Paz y amor, los hippies de antes y los de ahora

“Existen tontos, tontos, tan solo tontos, ya sean hippies, hippies o tipos de chalecos gordos”. Más de cincuenta años después, Billy Bond y Alejandro Medina se apretujan contra el micrófono para repetir el momento más proto-punk del Festival BaRock de 1972. Cuando La Pesada del Rock le cantaba a su propio público que no había tal revolución y que, en el fondo, un hippie de túnica y sandalias podía ser igual de “tonto” (aquí más aplicado a la idea aquella de “idiota útil”) que el ejecutivo burgués que representaba todo lo que no había que ser. En el registro fílmico del festival (Hasta que se ponga el sol, Aníbal Uset, 1973), Bond y Medina promedian los treinta años y cargan con la rabia del malogrado show del Luna Park inmortalizado por el slogan “rompan todo” (bienificado por Netflix como una historia del rock latinoamericano según Gustavo Santaolalla). Ahora, un 31 de enero de 2025, sobrevivientes de todo, están sobre el escenario del Gran Rex cantando para un público que promedia los 60 años y en el que es posible que los “chalecos gordos” sean mayoría abrumadora frente a los “hippies”.La canción “Tontos”, vórtice en donde confluía el álbum experimental del mismo nombre, disparaba en todas las direcciones del desencanto. Aquí es natural que sea un ejercicio de nostalgia y una deuda saldada por Bond que llevaba medio siglo sin pisar un escenario porteño. Pero la idea original de La Pesada estuvo tan adelantada a su tiempo que puede pensarse que nunca se terminó de disolver y que solo era cuestión de (muchos) años para que se reuniera en la forma de un music hall (tal el nombre premonitorio del sello que editaba sus discos). Ahora mismo, una noche de verano en temporada baja para el espectáculo en la ciudad, la repetición con la rabia atenuada de la palabra “hippies” no le impide al Bond ítalo-argentino-brasileño decir que si la sola ejecución de la música fuera capaz de volver el tiempo atrás; que si le tocara de nuevo estar frente a un público castigado por la policía diría el slogan de nuevo.Un par de semanas después, la palabra “hippie” aparece de nuevo en el inicio de 2025 en un contexto totalmente distinto. Jorge Fontevecchia entrevista con pericia al expresidente Alberto Fernández para su ciclo “Periodismo puro”. El director de Perfil quiere saber si acaso el rumbo errático de su gobierno no tuvo que ver con aquella afirmación suya de que “el movimiento hippie fue más importante que las veinte verdades peronistas”. Procesado ahora por violencia de género contra su ex pareja Fabiola Yañez, Fernández contestó entonces que “hippie se había vuelto sinónimo de tipos que no se bañaban y tomaban LSD”, pero que reinvindicaba al hippismo como el “primer movimiento pacifista de la historia”. Él mismo resultaría entonces una cruza de aquella diatriba de La Pesada, mezcla de tipo de “chaleco gordo”, un político profesional, y “hippie”, aunque en este caso con, siguiendo las evidencias del caso que él niega en la entrevista, ademanes muy violentos. Tan desencantados como Bond con su generación, los punks por venir hicieron, en el 77, remera la frase: “Never trust a hippie” (“nunca confíes en un hippie”).El 12 de febrero, el joven rapero Milo J deja un mensaje en sus redes de alcance masivo. Transmite desde la ex ESMA, donde había organizado la presentación gratuita de su álbum, “166 Deluxe”, antes de subirlo a las plataformas de streaming donde se lo escucha. Una jueza canceló su show sobre la hora y afuera, sobre Libertador, se ha montado un operativo de seguridad absurdo e intimidante. Recuerda la escena de los chicos que eran agredidos a bastonazos en la cola del Luna Park en octubre de 1972, mientras La Pesada e invitados probaban sonido. El público de Milo J promedia los 15 años y por suerte el rapero elige disuadir a sus chicos y chicas, que, resignados, dejan el lugar. Pudo ser el “Rompan Todo” 2.0, pero no. Curioso, el track 12 de 166 Deluxe se llama “Hippie”.

