Palestrina: un canto de juventud a sus 400 años
Cuando se cumplen 500 años del nacimiento de Palestrina , parece lógico que se aproveche el redondo aniversario para recuperar su figura y su música, muy ligada a su tiempo, en tanto que se vincula al cisma religioso en torno a la Reforma propuesta por Lutero y a la reacción de la Iglesia católica con la llamada Contrarreforma que surge tras el Concilio de Trento . Y aunque este se reafirma en los dogmas observados hasta entonces, sin embargo, se observará en adelante un cambio de costumbres en cuanto a una vida más sobria y espiritual, y en lo que a música se refiere, se buscará que se puedan seguir los textos, aún manteniendo el latín, pero procurando que este se pueda seguir por parte del creyente; por otro lado, también la música evitará la absorción de aquellos textos o músicas que pudieran considerarse como poco edificantes. La ‘Misa del Papa Marcelo’ de Palestrina se convirtió en el ejemplo a seguir por los músicos católicos, si bien muchos de estos no conseguirán el éxito de esta, que contaba con ese don melódico del pueblo italiano y que Palestrina atesoraba. Precisamente sus seis partes alternaron con diversos motetes de Tomás Luis de Victoria en el programa presentado, otro compositor que adoptará las normas de Trento al buscar también la sencillez y la inteligibilidad de los textos. Ambos músicos dedicarán su vida a componer, y en el caso de Victoria contaremos con una producción completamente religiosa, mientras que en el caso de Palestrina, es casi toda su obra. Esa es la razón de que aparezcan juntos en el programa que comentamos, aunque no haya constancia de que se conocieran o se trataran durante los 20 años que pasó el músico abulense en Roma; pero precisamente esta y otras muchas afinidades hacen prácticamente imposible que no se conocieran . La muy buena nueva es la presencia de este grupo tan joven que, en palabras del director, se presentaba en una versión XXL por primera vez, y que sorprendía por su juventud, en primer lugar, y el que hayan querido especializarse en la polifonía renacentista, con esta lozanía, dedicación y extraordinarios resultados. Por otro lado, el equilibrio de voces, la afinidad de timbres, la sincronía de interpretación, la claridad de dicción sorprendían desde ese primer ‘Laudate Dominum a 8’ de Victoria , en el que ya anticipaba la diferencia de planteamiento global con Palestrina, o al menos con la misa: Victoria prefiere las largas imitaciones de versos enteros (de forma que apenas se encabalgan los textos), mientras Palestrina prefería un lenguaje más lineal, reservando los contrapuntos ‘ininteligibles’ para palabras solas, como ‘Benedictus’ , aprovechando los versos cortos y muy conocidos del ordinario de la misa. Las distintas combinaciones vocales también eran características de los números palestrinianos, mientras Victoria prefería la oposición de los dos coros (4+4), que contaban con las dos sopranos encabezando cada grupo. Bonitas voces femeninas, delicadas, controlándose debido a una impostación no 'antigua', aunque hemos oído a Inés Alonso en su primer disco recurrir a un registro más natural, como el de sus compañeros. Aún así, ninguna de las dos intentó en ningún momento sobresalir; muy al contrario, buscaron siempre la proporción que ambos compositores procuraron resaltar en su escritura. También destacó el conocimiento de los estilos y los recursos de cada autor, en el caso de Victoria recurriendo a subrayar el texto por su interés, como en ‘Gaude Virgo gloriosa’ (Alégrate, Virgen gloriosa), destacando el gozoso momento, reforzado por una homofonía total. O desvelando ese atrevimiento de ‘ Vidi speciosam’ (del ‘Cantar de los Cantares’), en el que la música y el texto resultan ambiguos, al moverse entre intencionalidades espirituales o más bien carnales. El órgano ha sido siempre el instrumento que ha permitido la iglesia, y luego han venido los demás, así que nada que reprochar a su uso. Sin embargo, a lo mejor hubiese sido dejarlo descansar en algún momento, ya que su presencia, aún cuando indudablemente ejercía un papel unificador y reforzaba las voces, nos hubiese gustado oírlo como coro de 12 titanes 'a capella', a pesar de la belleza del sonido del instrumento y el esforzado trabajo de la organista; pero era esa presencia continua la que nos lleva a plantearnos su continua presencia. En fin, esto no va más allá de un pensamiento en alto, porque el conjunto insistimos en que nos pareció extraordinario y la alegría de oír a estos jóvenes con semejante entrega y excelentes resultados que sólo puede alegrarnos.
