelita. Hace unos meses, Natalia Álvarez, exdirectora del centro de arte contemporáneo, anunció a los artistas que formarían parte del programa de esta temporada. Y ahí apareció Ben Yart. Pude hablar con ella y me soltó que Beñat era el Pérez Galdós de nuestro tiempo. Una exageración, claro. Pero qué coño. Natalia tenía toda la razón del mundo. A ver si Pérez Galdós nos está engañando a todos y realmente él fue el Ben Yart de la segunda mitad del siglo XIX. He acudido al show sin acreditarme. He pagado religiosamente mi entrada para no tener la obligación de tener que trabajar. Voy, veo a este chaval y me voy por ahí. Por amor al arte. Literal, además. Pero aquí estamos. Viernes a las 23:00 horas de la noche y escribiendo. Y cómo no lo voy a hacer si Ben Yart me pide que le entreviste después de marcarse un espectáculo de puta madre en un reconocido espacio creativo de Madrid. Hace unos meses realicé uno de mis mejores trabajos como periodista. Hablé con Ben Yart y creo que jamás podré superar esa entrevista. Sin embargo, lo que sí puedo hacer es continuarla. Por ello, esta es la segunda parte de mi conversación con él. Habrá más. Del tirón, además. Pero no sé cuándo porque la base de este trabajo periodístico es la espontaniedad. Espero que, tras varios capítulos, pueda engañar a una editorial y así sacar algo de chusco de todo esto. Si no de qué voy a estar currando cuando debería estar tajándome por ahí. P: Ben Yart, artista contemporáneo. ¿Qué significa eso? R: Que estoy aquí en el presente sin imitar a nadie del pasado. Tiene que significar eso porque sino, no sé qué cojones es. P: Ni siquiera a Benito Pérez Galdós R: Evidentemente, no. Me tuvieron que explicar quién era realmente. P: Has llorado hoy de emoción. R: Sí. P: ¿Por qué? R: Soy de llorar fácil. Además, aparece esta calva (su madre) que está con la quimio. Está bien, ¿eh? Ya terminó el tratamiento. Pero claro. Eso facilita el llorar. La miro y pum. Lloro. P: Antes he hablado con ella y he visto a una mujer muy orgullosa de su hijo. R: Flipas. Está gozando. Viene, se pasea con su camiseta… Es la que más se la pone del mundo. P: Macho, esto que haces ya no es solo música. R: Es algo que se puede vender muy bien. P: A ver, has salido de aquí con una oferta para hacer una serie. R: Espérate que sea verdad. Pero oye, puede molar. Es una buena manera de contar esto. Estaba siendo una conversación sincera y tranquila. Pero la mente de Ben Yart va por otro lado. Y es bastante interesante ser testigo de cómo da la vuelta a la...
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