Pedro, un pastor en minoría

Parte de su propio gobierno (Sumar) no sólo no lo respalda sino que se muestra hasta agresivamente contrario, dado que se está jugando el terreno con Podemos, que no va a soltar presa para mejorar sus expectativas electorales sobre esta premisa propia de la izquierda radical Para los que no tenemos creencias, la democracia es nuestra religión. Paul Auster Para los amigos de los paralelismos, el momento Zapatero de Sánchez ya llegó. Lo mismo que uno tuvo que dar garantías a Europa en plena crisis con una reforma constitucional en pleno agosto, otro ha tenido que darle a la UE y a la OTAN su 2% de gasto militar este mismo año y contra viento y marea. Rutte no es que llevara razón, es que impuso su razón. La gran diferencia es que ZP llamó a toda prisa a Rajoy y este, convencido del desastre que se derivaría de no darle esa seguridad a la UE, le aguantó el tirón constitucional para no ver llegar a los hombres de negro. La irreformable Constitución Española se reformó así con agostidad, urgencia y sin referéndum, porque no se pidió. Lo de las armas ha sido con sede vacante y urgencia, por si los titulares.  Lo de Pedro Sánchez es aún más dramático. Aunque podría contar con el apoyo de la oposición, por convicción de la obligatoriedad más la necesidad, tras años de agresividad y de incontención no puede pretender que Feijóo le regale el salvavidas, así que el que podría no lo rescatará. Parte de su propio gobierno (Sumar) no sólo no lo respalda sino que se muestra hasta agresivamente contrario, dado que se está jugando el terreno con Podemos, que no va a soltar presa para mejorar sus expectativas electorales sobre esta premisa propia de la izquierda radical. Lo que incluye también a BNG, ERC y demás hierbas. No, por ahí también está solo. Junts amaga de nuevo, aun habiendo perdido toda credibilidad en sus abandonos y el PNV lo medio introduce en su discurso. En resumen, el PSOE está en franca minoría parlamentaria y, por tanto, el Gobierno se sustenta en una premisa muy diferente a la del momento de su creación: no existe esa mayoría de gobierno ni esa mayoría progresista, el Gobierno está solo y no es posible gobernar en franca minoría.  El incremento del presupuesto de Defensa es la clave de bóveda de esta disensión, que no se limita a ello sino que reposa también en la puesta en marcha de la maquinaria electoral por parte de Gobierno y en las escasas posibilidades de unión a su izquierda. Sin presupuestos no se puede gobernar, con la prórroga de los aprobados en otra legislatura no se puede gobernar y, desde luego, no admite duda que en minoría parlamentaria y sin sustento del Congreso no se puede gobernar. Soslayar al lugar del que emana la soberanía popular no es una opción, es una corrupción del concepto democrático.  Existe un concepto manejado por Levitsky y Ziblatt para explicar cómo mueren las democracias y se transforman en regímenes iliberales que se refiere a las llamadas “tácticas constitucionales duras”. En resumen, estas consisten en “jugar según las normas pero intentando ensanchar sus límites y jugar para ganar” a cualquier precio. No es discutible que la actual postura del gobierno socialista está incurriendo reiteradamente en el uso de esas tácticas duras. En algunos puntos hasta se ha traspasado esa barrera de la interpretación extrema de las normas porque no existe interpretación posible del mandato constitucional: “El Gobierno deberá presentar ante el Congreso de los Diputados los Presupuestos Generales del Estado al menos tres meses antes de la expiración de los del año anterior”. Deberá presentar no admite discusión sobre lo imperativo del mandato. No dice podría ni debería de presentar o potestativamente presentará o... no, dice deberá. Así que no presentar los presupuestos, aunque te los vayan a tirar, escenifica un incumplimiento constitucional flagrante que por mucho que no tenga represalias coercitivas legales supone pisar una línea roja que un demócrata sin anteojeras no puede no ver como peligrosa.  ¿En qué se sustenta el Gobierno de un partido que no obtuvo la mayoría de los votos y que no puede contar en el Congreso con apoyos suficientes ni para sacar la ley más política e importante de una legislatura, que son los Presupuestos Generales. Cualquier comparación con los presupuestos autonómicos es tramposa, puesto que no existe artículo en la CE que se refiera a ellos. La Constitución obliga al Gobierno de la nación y el Gobierno de la nación se lo pasa por el forro. Resumen para apresurados.  Así que no va a quedar otra que llamar al pueblo a las urnas. Pedro Sánchez puede seguir gobernando, como desean muchísimos ciudadanos, aunque no en las presentes circunstancias, precisa el refrendo de las urnas, que le otorguen más fuerza o bien que se la den a través de otras opciones claramente comp

Abr 24, 2025 - 07:40
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Pedro, un pastor en minoría

Pedro, un pastor en minoría

Parte de su propio gobierno (Sumar) no sólo no lo respalda sino que se muestra hasta agresivamente contrario, dado que se está jugando el terreno con Podemos, que no va a soltar presa para mejorar sus expectativas electorales sobre esta premisa propia de la izquierda radical

Para los que no tenemos creencias, la democracia es nuestra religión.

Paul Auster

Para los amigos de los paralelismos, el momento Zapatero de Sánchez ya llegó. Lo mismo que uno tuvo que dar garantías a Europa en plena crisis con una reforma constitucional en pleno agosto, otro ha tenido que darle a la UE y a la OTAN su 2% de gasto militar este mismo año y contra viento y marea. Rutte no es que llevara razón, es que impuso su razón. La gran diferencia es que ZP llamó a toda prisa a Rajoy y este, convencido del desastre que se derivaría de no darle esa seguridad a la UE, le aguantó el tirón constitucional para no ver llegar a los hombres de negro. La irreformable Constitución Española se reformó así con agostidad, urgencia y sin referéndum, porque no se pidió. Lo de las armas ha sido con sede vacante y urgencia, por si los titulares. 

