China y el Foro de São Paulo asaltan la OEA
La Organización de los Estados Americanos (OEA) elegirá el lunes 10 de marzo al sucesor de Luis Almagro como secretario general para los próximos cinco años. Sólo hay un candidato: Albert Ramdin, canciller de Surinam, tras la renuncia a la contienda de su homólogo paraguayo, Rubén Ramírez Lezcano. Esta elección se inscribe en un movimiento … Continuar leyendo "China y el Foro de São Paulo asaltan la OEA"

La Organización de los Estados Americanos (OEA) elegirá el lunes 10 de marzo al sucesor de Luis Almagro como secretario general para los próximos cinco años. Sólo hay un candidato: Albert Ramdin, canciller de Surinam, tras la renuncia a la contienda de su homólogo paraguayo, Rubén Ramírez Lezcano. Esta elección se inscribe en un movimiento estratégico que refleja el avance de China en Hispanoamérica y el fortalecimiento del Foro de São Paulo, bastión filosófico, político y diplomático del castrochavismo desde fines del siglo pasado. Así, es esperable que se consolide un escenario propicio para el crecimiento del narcoterrorismo en la región cuando apenas comienza la presidencia de Donald Trump.
Una oportuna alianza entre países caribeños y gobiernos de izquierda continental ha allanado el camino para que Ramdin se convierta en el nuevo secretario general. Para hacerlo el surinamés necesita al menos 18 votos de los 34 miembros activos de la OEA, pero Ramdin tiene asegurado el respaldo de la Comunidad del Caribe (Caricom) y de países como Brasil, Bolivia, Chile, Colombia, Uruguay, Costa Rica, Ecuador y República Dominicana, superando holgadamente el umbral requerido. Este bloque promueve a Ramdin como abierto desafío al gobierno estadounidense, alineándose con los intereses de China, que según el Consejo de Relaciones Exteriores (Council of Foreign Relations -CFR-), se ha convertido en el principal socio comercial de la región, superando a EE.UU. Aunque sólo es observador sin voto en la OEA, con esta elección el PCCH extenderá su influencia sobre el organismo.
La designación de Ramdin no puede entenderse sin considerar esta creciente influencia. En 2024, una reunión entre Ramdin y el embajador chino Lin Ji encendió alarmas sobre sus posibles vínculos con Pekín. Su carrera diplomática refuerza estas sospechas: representante permanente de Surinam ante la OEA en 1997, secretario general adjunto en 2005 y canciller desde 2020, Ramdin ha mostrado simpatía por el régimen de Xi Jinping. En 2023, Surinam respaldó públicamente la política de “una sola China”, evidenciando una afinidad con la agenda expansionista del gigante asiático.
La eventual elección de Ramdin sería útil no sólo para China, sino también para las dictaduras de la región. Gobiernos izquierdistas orquestaron esta candidatura, consolidando un bloque que podría debilitar la resistencia a regímenes autoritarios sostenidos por el narcoterrorismo.
El camino de Ramdin se despejó tras la retirada de Rubén Ramírez Lezcano, candidato de Paraguay. El presidente paraguayo, Santiago Peña, anunció el miércoles que “países amigos” de la región, con los que compartía historia y compromisos, modificaron abruptamente su apoyo inicial, forzando la renuncia de Ramírez Lezcano. Este giro se gestó durante la reciente juramentación del presidente uruguayo Yamandú Orsi, cuyo canciller abogó por una “equidistancia” entre la oposición democrática venezolana y el régimen chavista. Brasil, Colombia, Chile, Bolivia y Uruguay alabaron a Ramdin como una figura capaz de enfrentar “los retos contemporáneos” de la región. Esta jugada, liderada por Luiz Inácio Lula da Silva, busca contrarrestar la influencia de Donald Trump, quien ha denunciado la intervención china en América Latina desde sus primeros días en el gobierno, por ejemplo con el uso que Pekín da al Canal de Panamá.
El futuro de la OEA es incierto, y la elección de Ramdin, quien propone un “regionalismo”, podría acelerar esta deriva. Mientras tanto, Estados Unidos, principal contribuyente financiero de la OEA que aporta la mitad de su presupuesto, enfrenta un dilema. Con su sede en Washington D.C., una OEA bajo influencia china sería una afrenta para la Administración Trump y un riesgo estratégico. Donald Trump ha demostrado en sus primeros días en la Casa Blanca que está comprometido con dos líneas de acción potentes: reducir los gastos federales, sobre todo los relativos a la cooperación internacional; y por otra parte castigar a China y a su influencia en Latinoamérica por su responsabilidad en el tráfico del fentanilo. Frente a este panorama se abre la incógnita de si EEUU podría reconsiderar el apoyo a una organización dirigida por la izquierda latinoamericana que podría convertirse en un títere del PCCH.
Si Trump no actúa para desfinanciar a sus enemigos continentales y recuperar el peso regional de Estados Unidos, el triunfo de Ramdin consolidará el avance del Foro de São Paulo y la agenda china. Regímenes como los de Venezuela, Nicaragua y Bolivia, apoyados por actores como Rusia e Irán ya potencian un modelo criminal transnacional que busca consolidar su impunidad.
La elección de Albert Ramdin no es sólo un cambio de liderazgo, sino un paso más en la conquista de América Latina a cargo de regímenes antioccidentales y contrarios al ordenamiento democrático. En 2017, durante su primera presidencia, Trump dijo: “No permitiremos que China interfiera en nuestro hemisferio”, tal vez sea hora de cumplir esa promesa.