OPA BBVA-Sabadell: la disminución de la competencia bancaria
Hace poco más de una década, había decenas de entidades financieras en España: junto a los grandes bancos, contábamos con bancos medianos y con muchas cajas de ahorro. El sector tuvo que ir concentrándose en muchos casos para poder competir internacionalmente, es cierto, y de ahí las fusiones de algunos de los grandes de la … Continuar leyendo "OPA BBVA-Sabadell: la disminución de la competencia bancaria"

Hace poco más de una década, había decenas de entidades financieras en España: junto a los grandes bancos, contábamos con bancos medianos y con muchas cajas de ahorro. El sector tuvo que ir concentrándose en muchos casos para poder competir internacionalmente, es cierto, y de ahí las fusiones de algunos de los grandes de la década de los años setenta y ochenta: El Banco de Bilbao se fusionó con el Banco de Vizcaya y, años más tarde, el Banco Central con el Banco Hispanoamericano. Vimos, también, cómo el Banco de Santander se quedaba con Banesto tras la intervención de este último, y como se fusionaba el propio Santander con el Central Hispano años después.
Asimismo, BBVA se fusionaba con Argentaria, después de que dicha corporación pública englobase a los principales bancos públicos, como el Banco Exterior de España y Caja Postal, los más relevantes de ellos. Al mismo tiempo, varios bancos que habían sido grandes y se habían quedado más pequeños en comparación con las entidades fusionadas, o bancos que habían sido medianos, muy regionales, compraron otras entidades: El Popular compró el Pastor y Citibank España; el Sabadell, por ejemplo, el Herrero, el Guipuzcoano y el Atlántico.
Después vinieron las fusiones de cajas, los SIP, siendo el más relevante el liderado por Caja Madrid, creándose BFA-Bankia. La Caixa, antes de transformarse en Caixabank, también compró varias entidades, así como ramas de negocio de entidades extranjeras que se retiraban de España. De hecho, prácticamente todas las entidades extranjeras que intentaron entrar en la banca comercial en España acabaron yéndose.
Por último, la resolución del Banco Popular, adquirido por el Banco de Santander por un euro, terminó de concentrar la banca en España, de manera que el número de entidades ha quedado reducido a una parte muy pequeña en comparación con las de hace veinte o cuarenta años.
Por un lado, es cierto que a muchas entidades les ha podido dar capacidad para crecer inorgánicamente y acometer, así, la penetración en mercados internacionales, pero, por otra parte, la concentración llega a cotas muy altas, donde la competencia se reduce de manera significativa, pudiendo perjudicar a los consumidores.
Cuando el Popular fue absorbido por el Santander, la competencia se redujo mucho en un segmento específico, el de las pymes y autónomos, pues el Popular era el líder indiscutible en ese segmento, por su forma de hacer banca y de ofrecer un «traje a medida» a cada cliente, que se adaptaba perfectamente a las necesidades de los pequeños y medianos negocios.
Muchos de esos clientes fueron captados por el Sabadell, que heredó del Popular la capacidad para dar un trato cercano y personalizado a pymes y autónomos, de manera que se pudieron refugiar en dicho banco.
Ahora, con la OPA hostil de BBVA al Sabadell, no sólo puede restringirse aún más la competencia si sale adelante, sino que la restringiría muchísimo en el segmento de pymes y autónomos, donde trabajan con tres o cuatro entidades, tienen un trato muy directo con el gestor y no pueden tener muchas más fuentes de financiación, por las características de su tamaño y negocio.
Todo ello, puede afectar seriamente al crédito, tanto en el acceso al mismo como en su coste, pero, sobre todo, en lo primero, pues para una pyme es esencial contar en muchos casos con ágiles líneas de tesorería, pues su capacidad para negociar con los clientes y proveedores no es tanta y suele pagar antes de lo que cobra.
Por eso, la OPA del BBVA sobre el Sabadell cuenta con el problema no sólo de ser poco atractiva para un accionista del Sabadell, donde la ecuación de canje, como comentaba hace unos días en Okdiario, se le complica a BBVA y la prima es negativa ahora o poco atractiva en el mejor de los casos; también constituye un problema la potencial restricción a la competencia y el posible perjuicio que sufra un segmento tan importante en la economía española como es el de las pymes y autónomos, que representan más del 95% del tejido productivo, con lo que dicha OPA parece tener más inconvenientes que elementos positivos. Los accionistas de Sabadell decidirán, aunque parece poco atractivo lo que les ofrecen; los del BBVA valorarán si su consejo ha tomado o no una decisión correcta; pero las autoridades de competencia deben analizar cuidadosamente todas las derivadas de la restricción a la competencia que implica la fusión, porque no se trata ya de cumplir una métrica sobre el número de oficinas, ahí no está el problema, sino en que la relación especial que pymes y autónomos tienen con sus entidades no se vea perjudicada en el acceso y el coste al crédito. A ellas no les afecta el número de oficinas, sino la facilidad o no para optar a la financiación. Si la OPA sale adelante, es probable que se vean muy perjudicadas en el acceso a la financiación y, con ello, el conjunto de la actividad económica y empleo nacionales.