Lo de Pedro Sánchez es aún más dramático. Aunque podría contar con el apoyo de la oposición, por convicción de la obligatoriedad más la necesidad, tras años de agresividad y de incontención no puede pretender que Feijóo le regale el salvavidas, así que el que podría no lo rescatará. Parte de su propio gobierno (Sumar) no sólo no lo respalda sino que se muestra hasta agresivamente contrario, dado que se está jugando el terreno con Podemos, que no va a soltar presa para mejorar sus expectativas electorales sobre esta premisa propia de la izquierda radical. Lo que incluye también a BNG, ERC y demás hierbas. No, por ahí también está solo. Junts amaga de nuevo, aun habiendo perdido toda credibilidad en sus abandonos y el PNV lo medio introduce en su discurso. En resumen, el PSOE está en franca minoría parlamentaria y, por tanto, el Gobierno se sustenta en una premisa muy diferente a la del momento de su creación: no existe esa mayoría de gobierno ni esa mayoría progresista, el Gobierno está solo y no es posible gobernar en franca minoría. 

El incremento del presupuesto de Defensa es la clave de bóveda de esta disensión, que no se limita a ello sino que reposa también en la puesta en marcha de la maquinaria electoral por parte de Gobierno y en las escasas posibilidades de unión a su izquierda. Sin presupuestos no se puede gobernar, con la prórroga de los aprobados en otra legislatura no se puede gobernar y, desde luego, no admite duda que en minoría parlamentaria y sin sustento del Congreso no se puede gobernar. Soslayar al lugar del que emana la soberanía popular no es una opción, es una corrupción del concepto democrático. 

Existe un concepto manejado por Levitsky y Ziblatt para explicar cómo mueren las democracias y se transforman en regímenes iliberales que se refiere a las llamadas “tácticas constitucionales duras”. En resumen, estas consisten en “jugar según las normas pero intentando ensanchar sus límites y jugar para ganar” a cualquier precio. No es discutible que la actual postura del gobierno socialista está incurriendo reiteradamente en el uso de esas tácticas duras. En algunos puntos hasta se ha traspasado esa barrera de la interpretación extrema de las normas porque no existe interpretación posible del mandato constitucional: “El Gobierno deberá presentar ante el Congreso de los Diputados los Presupuestos Generales del Estado al menos tres meses antes de la expiración de los del año anterior”. Deberá presentar no admite discusión sobre lo imperativo del mandato. No dice podría ni debería de presentar o potestativamente presentará o... no, dice deberá. Así que no presentar los presupuestos, aunque te los vayan a tirar, escenifica un incumplimiento constitucional flagrante que por mucho que no tenga represalias coercitivas legales supone pisar una línea roja que un demócrata sin anteojeras no puede no ver como peligrosa. 

¿En qué se sustenta el Gobierno de un partido que no obtuvo la mayoría de los votos y que no puede contar en el Congreso con apoyos suficientes ni para sacar la ley más política e importante de una legislatura, que son los Presupuestos Generales. Cualquier comparación con los presupuestos autonómicos es tramposa, puesto que no existe artículo en la CE que se refiera a ellos. La Constitución obliga al Gobierno de la nación y el Gobierno de la nación se lo pasa por el forro. Resumen para apresurados. 

Así que no va a quedar otra que llamar al pueblo a las urnas. Pedro Sánchez puede seguir gobernando, como desean muchísimos ciudadanos, aunque no en las presentes circunstancias, precisa el refrendo de las urnas, que le otorguen más fuerza o bien que se la den a través de otras opciones claramente compatibles ideológicamente para mantener un timón firme. Este refuerzo es algo que compete a los votantes. Pensar que la mera resistencia o el cesarismo te eximen de esa obligación democrática es algo que prefiero no calificar. No son inexistentes las personas incluso dentro de su partido que consideran que una convocatoria electoral es inevitable, lo digan en alto o no lo digan, y eso mismo piensa Pablo Iglesias, que ya ha puesto en marcha la maquinaria de su partido. 

Cambiar el rumbo de la posición defensiva de España -que yo comparto, ojo-, allegar fondos de aquí o de allá -que no sabemos si en Europa va a colar, ojo- o aceptar posturas de abandono internacional de las decisiones jurídicas sin consultarlo -como en el Sáhara con refrendo estos días, ojo-, incluso venderle a tus socios que vas a dejar de comprar suministros a Israel cuando no puedes -porque somos dependientes de esa red y costará sustituirla, ojo-; todo ello son cosas que no puede hacer ningún partido en la precaria posición de falta de apoyo en la que se encuentran. Ni siquiera el PSOE tiene esa bula democrática. 

Cada vez más sólo queda una puerta de salida al deterioro de los controles democráticos al que está sometiendo Sánchez al país y son las elecciones. Es necesario que revalide el rumbo que debemos seguir en momentos tan delicados y decisivos. Así vemos cuántos en realidad entienden que hay que seguir al club europeo en el esfuerzo de defensivo, cuántos aplauden que entreguemos al pueblo saharaui o hasta qué punto están respaldadas las posturas sobre Rusia, China y Estados Unidos. Mientras, podemos hablar del próximo Papa y del concilio, como si nos fuera la vida en ello, cuando donde nos la jugamos es en nuestro gobierno y en nuestras elecciones. Amén.

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