¿Qué está pasando con Katy Perry? De volar al espacio a su juicio contra un octogenario

La cantante, además, ha perdido el favor del público.

Mar 8, 2025 - 11:14
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¿Qué está pasando con Katy Perry? De volar al espacio a su juicio contra un octogenario

Hay una broma que se ha vuelto recurrente en las redes sociales y que ejemplifica a la perfección el devenir de la carrera de Katy Perry de un tiempo a esta parte. Cada vez que alguien publica una de sus canciones o escribe su nombre, algunos usuarios le contestan "¿Quién?". Es solo una muestra de la intrascendencia cultural con la que tildan el trabajo de la artista californiana de 40 años, alguien capaz de tener desde un récord que ni Taylor Swift le arrebata —en YouTube, sus videoclips de Roar y Dark Horse suman 8.000 millones de reproducciones— y, a su vez, haber sacado un último álbum, 143, que no solo no ha generado ninguna expectación, sino que el público se lo ha demostrado con creces.

Medios de todo el mundo han hecho reportajes sobre qué le ha fallado a artista. Como BBC, que titulaba directamente "Por qué el regreso de Katy Perry ha ido tan mal". Y es que, de hecho, ha sido un comeback en el que el resto de artistas le han comido de tal forma la tostada que ni su disco ni ninguno de sus singles han entrado en el top de ninguna revista o siquiera de escuchas en plataformas como Spotify. Lifetimes, canción que da nombre a la gira, ni siquiera consiguió un puesto entre las 100 canciones más escuchadas del gigante del streaming en su debut.

Cualquiera se preguntaría qué está pasando con ella. O se pondría manos a la obra para revertir una situación desconocida, precisamente por estar pasando de ser una persona famosa a alguien más bien ignota por las nuevas generaciones, que prefieren otro tipo de música y de espectáculos. Pero no Perry. En su año, no natural, más amargo en lo profesional, su solución es irse al espacio. Literalmente. Y lo hará de la mano de una de sus nuevas grandes amigas: Lauren Sánchez, la esposa de Jeff Bezos. Ambas formarán parte de la expedición de seis mujeres en el undécimo vuelo tripulado del programa New Shepard de la empresa Blue Origin.

Como explican desde Vanity Fair, la comunión entre Perry y público no está funcionando desde su residencia de conciertos en Las Vegas. Entre 2021 y 2023, la artista se embolsó cerca de 65 millones de euros por 10 tandas de ocho actuaciones con un espectáculo, al que bautizó como Play para 5.000 personas cada una de las 80 noches en el casino de lujo Resorts World que básicamente era un enorme videoclip de dos horas de pop lisérgico a mayor gloria del término camp. El ejemplo: cantar en un enorme retrete naranja rodeada de bailarines disfrazados de papel higiénico. Como su intermedio de la Super Bowl con aquellas figuras de ajedrez o las pelotas de playa, palmeras y tiburones.

Una infantilización, si se quiere llamar así, que sigue teniendo el beneplácito de Europa, Canadá, México y Latinoamérica, pero no de su tierra natal, donde todavía se pueden conseguir entradas para muchos de sus conciertos, que a veces se quedan a mitad de público. Hasta se ofrecen como parte de promociones.

Desde el citado medio explican que más de un mes después de salir a la venta, todavía se pueden comprar entradas para su, en teoría, concierto estrella en el Madison Square Garden de Nueva York. Ni punto de comparación con otras artistas de talla mundial, pues no hay que olvidar el Santiago Bernabéu con Swift o Karol G. Por eso Perry se ha decantado mejor por otros espacios como el Palau Sant Jordi o el Movistar Arena de Madrid.

Y acaso sería excusable el haber perdido el favor del público de ser la protagonista de una gran polémica. Pero no es el caso de Katy Perry o de su prometido, Orlando Bloom, que por su parte también está en horas bajas —su última cinta, Pacto de sangre, ha recaudado apenas 100.000 euros en la taquilla internacional—. De hecho, que estuviesen preparando su boda debería ser motivo de lo contrario, un aliciente más. Pero es que llevan comprometidos desde el Día de San Valentín de 2019. Seis años sin encontrar hueco para una boda es hasta imperdonable para algunos fans.

Y entramos de lleno en que, si algo ha saltado a los medios, aunque haya sido someramente, es el haber seguido colaborando con Dr. Luke a pesar de su controvertido juicio con Kesha, en el que la artista le demandó por infligir angustia emocional, crímenes de odio por razón de sexo y discriminación laboral, aunque acabó en acuerdo —al cabo, explican desde Vanity Fair, Nicki Minaj y Doja Cat también han continuado con sus colaboraciones— y, sobre todo, su extrañísimo juicio contra un veterano de guerra de 85 años con una enfermedad neurológica. ¿El motivo? Una casa y seis millones de dólares.

No era la primera vez que Perry se veía envuelta en un proceso judicial anómalo. Ya fue famoso su enfrentamiento contra unas monjas y con una conocida marchante inmobiliaria por un convento del que se encaprichó y que compró y resultó que las hermanas ya lo habían vendido sin permiso y que acabó con Dana Hollister, la susodicha marchante, ocupándole la vivienda sagrada. No solo es que el juicio acabase a favor de Perry, es que resultó mortal para las monjas. De nuevo, literalmente: una de ellas, la hermana Catherine Rose Holzman, a los 89 años, murió allí, en los juzgados, durante su declaración.

De ahí que Carl Westcott haga bien en tener cuidado con enfrentarse en sede judicial contra Katy Perry. Westcott, que ha sido definido por su familia como un exmilitar que vive postrado en una cama, incapacitado mentalmente y dependiente de su medicación, era el objetivo de una demanda de Perry, que obviamente los allegados a Carl describían como la villana de la función, por valor de seis millones de dólares. Y su único delito, explicaban, era haberle querido vender una casa y luego retractarse.

Es más, acusaban a Perry de haberle hecho la vida imposible en estos últimos años, pues no contenta con haber ganado el primer juicio le había vuelto a demandar, ahora para que se le compensase el tiempo que no pudo estar disfrutando de la vivienda, en Montecito, con la que la artista explicaba que había soñado toda su vida, y haberse quedado él, tan mayor y tan incapacitado.

Eso sí, la justicia difería bastante del relato de la familia del empresario Carl Westcott. Según la vendada, a principios de 2020 Westcott llegó afirmar un contrato de venta por 15 millones de dólares. Pero se echó atrás unos días después, alegando que no estaba en sus cabales. Pero ni el tribunal ni su médico personal pudieron corroborar dicha afirmación. Y el juez, en noviembre de 2023, sentenció que lo único que se había demostrado era que Westcott "rompió un contrato sencillamente porque cambió de opinión".

Y por ello Perry, poco después, quiso cobrarse esos cuatro años de intereses. La familia de Westcott, que se hizo rica gracias a una empresa de flores y regalos muy conocida en Norteamérica y con una de sus hijas, Kameron, implacable en su campaña contra Katy Perry, famosa por participar en diferentes formatos de relaities de mujeres pudientes, ha decidido lanzar otro relato diferente a través de los medios o con maniobras discutibles como llamar a Orlando Bloom de testigo, cuando ni está casado ni ha puesto dinero ni es propietario.

Finalmente, de hecho, no testificará. Según el equipo legal de Perry, la idea de los Westcott es convertir el caso "en un circo mediático". Sin embargo, se han olvidado de que para que eso ocurra el adversario debe ser alguien mediático. Y de Katy Perry ahora ya hay mucha gente que pregunta, irónicamente o no, "¿Quién?".