Ni en el frutero ni en la nevera: el lugar donde deberías dejar los tomates para que no se estropeen
Pese a que la nevera suele ser considerada como el lugar por excelencia donde conservar alimentos frescos, con los tomates lo mejor es un lugar seco, a temperatura ambiente y sin luz solar directa.

En España, el tomate es un ingrediente esencial en muchas cocinas, siendo el protagonista absoluto en recetas muy nuestras como el gazpacho, el salmorejo o las ensaladas del verano. Sin embargo, muchas veces no sabemos cómo hay que guardarlos, lo que hace que pierdan sabor o se estropeen muy rápido.
Aunque muchas personas los meten en la nevera o en el frutero, estas opciones no son nada buenas y solo echan a perder el tomate. Pero puedes estar tranquilo porque te traemos la clave que ayuda a alargar su vida útil, evitando que se pudran antes de tiempo o teniéndoles que dar uso con la cocina de aprovechamiento. La clave está en controlar la temperatura, la humedad y su exposición al sol.
¿Dónde hay que guardar los tomates?
El secreto para que los tomates se conserven en perfectas condiciones es dejarlos a temperatura ambiente, en un lugar seco y alejado de la luz solar directa porque, de lo contrario, se acelera su maduración y acabarán reblandeciéndose y estropeándose en cuestión de días. Además, el exceso de calor por el sol también hace que pierdan su textura y que la piel se arrugue.
Otro punto imprescindible para una correcta conservación es evitar a toda costa el exceso de humedad, ya que, si el ambiente carga con mucha, pueden proliferar hongos o moho en su superficie rápidamente. Por eso, es recomendable no lavarlos hasta el momento en que se vayan a consumir.
Lo mejor para que los tomates se conserven estupendamente durante más tiempo pasa por guardarlos en un lugar fresco y que esté ventilado, como una despensa o una cesta en la encimera de la cocina, pero siempre eso, evitando la luz solar directa.
Otros trucos para conservar tomates
A pesar de que la forma correcta de conservar tomates ya la hemos explicado, hay otros pequeños ‘tips’ que pueden complementar a lo anterior y así prolongar un poco más la vida útil de esta fruta.
El primer consejo es colocar los tomates boca abajo, es decir, con el tallo pegado a la superficie donde se hayan guardado. Esto ayuda a que no pierda mucha humedad y evita que el aire y las bacterias entren a través del tallo y echen a perder su frescura natural.
Además, también es importante separar los tomates de otras frutas como los plátanos o las manzanas porque estos alimentos desprenden etileno, un gas natural que acelera la maduración de las frutas y verduras que tienen a su alrededor. Por eso, si los tomates se guardan junto a ellas, se pondrán blandos y se estropearán mucho antes de lo previsto.
¿Cuándo guardarlos en la nevera?
Si los tomates ya están completamente maduros y no se van a consumir de inmediato, lo mejor que se puede hacer es guardarlos en la nevera, pero con unas pautas para aprovechar todo su sabor.
Lo que se aconseja es meterlos en el cajón de las verduras, pero dentro de una bolsa de papel o de un recipiente que tenga un poco de respiración para que los tomates no absorban demasiada humedad. Y, antes de consumirlos, es muy recomendable sacarlos de la nevera y dejarlos a temperatura ambiente durante al menos un par de horas para que puedan recuperar todo su aroma y sabor.