Cuando se cumplen 500 años del nacimiento de Palestrina , parece lógico que se aproveche el redondo aniversario para recuperar su figura y su música, muy ligada a su tiempo, en tanto que se vincula al cisma religioso en torno a la Reforma propuesta por Lutero y a la reacción de la Iglesia católica con la llamada Contrarreforma que surge tras el Concilio de Trento . Y aunque este se reafirma en los dogmas observados hasta entonces, sin embargo, se observará en adelante un cambio de costumbres en cuanto a una vida más sobria y espiritual, y en lo que a música se refiere, se buscará que se puedan seguir los textos, aún manteniendo el latín, pero procurando que este se pueda seguir por parte del creyente; por otro lado, también la música evitará la absorción de aquellos textos o músicas que pudieran considerarse como poco edificantes. La ‘Misa del Papa Marcelo’ de Palestrina se convirtió en el ejemplo a seguir por los músicos católicos, si bien muchos de estos no conseguirán el éxito de esta, que contaba con ese don melódico del pueblo italiano y que Palestrina atesoraba. Precisamente sus seis partes alternaron con diversos motetes de Tomás Luis de Victoria en el programa presentado, otro compositor que adoptará las normas de Trento al buscar también la sencillez y la inteligibilidad de los textos. Ambos músicos dedicarán su vida a componer, y en el caso de Victoria contaremos con una producción completamente religiosa, mientras que en el caso de Palestrina, es casi toda su obra. Esa es la razón de que aparezcan juntos en el programa que comentamos, aunque no haya constancia de que se conocieran o se trataran durante los 20 años que pasó el músico abulense en Roma; pero precisamente esta y otras muchas afinidades hacen prácticamente imposible que no se conocieran . La muy buena nueva es la presencia de este grupo tan joven que, en palabras del director, se presentaba en una versión XXL por primera vez, y que sorprendía por su juventud, en primer lugar, y el que hayan querido especializarse en la polifonía renacentista, con esta lozanía, dedicación y extraordinarios resultados. Por otro lado, el equilibrio de voces, la afinidad de timbres, la sincronía de interpretación, la claridad de dicción sorprendían desde ese primer ‘Laudate Dominum a 8’ de Victoria , en el que ya anticipaba la diferencia de planteamiento global con Palestrina, o al menos con la misa: Victoria prefiere las largas imitaciones de versos enteros (de forma que apenas se encabalgan los textos), mientras Palestrina prefería un lenguaje más lineal, reservando los contrapuntos ‘ininteligibles’ para palabras solas, como ‘Benedictus’ , aprovechando los versos cortos y muy conocidos del ordinario de la misa. Las distintas combinaciones vocales también eran características de los números palestrinianos, mientras Victoria prefería la oposición de los dos coros (4+4), que contaban con las dos sopranos encabezando cada grupo. Bonitas voces femeninas, delicadas, controlándose debido a una impostación no 'antigua', aunque hemos oído a Inés Alonso en su primer disco recurrir a un registro más natural, como el de sus compañeros. Aún así, ninguna de las dos intentó en ningún momento sobresalir; muy al contrario, buscaron siempre la proporción que ambos compositores procuraron resaltar en su escritura. También destacó el conocimiento de los estilos y los recursos de cada autor, en el caso de Victoria recurriendo a subrayar el texto por su interés, como en ‘Gaude Virgo gloriosa’ (Alégrate, Virgen gloriosa), destacando el gozoso momento, reforzado por una homofonía total. O desvelando ese atrevimiento de ‘ Vidi speciosam’ (del ‘Cantar de los Cantares’), en el que la música y el texto resultan ambiguos, al moverse entre intencionalidades espirituales o más bien carnales. El órgano ha sido siempre el instrumento que ha permitido la iglesia, y luego han venido los demás, así que nada que reprochar a su uso. Sin embargo, a lo mejor hubiese sido dejarlo descansar en algún momento, ya que su presencia, aún cuando indudablemente ejercía un papel unificador y reforzaba las voces, nos hubiese gustado oírlo como coro de 12 titanes 'a capella', a pesar de la belleza del sonido del instrumento y el esforzado trabajo de la organista; pero era esa presencia continua la que nos lleva a plantearnos su continua presencia. En fin, esto no va más allá de un pensamiento en alto, porque el conjunto insistimos en que nos pareció extraordinario y la alegría de oír a estos jóvenes con semejante entrega y excelentes resultados que sólo puede alegrarnos.
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