Habíamos estado invitados al pregón que iba a dar Chapu Apaolaza en el Círculo de Labradores. Allí nos dimos cuenta de que hay algo que unifica a los escritores de periódico. Cuando te enfrentas con el toro, hay que saber plantarle cara. Alegre y distante, con el poso de los años y las experiencias acumuladas. Ese fue el camino que tomó Chapu, pero eligiendo al padre como confidente de sus dudas, de sus ancestros, de todo lo que el toreo pudiera todavía enseñarle. Y yo me acordé del padre de Alberto García Reyes, director de este ABC que no es mejor ni peor que el de Madrid, sino distinto. Alberto toreó por bajo, fue el peón de confianza que dejó...
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