Feb 22, 2025 - 06:08
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Paz y amor, los hippies de antes y los de ahora

“Existen tontos, tontos, tan solo tontos, ya sean hippies, hippies o tipos de chalecos gordos”. Más de cincuenta años después, Billy Bond y Alejandro Medina se apretujan contra el micrófono para repetir el momento más proto-punk del Festival BaRock de 1972. Cuando La Pesada del Rock le cantaba a su propio público que no había tal revolución y que, en el fondo, un hippie de túnica y sandalias podía ser igual de “tonto” (aquí más aplicado a la idea aquella de “idiota útil”) que el ejecutivo burgués que representaba todo lo que no había que ser. En el registro fílmico del festival (Hasta que se ponga el sol, Aníbal Uset, 1973), Bond y Medina promedian los treinta años y cargan con la rabia del malogrado show del Luna Park inmortalizado por el slogan “rompan todo” (bienificado por Netflix como una historia del rock latinoamericano según Gustavo Santaolalla). Ahora, un 31 de enero de 2025, sobrevivientes de todo, están sobre el escenario del Gran Rex cantando para un público que promedia los 60 años y en el que es posible que los “chalecos gordos” sean mayoría abrumadora frente a los “hippies”.

La canción “Tontos”, vórtice en donde confluía el álbum experimental del mismo nombre, disparaba en todas las direcciones del desencanto. Aquí es natural que sea un ejercicio de nostalgia y una deuda saldada por Bond que llevaba medio siglo sin pisar un escenario porteño. Pero la idea original de La Pesada estuvo tan adelantada a su tiempo que puede pensarse que nunca se terminó de disolver y que solo era cuestión de (muchos) años para que se reuniera en la forma de un music hall (tal el nombre premonitorio del sello que editaba sus discos). Ahora mismo, una noche de verano en temporada baja para el espectáculo en la ciudad, la repetición con la rabia atenuada de la palabra “hippies” no le impide al Bond ítalo-argentino-brasileño decir que si la sola ejecución de la música fuera capaz de volver el tiempo atrás; que si le tocara de nuevo estar frente a un público castigado por la policía diría el slogan de nuevo.Billy Bond, en octubre de 2024

Un par de semanas después, la palabra “hippie” aparece de nuevo en el inicio de 2025 en un contexto totalmente distinto. Jorge Fontevecchia entrevista con pericia al expresidente Alberto Fernández para su ciclo “Periodismo puro”. El director de Perfil quiere saber si acaso el rumbo errático de su gobierno no tuvo que ver con aquella afirmación suya de que “el movimiento hippie fue más importante que las veinte verdades peronistas”. Procesado ahora por violencia de género contra su ex pareja Fabiola Yañez, Fernández contestó entonces que “hippie se había vuelto sinónimo de tipos que no se bañaban y tomaban LSD”, pero que reinvindicaba al hippismo como el “primer movimiento pacifista de la historia”. Él mismo resultaría entonces una cruza de aquella diatriba de La Pesada, mezcla de tipo de “chaleco gordo”, un político profesional, y “hippie”, aunque en este caso con, siguiendo las evidencias del caso que él niega en la entrevista, ademanes muy violentos. Tan desencantados como Bond con su generación, los punks por venir hicieron, en el 77, remera la frase: “Never trust a hippie (“nunca confíes en un hippie”).

El 12 de febrero, el joven rapero Milo J deja un mensaje en sus redes de alcance masivo. Transmite desde la ex ESMA, donde había organizado la presentación gratuita de su álbum, “166 Deluxe”, antes de subirlo a las plataformas de streaming donde se lo escucha. Una jueza canceló su show sobre la hora y afuera, sobre Libertador, se ha montado un operativo de seguridad absurdo e intimidante. Recuerda la escena de los chicos que eran agredidos a bastonazos en la cola del Luna Park en octubre de 1972, mientras La Pesada e invitados probaban sonido. El público de Milo J promedia los 15 años y por suerte el rapero elige disuadir a sus chicos y chicas, que, resignados, dejan el lugar. Pudo ser el “Rompan Todo” 2.0, pero no. Curioso, el track 12 de 166 Deluxe se llama “Hippie”.